Roubini carga otra vez contra la banca, pero ¿alguien le escucha?
Ainhoa Gimíénez, Bolságora
Nouriel Roubini, el gurú de la crisis, ha vuelto a la carga. Y lo ha hecho contra su objetivo favorito, la banca, en vísperas de la publicación de los temidos resultados de los test de estríés. Sus ideas no han cambiado un ápice y sigue considerando que la banca de EEUU está básicamente quebrada, pese a que el mercado sí que ha cambiado de opinión claramente, como demuestra el rally general y el particular de la banca.
A juicio de Roubini, los test revelarán que el sector está en bastante buena forma aunque Citigroup, Bank of America y algún otro necesiten una inyección de capital si las cosas empeoran. Pero claro, estos test no son fiables y, por tanto, no suponen el principio del fin de la crisis financiera.
Escrenario demasiado laxo
En un artículo publicado junto a Mathew Richardson en el The Wall Street Journal, cita como argumento que el FMI cuantifica en 2,7 billones las píérdidas sufridas por la banca de EEUU, el doble de hace seis meses. Y su propia estimación es de 3,6 billones. La incongruencia entre estas cifras y las conclusiones que hoy publicará el regulador son enormes, y se deben, en su opinión, a que el escenario "de estríés" propuesto por el Gobierno es más laxo que la realidad actual.
Por eso, desconfía en que estos test sean el inicio de la verdadera limpieza que requiere el sector y para la que propone varias medidas: sorprendentemente, le gusta el plan de Geithner para la adquisición de activos tóxicos por parte del sector público y del privado (aunque endurecería las condiciones para las entidades), y añade que el Gobierno debe dejar de inyectar capital y liquidez a los bancos sin imponerles condiciones, que debe prohibirles asumir nuevos riesgos, que no debe rescatar con dinero público a los bancos insolventes y que debe aprobar una ley para gestionar estas entidades.
Pero más allá de estas propuestas, el mensaje de Roubini sigue siendo el mismo de hace un año: la banca es insolvente porque afronta unas píérdidas gigantescas y que hay que tomar medidas radicales para sanearla si queremos evitar el apocalipsis. No hay que olvidar que este analista clavó lo que iba a pasar al principio de una crisis financiera que nadie pensaba que iba a tener las tremendas dimensiones que ha alcanzado, y eso es algo que le otorga una innegable credibilidad.
¿Roubini es víctima de su íéxito?
Dicho esto, mucha gente empieza a pensar que Roubini se ha convertido en un "reloj parado" (stopped clock). Es decir, que se ha quedado clavado en los postulados que le han hecho famoso y que es incapaz de darse cuenta de que las circunstancias han cambiado, probablemente por esa habitual confusión que se da en los analistas que creen que cambiar su discurso para adaptarse a las nuevas circunstancias equivale a admitir que estaban equivocados.
Sin embargo, el mundo se mueve y lo que era incuestionable hace un año ahora ha pasado a la historia.
Y eso es especialmente cierto en el sector financiero. Los innumerables planes de rescate y las medidas radicales de política fiscal y monetaria tienen que tener algún efecto, las píérdidas tienen que acabarse alguna vez y el cambio contable que relaja la norma del mark to market ha tenido un claro impacto en la mejoría de los resultados del sector en el primer trimestre. No se puede cerrar los ojos a esa realidad y seguir pensando que no ha pasado nada y que las cosas siguen igual que hace un año o seis meses.
Desde luego, el mercado no los ha cerrado. Independientemente de los test de estríés, su subida está descontando un nuevo escenario para la banca. Otra cosa es que acierte o que, pese a todo, Roubini vuelva a tener razón.