Por... Andríés Oppenheimer
La Cámara de Representantes acaba de aprobar un proyecto de ley destinado a aumentar drásticamente el número de universitarios estadounidenses que estudian en países en desarrollo. Eso es una buena noticia, pero sería muchísimo mejor si tambiíén aumentara la cantidad de estudiantes extranjeros invitados a estudiar en Estados Unidos.
En eso, Washington tendría que prestarle atención a lo que está haciendo Cuba.
Empecemos con el plan de enviar más estudiantes norteamericanos al exterior, conocido como el proyecto de Ley Paul Simon de Estudios en el Extranjero.
Según la propuesta, que forma parte de la Ley de Autorización de Relaciones Exteriores aprobada por la Cámara el 10 de junio, el gobierno de Estados Unidos cuadruplicará en los próximos diez años el número de universitarios estadounidenses que estudian en el exterior, de 250.000 actualmente a 1 millón por año en una díécada.
La idea del proyecto es que Estados Unidos aumente sus conexiones internacionales para seguir siendo competitivo en la economía global. En este momento, sólo 0.3 por ciento de los estudiantes universitarios estadounidenses estudian en el exterior, según la Organización Educativa, Científica y Cultural de las Naciones Unidas (Unesco). Los funcionarios estadounidenses dicen que la cifra correcta es de 1 por ciento.
El porcentaje de estadounidenses que estudian en el exterior es bajísimo si se lo compara con el de otros países. Según la Unesco, más de 6 por ciento de los universitarios noruegos, 2.5 de los franceses y 2 por ciento de los chinos estudian en el exterior.
Pero la propuesta sería mucho mejor si incluyera planes para aumentar el número de estudiantes extranjeros en Estados Unidos. En este momento, muy pocos de los 623.000 estudiantes extranjeros que estudian en universidades estadounidenses -incluyendo a 64.000 provenientes de Latinoamíérica y el Caribe- reciben ayuda del gobierno norteamericano. La propuesta de ley sólo añadiría unos 200 estudiantes anuales bajo un programa para comunidades indígenas de Míéxico y Centroamíérica, y un número adicional de países del Caribe.
Mientras tanto, cada vez más estudiantes universitarios latinoamericanos y caribeños están yendo a Cuba. Según la Unesco, aunque Estados Unidos sigue siendo el destino principal de los estudiantes latinoamericanos y caribeños, Cuba ya es el destino principal de estudiantes de cinco países de la región:
- Bolivia tiene 4.800 estudiantes universitarios en Cuba, 1.030 en Estados Unidos y 490 en Argentina.
- Paraguay tiene 865 estudiantes universitarios en Cuba, 390 en Argentina y 330 en EE. UU.
- Uruguay tiene 780 estudiantes universitarios en Cuba, 530 en EE. UU. y 500 en Argentina.
- Nicaragua tiene 850 estudiantes universitarios en Cuba, 425 en EE. UU. y 287 en Costa Rica.
Asimismo, Cuba es el segundo destino para estudios en el exterior de los universitarios de Venezuela (3.850), Panamá (500), Honduras (940), Guatemala (670), El Salvador (708) y Costa Rica (250), entre otros países.
El presidente del Comitíé de Relaciones Exteriores de la Cámara, Howard L. Berman, quien patrocinó la aprobación del proyecto de ley la semana pasada, me dijo en una entrevista telefónica que la legislación tiene "más de un cincuenta por ciento" de posibilidades de ser aprobada en el Senado.
Cuando le contíé a Berman que Cuba ya es el principal destino para estudiantes universitarios de cinco países latinoamericanos, se quedó sorprendido, y agregó: "Sería para nosotros enormemente beneficioso aumentar el número de estudiantes extranjeros que vienen a nuestro país, porque es una inversión que reditúa dividendos a largo plazo".
Mi opinión: El Congreso estadounidense debería aprobar una ley que aumente los intercambios estudiantiles en ambas direcciones.
Claro que es difícil pedirles a los contribuyentes norteamericanos pagar los estudios de jóvenes extranjeros en un momento de crisis. Y es cierto que es mucho más fácil aprobar este tipo de programas para una dictadura que vive de la propaganda internacional -como la de Cuba- que para un gobierno de un país democrático que necesita la aprobación del Congreso para financiar programas de ayuda externa.
Aún así, resulta irónico que Cuba, uno de los países más pobres del continente, estíé compitiendo hombro a hombro con Estados Unidos como uno de los principales destinos de los estudiantes extranjeros de la región.