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Autor Tema: Así­ montíé una empresa de íéxito: tres empresarios cuentan su empresa  (Leído 497 veces)

Zorro

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Así­ montíé una empresa de íéxito: tres empresarios cuentan su empresa

por íngeles Caballero en El Economista

Sí­, España tiene pocos emprendedores y los nombres propios de empresarios que últimamente han estado de moda viví­an más bien de la especulación que de otra cosa. Y tambiíén es cierto que la tasa de mortalidad de las empresas de reciente creación es muy alta.

Pero dicen que las comparaciones son odiosas, y generalizar tambiíén. Tres emprendedores nos cuentan en primera persona sus inicios, sus miedos y por quíé creen que la figura del empresario deberí­a despojarse de tópicos de una vez por todas.


El empresario de fin de semana
Debe ser difí­cil seguirle el ritmo a Josíé Ramón Garcí­a. Mientras trabajaba en la Cooperativa Mondragón, los fines de semana ejercí­a de emprendedor junto con su amigo y socio Miguel. Esa tarea duró un año y medio hasta que nació Blusens "con 3.000 euros y cero empleados", cuenta. Y como al principio les tocó hacer de todo, ahora lo ve como una ventaja: "No tengo a nadie en la empresa que haga algo que no he hecho yo antes".

La empresa , dedicada a la electrónica de consumo, lleva desde 2001 un ritmo vertiginoso que a su presidente le compensa y no le pilla por sorpresa. "Este sector, además de rápido, es muy marquista. Así­ que si no te mueves te quedas rezagado y la gente se olvida de que existes", dice. Por eso, y a pesar de la crisis, esperan un crecimiento de los ingresos de un 65% para este año y tienen en mente conseguir los 100 millones de euros en muy poco tiempo. "De 0 a 100 en 100 meses", cuenta Garcí­a entre risas.

Un objetivo ambicioso que dista mucho de obtenerse gracias al mercado nacional, en el que estuvieron muy centrados hasta 2007. "Tení­amos China para producir, Dubai como oficina comercial para Oriente Próximo. Pero desde la Navidad pasada tenemos Uruguay para el cono sur, Míéxico para Centroamíérica, Canadá, una oficina en Miami, otra en Reino Unido para el mercado europeo...", dice.

Está claro que para crecer así­ hace falta ser rápido, pero ese ritmo no parece alterar el tono de voz de Josíé Ramón Garcí­a. "El gran problema de a los que nos gusta nuestro trabajo es que no somos conscientes del tiempo que pasamos en íél. Menos mal que siempre hay alguien que nos recuerda que hay otras cosas en la vida. Además, si uno no descansa no crea tanto", remata.


El empresario sin vocación
Jesús Encinar reivindica la figura del empresario hasta tal punto que no le importa disparar contra los polí­ticos. "No síé hasta quíé punto el Gobierno sabe lo que es un emprendedor. Desde el punto de vista legal se le trata igual que a Telefónica y no es justo", cuenta.

Jesús no tuvo vocación empresarial, aunque en casa vivió con dos: su padre como dueño de una gasolinera y su madre como propietaria de una tienda. "Así­ que esperaban que yo, al tener una carrera, no hiciera lo mismo", dice. Mala suerte. La idea de montar Idealista.com fue casi fortuita. Estuvo viviendo en Estados Unidos un tiempo y saltó de una costa a otra por motivos laborales. "Y en todas esas mudanzas entre Boston y San Francisco y viceversa busquíé casa por Internet. Así­ que se me ocurió hacer aquí­ lo mismo. Aunque no fui el único; se le ocurrió a otros 40", dice entre risas. Y siempre con unos objetivos muy altos.

"Me pasíé casi tres años intentando convencer a unas 150 instituciones para que nos pusieran dinero", dice. Consiguieron arrancar en una íépoca con sólo 4 millones de internautas en banda estrecha. Pero en 2003 ya eran rentables y sus últimas cifras revelan 17 millones de euros de facturación y un EBITDA de 6,1 millones

. Encinar reconoce que no le gusta un pelo que metan a todo lo que huela a ladrillo en el mismo saco, aunque matiza: "Lo fácil es atacar al constructor, pero lo cierto es que media España se ha querido meter a promotor comprando pisos. Yo estoy de alquiler; antes, porque metí­ todos mis ahorros en la empresa y ahora, porque lo que veo y me gusta me parece que tiene precios prohibitivos".

Y vuelve a la carga con lo poco business friendly que es este paí­s. Por no hablar de que, cuenta, el que monta una empresa siempre genera cierta desconfianza. ¿Y no tendrá que ver tambiíén con un problema cultural? Para nada, dice. "Hay un mito de que cuando te haces emprendedor trabajas más, pero críéeme que cuando trabajaba por cuenta ajena pasaba muchas más horas. A lo mejor es que los que lo dicen antes no habí­an trabajado demasiado", comenta.


El que no necesita un yate
"Comencíé como casi todos, por autoempleo", dice Alfonso de Senillosa, fundador de Workcenter. Pero está obsesionado por quitarse importancia. "No tengo un gran míérito, ni una vitalidad excepcional o una enorme capacidad creativa", dice desde una terraza del madrileño Paseo del Prado. Y lo justifica: "Estudiíé en una universidad privada porque no me alcanzaba la nota, y casi tuve que llorar para aprobar en el IESE".

Reconoce las habilidades que no son comunes en otros trabajos, como la autoexigencia de estabilidad, de humildad, de reinventarse... "Creíé Workcenter como casi todos los negocios del mundo, fusilando otro", dice entre risas. Tambiíén encontró la inspiración en Estados Unidos, siendo usuario de algo parecido a lo que luego constituyó en España. Y rompe clichíés: "La dificultad del empresario es convertir una idea en realidad, no en ser atractivo, un lí­der o comunicar fenomenal". Una especie de showman que sí­ se ajusta al modelo de americano triunfador. "Ya, allí­ se les valora porque sin ellos no habrí­a trabajo, así­ de claro. Y conducir un Ferrari es una medalla de íéxito , no una fantasmada", dice.

Un modelo que le gustarí­a en parte importar a España, un paí­s en el que dice rotundo que el íéxito no se perdona. "Pensamos que si alguien ha triunfado ha debido ser por su padre, porque ha robado o porque ha evadido impuestos. La envidia es la peor de las discapacidades", señala. Mucha debió despertar íél cuando convirtió Workcenter en la compañí­a más grande de Europa de su sector, con casi 600 empleados y 22 millones de euros de facturación. Y aún más cuando la vendió hace año y medio, justo antes de la borrasca económica. ¿Jubilado a los 41 años? Vuelve a reí­rse. Pero para saber sus próximos proyectos toca esperar.

"Vivo muy bien porque no necesito un casoplón ni un barco de 20 metros de eslora. Tengo tres hijas que están en una edad estupenda con las que me lo paso genial. Y pienso disfrutar. El que dice que no tiene tiempo ni para ver a su familia deberí­a dimitir ahora mismo", remata.



Voy del oro a Squirrel Media y tiro porque me toca.