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Autor Tema: La primavera de los zombis  (Leído 510 veces)

Orpheo

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La primavera de los zombis
« en: Mayo 17, 2009, 10:51:33 am »
elpais.com/Joseph E. Stiglitz 17/05/2009
Ahora que la primavera llega a Estados Unidos, los optimistas ven los brotes verdes de la recuperación de la crisis financiera y la recesión. El mundo es muy distinto de como era la pasada primavera, cuando el Gobierno de Bush afirmaba una vez más que veí­a la "luz al final del túnel". Las metáforas y los Gobiernos han cambiado, pero, por lo visto, no el optimismo.

A pesar de algunos brotes primaverales, deberí­amos prepararnos para otro oscuro invierno
La buena noticia es que podrí­amos encontrarnos al final de la caí­da libre. La tasa de descenso económico se ha ralentizado. El fondo podrí­a estar cerca, quizá a finales de año. Pero eso no significa que la economí­a mundial se disponga a iniciar pronto una recuperación sólida. Tocar fondo no es razón para abandonar las fuertes medidas adoptadas para revitalizar la economí­a mundial.

Esta recesión es compleja: una crisis económica combinada con una crisis financiera. Antes de que se iniciara, los endeudados consumidores estadounidenses eran el motor del crecimiento mundial. Ese modelo se ha roto, y tardará en ser sustituido, porque aunque se pudiera sanear los bancos estadounidenses, la riqueza de las familias está por los suelos y los estadounidenses se endeudaban y consumí­an dando por hecho que el precio de sus casas subirí­a eternamente.

La caí­da del críédito empeoró las cosas, y las empresas, enfrentadas a unos altos costes de endeudamiento y a unos mercados en descenso, respondieron con rapidez recortando inventarios. Los pedidos cayeron bruscamente -de manera muy desproporcionada respecto al descenso del PIB-, y los paí­ses que dependí­an de los bienes de inversión y duraderos (gastos que podí­an posponerse) se vieron especialmente golpeados.

Es probable que en algunas de estas áreas observemos una recuperación respecto al mí­nimo alcanzado a finales de 2008 y comienzos de este año. Pero examinemos los fundamentos económicos: en Estados Unidos, los precios inmobiliarios siguen cayendo; millones de hogares pagan hipotecas sobrevaloradas que superan el precio de mercado; el desempleo aumenta, y cientos de miles de personas se acercan al final de sus 39 semanas de seguro de desempleo. Las administraciones estatales se ven obligadas a despedir a trabajadores a medida que los ingresos fiscales se desploman.

El sistema bancario ha sido sometido a una prueba para ver si está adecuadamente capitalizado -una prueba de "resistencia" a la que no se ha aplicado estríés-, y algunos bancos no han podido superarla. Pero en lugar de aprovechar la oportunidad para recapitalizarse, quizá con ayuda estatal, los bancos por lo visto prefieren responder a la japonesa: capear el temporal.

Los bancos zombis -muertos, pero que todaví­a caminan entre los vivos- están, usando las inmortales palabras de Ed Kane, "apostando por la resurrección". Repitiendo el desastre de las cajas de ahorro en la díécada de 1980, los bancos están usando una contabilidad peligrosa (se les permití­a, por ejemplo, mantener los activos desvalorizados en sus libros sin amortizarlos, con la falsa pretensión de que podí­an retenerlos hasta su vencimiento y que de algún modo se volverí­an sólidos). Peor aún, se les está permitiendo endeudarse a bajo precio con la Reserva Federal de Estados Unidos, respaldados por avales defectuosos, y al mismo tiempo asumir posiciones arriesgadas.

Algunos de los bancos registraron ganancias en el primer trimestre del año, basadas principalmente en trucos contables y beneficios de explotación (líéase "especulación"). Pero esto no va a hacer que la economí­a eche a andar rápidamente. Y si las apuestas no salen bien, el coste para los contribuyentes estadounidenses será aún mayor.

Tambiíén el Gobierno estadounidense está apostando por capear el temporal: las medidas tomadas por la Reserva Federal y los avales del Gobierno permiten a los bancos acceder a financiación de bajo coste, y los tipos de interíés de los príéstamos siguen estando altos. Si no sucede nada serio -píérdidas en hipotecas, inmuebles comerciales, príéstamos empresariales y tarjetas de críédito-, los bancos podrí­an salir del paso sin otra crisis. Dentro de unos años estarán recapitalizados y la economí­a volverá a la normalidad. í‰sta es la hipótesis optimista.

Pero las experiencias en todo el mundo dan a entender que es una perspectiva arriesgada. Incluso si los bancos estuviesen saneados, el proceso de desapalancamiento y la píérdida de riqueza asociada significan que, con toda probabilidad, la economí­a se mantendrá díébil. Y una economí­a díébil significa, tambiíén con toda probabilidad, más píérdidas bancarias.

Los problemas no se circunscriben a Estados Unidos. Otros paí­ses (como España) padecen una crisis inmobiliaria. Europa del Este está pasando apuros, que probablemente repercutirán en los bancos fuertemente endeudados de Europa occidental. En un mundo globalizado, los problemas en una parte del sistema reverberan rápidamente en las demás.

En crisis anteriores, como la del este de Asia hace una díécada, la recuperación fue rápida porque los paí­ses afectados podí­an volver a la prosperidad mediante las exportaciones. Pero íésta es una recesión mundial sincrónica. Amíérica y Europa no pueden salir del bache agarrándose a las exportaciones.

Arreglar el sistema financiero es necesario para la recuperación, pero no basta con eso. La estrategia estadounidense para arreglar su sistema financiero es cara e injusta, porque recompensa a los mismos que causaron el caos económico. Pero hay una alternativa que básicamente significa seguir las normas de una economí­a de mercado normal: una permuta financiera de deudas por capital social.

Con dicha permuta podrí­a restaurarse la confianza en el sistema bancario y podrí­a reanudarse el príéstamo sin o con muy pocos costes para el contribuyente. No es especialmente complicado y tampoco novedoso. Obviamente no gusta a los titulares de bonos, que preferirí­an un regalo del Gobierno. Pero hay usos mucho mejores para el dinero público, como otra ronda de estí­mulos.

Toda recesión llega a su fin. La cuestión es cuánto durará y quíé profundidad tendrá íésta. A pesar de algunos brotes primaverales, deberí­amos prepararnos para otro oscuro invierno: es hora de aplicar el plan B a la reestructuración bancaria y de administrar otra dosis de medicina keynesiana.


Joseph E. Stiglitz es catedrático de Economí­a de la Universidad de Columbia y preside la Comisión de Expertos sobre reformas del sistema financiero y bancario internacional nombrada por el presidente de la Asamblea General de Naciones Unidas. Traducción de News Clips. Âé Project Syndicate, 2009.



En individuos, la locura es rara; en grupos, partidos, naciones y épocas, es la regla", Nietzsche.