Una Persistencia Inexplicable
El ejemplo que exponemos a continuación tambiíén ha sido tomado de las actas de la SPR:
Veamos el nuevo relato: La percipiente, su marido, su hijastra y dos hijos más pequeños vivían con sus criados en una casa aislada que aún no hacía veinte años que había sido edificada: «Llevábamos tres semanas en ella –relata– cuando una mañana alrededor de las once, mientras yo practicaba en el piano del salón, tuve la siguiente experiencia: sentí de pronto la impresión de que una persona me estaba mirando a travíés de la rendija de las puertas plegables que estaban a mi izquierda; creyendo que sería un visitante, me levantíé y fui hacia el pasillo, pero no había nadie y la puerta del vestíbulo, que era de vidrio, estaba cerrada. Sólo alcancíé a ver la mitad superior de una figura que parecía ser la de un hombre de semblante pálido y cabello y bigotes negros. La aparición sólo duró uno o dos segundos, pero vi la cara tan claramente que aún podría reconocerle aunque lo viera rodeado de gente. Me produjo una fuerte impresión. Era imposible que nadie se acercara a la casa sin ser visto no oído.»
«... Más adelante, alrededor de las 8:30 de una mañana del mes de agosto del mismo año, fui al salón para retirar algo del aparador; al darme la vuelta, alcancíé a ver la misma figura en el balcón, frente a las persianas, que estaban corridas. Tampoco ahora pude ver más que la parte superior de la figura, que parecía estar en una posición algo encorvada; esta vez la luz venía del vestíbulo y del comedor, y no daba directamente en el balcón, pero me permitía distinguir perfectamente el rostro y la expresión de los ojos... Días más tarde, en ese mismo mes, estaba en el jardín jugando al criquet con mis hijos. Desde mi posición, próxima a la entrada, podía distinguir el interior de la casa a travíés de un pasillo y del vestíbulo hasta la puerta de entrada. La puerta de la cocina se abría a este pasillo. Vi claramente la misma cara que me observaba a hurtadillas desde la puerta de la cocina, sólo la mitad superior de la figura. Arrojíé el palo al suelo y corrí hacia la casa.
Una de las criadas había salido y me di cuenta de que la otra estaba arriba, en su dormitorio. Algo más adelante, en ese mismo año, serían alrededor de las 20 horas cuando bajaba sola por la escalera, y en ese momento oí una voz que provenía aparentemente del lugar en que se encontraban las habitaciones de mis hijos, cuya puerta estaba abierta. La voz decía claramente, en un tono profundo y pesaroso: "No puedo dar con ello." Entonces di un grito llamando a mis hijos, pero no obtuve respuesta, no me cabe la menor duda de que estaban dormidos. Mi hijastra, que estaba abajo, en el comedor, y con la puerta abierta, oyó tambiíén la voz, y creyendo que era yo quien hablaba, gritó: ¿que estás buscando? Ambas estábamos desconcertadas en extremo. Era absolutamente imposible que la voz perteneciera a ninguno de los moradores de la casa. Las criadas estaban en la cocina y mi marido había salido. Algunos días más tarde, mientras bajaba por la escalera, despuíés de oscurecer, sentí una fuerte palmada en la espalda. Me asustíé mucho, pero no me dañó. No había nadie junto a mi; bajíé corriendo las escaleras y contíé lo ocurrido a mi marido y a mi hijastra. Esta confesó que había tenido experiencias análogas, y la cara que había visto era la misma que vi yo. Una vez, mientras jugaba con su hermano en el rellano de la escalera, se le ocurrió mirar hacia atrás por encima del hombro, y vio de nuevo a la misma cara. En ese mismo momento su hermano gritó: «Mira, hay un hombre en el rellano.»