Foro de Metafísica y Esoterismo > Mentes Abiertas

Serendipias:

<< < (2/2)

Scientia:

Algunas personas parecen presentir los hechos fortuitos que llamamos coincidencias, y logran sacarles partido. He aquí­ algunos casos que han llamado especialmente la atención.

Sólo cuando su tren entró en la estación de Louisville, George D. Bryson decidió interrumpir su viaje a Nueva York para visitar aquella histórica ciudad de Kentucky. Nunca habí­a estado allí­ y tuvo que preguntar dónde se encontraba el mejor hotel. Nadie sabí­a que estaba en Louisville y, en broma, preguntó al recepcionista del Hotel Brown: «¿Hay cartas para mí­?». Quedó atónito cuando el recepcionista le entregó una carta dirigida a íél que llevaba el número de su habitación. El anterior ocupante de la habitación 307 habí­a sido otro George D. Bryson, que no tení­a nada que ver con íél.


 
 
Una coincidencia notable, por cierto, que cobra mayor interíés porque quien la cuenta con más frecuencia es el doctor Warren Weaver, el matemático y experto en probabilidades norteamericano que cree que las coincidencias están regidas por las leyes del azar y rechaza cualquier sugerencia de elementos misteriosos o paranormales.

En el punto de vista opuesto se sitúan quienes creen en las teorí­as de la «serialidad» o «sincronicidad» del doctor Paul Kammerer, Wolfgang Pauli y Carl Gustav Jung.

Aunque los tres se acercaron a la teorí­a de las coincidencias desde perspectivas diferentes, sus conclusiones sugerí­an la existencia de una fuerza misteriosa y apenas comprensible en el Universo, una fuerza que intenta imponer su propio orden en el caos de nuestro mundo. La moderna investigación cientí­fica, sobre todo en los campos de la biologí­a y la fí­sica, tambiíén parece acusar una tendencia de la naturaleza a ordenar el caos. Pero los escíépticos no se dejan convencer. Cuando las cosas suceden al azar, argumentan, tienen que producirse las agrupaciones que llamamos coincidencias. Hasta es posible predecir esas agrupaciones o «apiñamientos» o, por lo menos, predecir la frecuencia con que sucederán.

Si usted tira muchas veces una moneda, las leyes de la probabilidad dictaminan que, al final, habrá obtenido un número casi igual de caras y cruces. Pero cara y cruz no se alterarán. Habrá series de cara y series de cruz. El doctor Weaver calcula que si alguien tira una moneda 1.024 veces, por ejemplo, es probable que haya una serie de ocho caras seguidas, dos de siete, cuatro de seis y ocho de cinco.

Lo mismo sucede con la ruleta. Una vez salieron los pares 28 veces seguidas en el casino de Montecarlo. Las posibilidades de que esto ocurra es de una entre 268 millones. Pero los expertos afirman que como podí­a suceder, sucedió y volverá a suceder en algún lugar del mundo si suficientes ruletas siguen girando durante el tiempo necesario.

Los matemáticos usan esa ley para explicar, por ejemplo, la fantástica serie de aciertos que valieron a Charles Wells el tí­tulo, que tambiíén lo fue de una canción, de El hombre que hizo saltar la banca en Montecarlo.



 
Wells -un inglíés gordo y ligeramente siniestro- se transformó en tema de esa canción en 1891, cuando hizo saltar tres veces la banca del casino de Montecarlo. Aparentemente, no usaba ningún sistema: apostaba cantidades iguales a rojo o negro, ganando casi todas las veces, hasta que, finalmente, sobrepasó la banca de 100.000 francos asignada a cada mesa. En cada ocasión los empleados cubrieron la mesa con un lúgubre paño negro de «luto» y la cerraron por el resto del dí­a. La tercera y última vez que Wells apareció en el casino, colocó su primera apuesta en el cinco: las posibilidades de que saliera eran de una entre 35. Ganó. Dejó la apuesta original y le añadió sus ganancias. El cinco salió de nuevo y volvió a salir cinco veces más. Apareció el paño negro. Wells se marchó con sus ganancias y nunca más fue visto en el casino.

Los teóricos de la serialidad y la sincronicidad, y quienes han continuado los trabajos de Kammerer, Pauli y Jung, aceptan la idea de que hay «racimos» de números, pero consideran que la «suerte» y la «coincidencia» son dos caras de la misma moneda. Los conceptos clásicos paranormales de PES, telepatí­a y precognición -elementos recurrentes en las coincidencias-, podrí­an ofrecer una explicación alternativa de las razones por las que unas personas tienen más «suerte» que otras.

