Shanghai oposita a líder mundial
China diseña un nuevo orden planetario en el que su capital económica será el centro financiero global
Que tiemblen Tokio, Seúl, Hong Kong y Singapur. A falta de un año para la inauguración de la Exposición Universal de Shanghai, que ya se prevíé como la más espectacular de la historia, el Gobierno chino ha dado luz verde al proyecto más ambicioso de la mayor metrópolis del país más poblado del planeta. La 'Perla del Oriente' volverá a brillar como a principios del siglo XX, cuando las potencias occidentales la convirtieron en uno de los principales centros económicos del continente. Pero sin la decadencia de entonces y con las cinco estrellas amarillas sobre fondo rojo sangre bien visibles en lo más alto. Se acabó la humillación colonial. Ahora China busca liderar el nuevo orden mundial nacido de la globalización y potenciado por la crisis económica actual.
Las bases son tan sólidas como la roca sobre la que se asientan los monstruosos rascacielos que crecen sin mesura en la capital económica de un país comunista.
China ya no es sólo la 'fábrica del mundo', se ha convertido tambiíén en la locomotora que tira del raquítico crecimiento global, y en el mercado en el que se resguardan sectores malheridos como el de la automoción o el del turismo. Para el primero, el 'Gran Dragón' es ya el principal comprador y, en el caso del segundo, este enorme país será el año que viene el principal receptor de visitantes, y un lustro despuíés su mayor emisor.
Poco a poco, según aumenta su nivel adquisitivo y entra en declive la cultura del ahorro, el suculento pastel que forman sus 1.400 millones de consumidores va materializándose para convertir la demanda interna en el colchón que amortigua la caída libre del sector exterior.
En cifras, esta fortaleza se hace todavía más rotunda. En Shanghai se han establecido ya 850 instituciones financieras (de las cuales 375 son extranjeras o cuentan con capital foráneo), que manejan bienes por valor de casi 7 billones de yuanes (unos 650.000 millones de euros), un 11,5% del total del país.
Incentivos fiscales La bolsa de la capital económica es ya la más importante de China, la segunda de Asia y la síéptima del mundo, con un volumen de acciones cotizadas que acaricia los 3.000 millones de euros. Para que estos números continúen engordando, las autoridades han comenzado a diseñar un nuevo plan de incentivos fiscales y facilidades operacionales para atraer un mayor número de entidades financieras extranjeras. El objetivo es conseguir que las más grandes establezcan en Shanghai sus cuarteles regionales.
Y quíé mejor reclamo que unas infraestructuras excelentes en una ciudad de casi 20 millones de almas capaz de ofrecer actividades para todos los gustos. Los dos aeropuertos de la ciudad están siendo renovados de cara a la celebración de la Expo 2010, para la que tambiíén se está ultimando la construcción de varias líneas de metro que convertirán al mapa subterráneo de la urbe en uno de los más extensos del planeta, y el puerto marítimo se ha hecho con la medalla de oro mundial en cuanto a nivel de carga se refiere y con la de plata en la modalidad de número de contenedores, donde se espera que tambiíén suba a lo más alto del podio en breve. Y no está solo. El país alberga cinco de los diez mayores puertos del mundo por volumen de carga. Es la representación del poderío económico de una nación que no sólo aspira a producir la mayoría de lo que se consume en el planeta, sino a canalizarlo por sus propios medios.
«El mundo está cambiando, y la estructura de poder no será la misma cuando la crisis toque a su fin», asegura a este periódico Xu Anqi, profesor de Sociología de la Universidad de Fudan, en Shanghai. «Esta transformación tendrá que reflejarse en los organismos de toma de decisiones de las instituciones internacionales, en las que una Europa en total decadencia económica todavía cuenta con una presencia muy superior a la de los países en vías de desarrollo, sobre todo los que componen el BRIC (Brasil, Rusia, India y China)». Esta afirmación cobra sentido si se tiene en cuenta que, hace sólo trece años, el PIB del 'Gran Dragón', en porcentaje respecto al total mundial, era inferior al de España, mientras que hoy China es la tercera potencia global y España cae por detrás de Míéxico. «Por eso, es lógico que busque la creación de un centro financiero que compita con Nueva York y Londres, y sea la fuente de referencia en Asia, por delante incluso de Tokio. Shanghai es la mejor opción», defiende Anqi.
Comunismo flexible Sin embargo, para alcanzar su meta la ciudad tendrá que abrir tambiíén el puño de acero con el que el Gobierno comunista controla la economía. Hong Kong, Singapur, Japón y Corea del Sur están muy por delante de China en el ranking de libertad económica en el mundo, y todavía sacan mayor ventaja cuando lo que se mide es la libertad política e individual y el respeto por el medio ambiente, factores que pueden determinar el íéxito de Shanghai como centro financiero de primer orden. Xu Anqi es optimista al respecto. «Estamos ante la quinta generación de líderes del Partido Comunista, encargada de liberalizar la economía para dar respuesta a los retos del mundo globalizado. Hasta el momento, ha tenido íéxito. La siguiente generación tendrá que buscar vías para contentar a la población en necesidades políticas, y sabrá hacerlo. En 2020, China se parecerá poco a lo que es hoy».