FRANCISCO PASCUAL
28 de mayo de 2009.- El FMI dice que hay deflación cuando "se produce una caída de precios durante dos trimestres consecutivos". El Diccionario de Economía y Finanzas de Ramón Tamames y Santiago Gallego explica, de manera más prolija, que es "la situación inversa a la inflación, que se manifiesta en la caída general del nivel de precios, (...) a causa de una depresión que incide en una baja importante de la demanda".
Según la Fundación de Cajas de Ahorros, España completará, al menos, cuatro trimestres en recesión, porque, fundamentalmente, sufre el mayor desplome de la demanda de toda su historia. El IPCA ha confirmado esta mañana que los precios se han contraído por tercer mes consecutivo (un trimestre), hasta situarse en un -0,8%. La vicepresidenta y ministra de Economía, Elena Salgado, ha reconocido que esta situación se puede repetir hasta final de año (dos trimestres más). Ergo, vamos derechos al viscoso pantano de la deflación, ¿no?
No. Según Salgado, no hay riesgo "en absoluto". Nada, ni un poquito. Parece que hay algo que no cuadra en la calificación que realiza el Gobierno de un fenómeno que suele engullir a un país en una especie de arena movediza de desidia consumista y caída de beneficios empresariales.
El argumento que da Salgado es que "si no fuera por el petróleo y los alimentos, el IPC sería positivo", lo cual es como decir que, si no fuera por la construcción y la industria, las tasas de paro no serían tan catastróficas. Quíé le vamos a hacer: tanto los combustibles como el condumio computan y mucho en las bases de los precios.
Una de las aníécdotas que más sorprendió en los meses crudos de la crisis financiera americana fue la que protagonizó Steve Black, el responsable de fusiones de Bear Sterns, el primer banco de inversión que tuvo que ser rescatado por el Gobierno de Bush, allá por marzo de 2008. El jefe del Bear, Alan Schwartz, intentaba localizar por todos los medios a Black para que le ayudase a vender el banco al JPMorgan, única tabla de salvación. Sin embargo, el bueno de Steve estaba de vacaciones, en Anguila, un paraíso fiscal, y ¡se había dejado el móvil en el hotel! Con lo que no pudo atender a su jefe.
Lo que más epata del traspiíés no es el descuido de Black, sino su desconexión intergaláctica de la realidad. Cuando he escuchado las valoraciones de Salgado al dato del IPCA esta mañana por la radio y he comprobado el mohín aburrido de los tenderos de mi barrio ante la ausencia casi total de clientes, me he preguntado dónde habrá olvidado Salgado su móvil.