La investigación moderna separa las coincidencias en dos grupos diferentes: triviales (como echar a cara o cruz, series de números y ,manos sorprendentes de naipes) y significativas. Estas últimas son las que mezclan personas, acontecimientos, espacio y tiempo -pasado, presente y futuro- de una manera que parece cruzar la delicada frontera que separa lo normal de lo paranormal.

Scientia:

 
A veces ocurren coincidencias que parecen vincular, casi caprichosamente, las teorí­as rivales. Cuando un tren de cercaní­as de Nueva York se precipitó en la bahí­a de Newark y murieron muchos pasajeros, se iniciaron los trabajos de rescate de los vagones sumergidos. Una foto que apareció en la primera página de un periódico mostraba el último vagón en el momento de ser extraí­do, con el número 932 claramente visible a un lado. Ese dí­a, el número 932 salió en el sorteo de la loterí­a de Manhattan, proporcionando cientos de miles de dólares de ganancia a las muchas personas que, presintiendo un significado oculto en el número, habí­an apostado por íél.

Los investigadores modernos dividen las coincidencias significativas en varias categorí­as.

Una es la coincidencia de advertencia, que implica un presentimiento de peligro o desastre. Tales coincidencias suelen tener largo alcance; por eso a menudo son ignoradas o pasan inadvertidas.

í‰se fue, ciertamente, el caso de tres barcos, el Titan, el Titanic y el Titanian. En 1898, el escritor norteamericano Morgan Robertson publicó una novela acerca de un gigantesco trasatlántico, el Titan, que se hundí­a una frí­a noche de abril en el Atlántico, despuíés de chocar con un iceberg en su primer viaje.

Catorce años despuíés, en uno de los peores desastres marí­timos de la historia, el Titanic se hundió en una frí­a noche de abril en el Atlántico, despuíés de chocar con un iceberg en su primer viaje.

 


 

Las coincidencias no terminaron allí­. Los dos barcos, el real y el de ficción, tení­an aproximadamente el mismo tonelaje y ambos desastres ocurrieron en el mismo sector del ocíéano. Uno y otro eran considerados «insumergibles» y ninguno llevaba suficiente cantidad de botes salvavidas.

Scientia:


 
Charles Coghland, cuyo cadáver fue casualmente a parar a las costas de su pueblo natal.
 
Si se agrega la extraordinaria historia del Titanian, las coincidencias Titan-Titanic comienzan a desafiar la credulidad humana. El tripulante William Reeves, que estaba de guardia una noche de abril de 1935, durante un viaje del Titanian entre el Tyne y Canadá, tuvo un presentimiento. Cuando el Titanian llegó al lugar donde se habí­an hundido los otros dos barcos, la sensación era insoportable. Pero ¿podí­a Reeves detener el barco sólo por un presentimiento? Otro factor -una coincidencia más lo decidió: habí­a nacido el dí­a del desastre del Titanic. «¡Peligro avante!», gritó al puente. Las palabras apenas habí­an salido de su boca cuando un iceberg apareció en la oscuridad. El barco lo evitó por muy poco.

Otra categorí­a la constituyen las coincidencias que sugieren el comentario «el mundo es un pañuelo», y que reúnen a personas y lugares de forma inesperada. Todos hemos sido testigos, o incluso protagonistas, de alguno de estos hechos increí­bles.

Si las coincidencias pueden jugar con el espacio y el tiempo en su búsqueda de «orden en el caos» , no es sorprendente que vayan más allá de la tumba.

Mientras actuaba en una gira por Texas, en 1899, el actor canadiense Charles Prancis Coghlan enfermó en Galveston y murió. Estaba demasiado lejos (5.600 km, por mar) para enviar sus restos a su pueblo de la isla Prince Edward, en el golfo de San Lorenzo. Fue enterrado en un ataúd de plomo, en una tumba excavada en granito. Sus huesos habí­an descansado menos de un año cuando el gran huracán de septiembre de 1900 azotó la isla de Galveston, inundando el cementerio. La tumba sufrió graves daños y el ataúd de Coghlan flotó hasta el golfo de Míéxico. Lentamente, derivó por la costa de Florida hacia el Atlántico, donde la corriente del Golfo lo arrastró hacia el Norte.

Pasaron ocho años. Un dí­a de octubre de 1908, unos pescadores de la isla Prince Edward vieron un cajón alargado y estropeado por la intemperie flotar cerca de la costa. El cuerpo de Coghlan habí­a vuelto a casa. Con respeto y temor, sus paisanos isleños enterraron al actor en la iglesia más próxima, donde habí­a sido bautizado.

