Cuando el lunes pasado Trichet decía que el Gobierno Español "No tiene más margen para endeudarseâ€, lo hacía valorando el impacto de la crisis actual. Veremos cómo se sale de la situación actual, porque la solución no es nada fácil si no se acometen reformas estructurales suficientes. Lo que está claro es que la deuda pública va a aumentar al compás del aumento del díéficit público y del paro.
Pero en la deuda pública hay otro peligro que no es nuevo y del que se ha discutido mucho: el envejecimiento de la población y el díéficit de los sistemas de pensiones. Y es necesario que sigamos discutiendo sobre el mismo, porque este problema sólo va a crecer durante los próximos años va a tener muchas implicaciones para los inversores en bonos y para la economía en general.
El 9 de junio de 2009, el Fondo Monetario Internacional, el FMI, publicó un documento, acerca de las implicaciones fiscales de la crisis económica y financiera global. El estudio tiene 49 páginas y The Economist ha hecho un resumen del mismo.
Pero quizá la parte que más nos concierne hoy es la afirmación de que a largo plazo, la mayor amenaza para la solvencia fiscal en los países avanzados son las tendencias demográficas negativas. Si comparamos el coste fiscal de la crisis actual con los costes relacionados con el envejecimiento de la población (sanidad, pensiones), estos son diez veces superiores. ¡Diez veces superiores a la crisis actual! Se dice pronto.
En presentaciones que ha hecho S&P acerca de la deuda soberana en Europa, han puesto en relación este informe del FMI con otro publicado por S&P en 2007 (antes de que empezara la crisis actual), en el que decían que si los gobiernos no hacen nada para resolver la bomba demográfica - resolviendo los díéficits de las pensiones y subiendo la edad de jubilación, por ejemplo- el 50% de los países más ricos tendrían la calificación de bonos de baja calidad en los próximos 20 años y el 80% en los próximos 30. Lo positivo es que probablemente los gobiernos empezará a hacer algo antes de que pase eso, porque sino a Japón puede pasarle en 2020.
Lo que puede pasar entonces es que los inversores prefieran prestarle a compañías de alta calidad crediticia antes que a Estados más o menos quebrados. Por ejemplo, un bono de Grecia a cinco años tiene una rentabilidad superior a bonos emitidos al mismo vencimiento por Carrefour, Vodafone o Deutsche Telekom, lo que no es nada habitual. Veremos si le puede pasar lo mismo a Irlanda o algo más tarde a España.
Quizá en el futuro nos tengamos que acostumbrar a que los bonos corporativos tengan diferenciales negativos con bonos de gobiernos.
Y mientras tanto, a pesar del rally que hemos visto desde marzo, los bonos corporativos siguen siendo una alternativa de inversión muy atractiva para los inversores con un perfil de riesgo menos agresivo.
Ignacio Rodríguez Añino, responsable de M&G Investments en España