El ocaso de Detroit (I): Ajit, o la deslocalización a la inversa
11 de mayo de 2009.- Como no quiere que se publique su nombre, vamos a llamarle Ajit. En una ciudad (Detroit) y un país (EEUU) obsesionados con la 'exportación' de puestos de trabajo a países con mano de obra barata, Ajit es un ejemplo justo de lo contrario. Su historia se resume en una frase: de Nueva Delhi a Detroit, y de Detroit al paro. Ajit vino a Detroit con su esposa, que es estadounidense de origen indio, hace cinco años, cuando íél tenía 25. "El trato era que, despuíés de casarnos, yo vendría aquí", explica.
Ajit empezó a trabajar en una planta de Saturn, una marca que General Motors lanzó en 1990 para competir con los fabricantes japoneses. Y pronto las cosas empezaron a ir mal. A los dos años, la semana laboral se redujo a tres días a la semana. "Los otros dos días cobrábamos el paro", explica. Finalmente, en 2008, Ajit se acogió a un ERE. Desde entonces, trabaja como taxista. Un empleo con el que, según sus propias palabras, "gano la mitad que en la fábrica". Eso, sin contar los riesgos de esa actividad en Detroit, una ciudad en un estado de depresión tal la que, como explicaba el domingo 'The New York Times', hay gente que comete delitos frente a los policías para que así los metan en la cárcel y les den de comer tres veces al día. De hecho, en cuanto abro la puerta del taxi de Ajit para bajarme, aparece como arte de magia una mujer pidiíéndome muy educadamente dinero. "Cierre la puerta rápido", dice Ajit. "No parece peligrosa, pero nunca sabes".
La historia de este inmigrante tiene tambiíén un componente macroeconómico: hay una serie de países que dependen fundamentalmente de las remesas que los inmigrantes envían. Y esas remesas, como muestra este vídeo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) se están desplomando. Y eso, para muchos países, tiene consecuencias dramáticas. Como muestra este mapa de la revista 'Time', hay una serie de países —algunos de ellos enormes, como Pakistán— que corren el riesgo de colapsarse económicamente si dejan de recibir el chorro de dólares, euros y libras que les llega cada mes de sus emigrantes. í‰se es el caso de Ajit, que confiesa que desde hace meses no manda nada a su familia en su Nueva Delhi natal.
Las consecuencias de esta crisis de la inmigración van más allá de lo puramente económico. Como explica este artículo, los emigrantes de hoy en día son agentes de cambio en su países de origen. Se mantienen en contacto con sus familias casi a diario, llevan nuevas ideas y en muchos casos son elementos democratizadores, porque viven en países occidentales en los que hay menos corrupción que en los suyos. Si la emigración se acaba, eso tambiíén terminará.
Por ahora, sin embargo, los emigrantes están afrontando esa situación de la forma habitual: en silencio, trabajando duro y tratando de salir adelante. Los sindicatos de EEUU echan la culpa de la crisis de la industria del motor a la deslocalización. Pero a Ajit no se le ha ocurrido pedir explicaciones a nadie de por quíé, despuíés de haberle acogido, General Motors acabó dejándolo sin trabajo.