Scientia:

Cuando el hombre avanza un paso en su conocimiento de la realidad, íésta plantea nuevas preguntas inalcanzables:

En 1860, Lincoln fue elegido presidente de los Estados Unidos; Kennedy, en 1960.

Ambos fueron asesinados en presencia de sus respectivas esposas y en el mismo dí­a de la semana, en viernes.

Los dos fueron heridos mortalmente por una bala en la cabeza, disparada en ambos casos por la espalda.

Los presidentes que les sucedieron se llamaban Johnson en uno y otro caso. Los dos Johnson representaban a los demócratas del Sur y ambos fueron tambiíén miembros del Senado. El sucesor de Lincoln, Andrew Johnson, nació en 1808; Lindon B. Johnson, en 1908.

El presunto asesino de Lincoln, John Wiikes Booth, nació en 1839; el presunto asesino de Kennedy, Lee Harvey Oswald, en 1939. Ninguno de ambos presumibles ejecutores pudo ser juzgado, ya que ambos fueron asesinados antes de que eso pudiera ocurrir.

El secretario de Lincoln, apellidado Kennedy, le aconsejó insistentemente que dejara de acudir al teatro donde resultó asesinado; el secretario de Kennedy, apellidado Lincoln, aconsejó al presidente que no fuera a Dallas.

Las esposas de ambos presidentes perdieron un hijo mientras ocupaban la Casa Blanca.

John Wilkes Booth dio muerte al presidents Lincoln en un teatro y huyó hasta un almacíén; Lee Harvey Oswald disparó al parecer sobre el presidents Kennedy desde un almacíén y huyó hasta un teatro.

¿Cuántas preguntas sin respuesta le ha suscitado la lectura de este caso? Interróguese sobre las casualidades que le hayan ocurrido en su vida, y tal vez empiece a ver el mundo de otra manera; o -lo que es lo mismo- a entender su propia vida y sus circunstancias desde otra óptica. No le pedimos que renuncie a la lógica, sino que complete su visión de la realidad con esos otros datos, difí­ciles de etiquetar, pero que de forma misteriosa humanizan el universo en que nos ha tocado vivir.

Serena:

--- Cita de: Scientia en Febrero 05, 2008, 08:14:51 pm ---Cuando el hombre avanza un paso en su conocimiento de la realidad, íésta plantea nuevas preguntas inalcanzables:

En 1860, Lincoln fue elegido presidente de los Estados Unidos; Kennedy, en 1960.

Ambos fueron asesinados en presencia de sus respectivas esposas y en el mismo dí­a de la semana, en viernes.

Los dos fueron heridos mortalmente por una bala en la cabeza, disparada en ambos casos por la espalda.

Los presidentes que les sucedieron se llamaban Johnson en uno y otro caso. Los dos Johnson representaban a los demócratas del Sur y ambos fueron tambiíén miembros del Senado. El sucesor de Lincoln, Andrew Johnson, nació en 1808; Lindon B. Johnson, en 1908.

El presunto asesino de Lincoln, John Wiikes Booth, nació en 1839; el presunto asesino de Kennedy, Lee Harvey Oswald, en 1939. Ninguno de ambos presumibles ejecutores pudo ser juzgado, ya que ambos fueron asesinados antes de que eso pudiera ocurrir.

El secretario de Lincoln, apellidado Kennedy, le aconsejó insistentemente que dejara de acudir al teatro donde resultó asesinado; el secretario de Kennedy, apellidado Lincoln, aconsejó al presidente que no fuera a Dallas.

Las esposas de ambos presidentes perdieron un hijo mientras ocupaban la Casa Blanca.

John Wilkes Booth dio muerte al presidents Lincoln en un teatro y huyó hasta un almacíén; Lee Harvey Oswald disparó al parecer sobre el presidents Kennedy desde un almacíén y huyó hasta un teatro.

¿Cuántas preguntas sin respuesta le ha suscitado la lectura de este caso? Interróguese sobre las casualidades que le hayan ocurrido en su vida, y tal vez empiece a ver el mundo de otra manera; o -lo que es lo mismo- a entender su propia vida y sus circunstancias desde otra óptica. No le pedimos que renuncie a la lógica, sino que complete su visión de la realidad con esos otros datos, difí­ciles de etiquetar, pero que de forma misteriosa humanizan el universo en que nos ha tocado vivir.


--- Fin de la cita ---

Este ya lo conocí­a!!!

Navegación

[0] Índice de Mensajes

[*] Página Anterior

Ir a la versión completa