Las bolsas cabalgan en el caballo de la esperanza
por Josíé Antonio Fernández Hódar
Houston, tenemos un problema: la bolsa no entiende de economía y lleva dos meses subiendo sin atender las llamadas a la prudencia de los que saben de macro y dominan la micro. Puede que la única solución sea que la Benemíérita la detenga.
De una forma frívola, podríamos concluir que la bolsa no tiene conocimiento. Que no se entera que tenía que caerse, por más que se lo repitan los expertos. Pero ella, erre que erre, a lo tonto marchena, lleva dos meses subiendo como si lo que ocurre no le afectase.
Pero sería un error. La bolsa, líéase los bolsistas, tiene mucho más sentido común de lo que parece. Lo que ocurre, es que pretendemos que llegue a las mismas conclusiones a las que llegan sesudos economistas. Y ella, con la sabiduría acumulada en muchos años de existencia, tiene sus propios mecanismos, con frecuencia más simples que el mecanismo de un botijo.
El pasado sábado llamábamos la atención sobre las buenas relaciones que, el secretario del Tesoro de EEUU, Timothy Geithner, tiene con la cúpula financiera de Wall Street desde que fuera Gobernador de la Fed de Nueva York. Parece claro, o al menos a nosotros nos lo parece, que lo que menos necesita en este momento la economía norteamericana es que se le caiga Wall Street. Y parece que han puesto manos a la obra para que no ocurra.
Esta semana El PIB de EEUU experimentó una contracción anualizada del 6,1% en los tres primeros meses del año, la mayor de los últimos 50 años. Con este dato, la sangre tenía que haber corrido por las pantallas de cotizaciones. Pues no señor, no se cayó, se puso a subir: porque resulta que la culpa la tiene la caída ríécord que han sufrido los inventarios empresariales.
Sin tenerlos en cuenta, el PIB hubiese retrocedido un 3,4%. Y para más mejor, resulta que los gastos de consumo personal han aumentado un 2,2%, frente a un descenso del 4,1% en el cuarto trimestre de 2008 y los ingresos reales disponibles aumentaron un 6,2%. Y por si faltaba algún empujoncito, el señor Bernanke lanzó un mensaje de optimismo al decir que la economía ha reducido el ritmo de deterioro. Y Wall Street, al grito de ¡señor, si señor!, levantó el vuelo.
Para los bajistas, la subida bursátil es una simple reacción tíécnica a las fuertes caídas de enero y febrero. Hasta ahí, todos de acuerdo. A partir de ahí, dos matizaciones. Primera, que todas las fases alcistas comienzan con una reacción tíécnica. Que tenga luego continuidad o no, es otra cuestión. Segunda, que esta reacción tíécnica viene desde el pesimismo extremo y se inicia en un momento en que las bolsas se montan en el caballo de la esperanza.
Y como descabalgarlas no va a ser tarea fácil, se está al quite para, en los momentos de duda, inyectarles en vena dosis de confianza concertada, y de datos que, siendo malos, lo son menos de lo esperado, con lo que la rueda se pone en marcha, mientras se le van quitando piedras del camino. Y sin con datos menos malos suben las bolsas, imagine el día que comiencen a ser medianamente buenos. Simple cual mecanismo de botijo, pero con unas ganas de creerse todo, que a veces parece tonta, pero ahí está.
Las bolsas tiene hambre alcista y se han subido a lomos del caballo de la esperanza, descabalgarlas no va a ser tarea fácil.