JON AGIRIANO.-
Pendiente del duelo a muerte con el Sporting del próximo miíércoles, en el que se juega gran parte de la temporada, el Athletic se tomó el partido ante el Almería como un trámite engorroso, una especie de paríéntesis en su apretada agenda laboral del mes de enero. El resultado de este talante fue una derrota merecida que rompe la racha de diez partidos sin perder que llevaban los rojiblancos; un resultado decepcionante que, viendo la alineación de Joaquín Caparrós, no pudo extrañar a nadie. Mal, pero que muy mal, tenían que salirle las cosas al Almería de Hugo Sánchez para que pudiera sorprenderle la voluntariosa agrupación de suplentes, meritorios, retales y repescados del Lado Oscuro que fue ayer el Athletic.
La decisión del tíécnico de Utrera de dar descanso a los titulares no admitía mayor discusión tras lo visto el pasado jueves. Era evidente que había que tirar del fondo de armario para poder llegar frescos al Molinón. Lo que sí puede discutirse es el tamaño de la apuesta del entrenador, la magnitud de su revolución. Y es que no habla muy bien de la gestión de la plantilla que viene realizando Caparrós el hecho de que, puesto a hacer rotaciones en un momento delicado, íéstas tengan que ser tan traumáticas que alcancen a casi todo el once titular. Vamos, que aquí no hay tíérmino medio. O todo o nada.
Parece claro que los jugadores rojiblancos se dividen, a día de hoy, entre exprimidos sin aliento y olvidados fuera de forma. Estos últimos fueron mayoría absoluta ayer en un partido malo que los andaluces se llevaron a su redil con toda justicia y sin mayores sobresaltos. El Almería dio el finiquito en la primera parte. Con el viento a favor, los pupilos de Hugo Sánchez ni siquiera necesitaron de un buen fútbol para superar al rival. En San Mamíés, por ejemplo, jugaron mucho mejor. Les bastó con ser efectivos. De las tres ocasiones claras que fabricaron en los primeros 45 minutos, dos de ellas acabaron en gol, la primera en el minuto 25 y la segunda, en el 39. La tercera -un cabezazo picado de Negredo- obligó a lucirse a Iraizoz, que estuvo impecable. Aparte de esta parada, en la segunda parte, allá por el minuto 68, hizo otra memorable en un chutazo a bocajarro de Juanma Ortiz, el autor del primer gol.
El Athletic no dio ríéplica hasta la segunda parte, ya con el fardo del 2-0 encima. Se diría que la primera mitad la utilizaron los jugadores bilbaínos para reconocerse. Hasta cierto punto, era lógico. Muchos no habían jugado nunca juntos en partido oficial, sólo en los entrenamientos. Dos de ellos, Del Olmo y Toquero, estrenaban titularidad. Otro, Joseba Etxeberria, la recuperaba tras largo tiempo. Y otro más estrenaba puesto, forzado por las circunstancias. Era el caso de Balenziaga, que tuvo que ejercer de lateral derecho debido a la baja de última hora de Amorebieta. Así las cosas, que los rojiblancos hubieran practicado un fútbol fluido y profundo hubiera entrado en el terreno de lo milagroso. ......................