La burbuja bursátil amenaza a los grandes bancos chinos
por Juan Pablo Cardenalen El Economista
El exceso de liquidez de la bolsa y la explosión crediticia por parte de las entidades para fines ligados a la inversión cuestiona la viabilidad del sistema financiero.
Que la bolsa china va por libre y desafía sin despeinarse la ley de la gravedad es una máxima sobradamente conocida. Pero, en medio de la crisis que mantiene a los inversores de todo el planeta con un pie en el acelerador y el otro en el freno, China ha vuelto a sorprender a propios y extraños. El dato habla por sí mismo: el índice de referencia de la bolsa de Shanghai rompió hace días la barrera de los 3.000 puntos, disparándose un 65 por ciento desde principios de año.
De este modo, se sitúa a mitad de camino de su máximo histórico registrado, con 6.092 puntos, en octubre de 2007. Ello significa, por supuesto, que la china es la bolsa más rentable del año de entre las más importantes del mundo. El conocido y tradicional efecto olla a presión del parquíé chino, consecuencia del intervencionismo estatal y de la escasez de alternativas de inversión, explica desde siempre las ansias compradoras en dicho mercado. Pero la artificialidad no explica por sí misma el fenómeno actual.
Al desboque del dragón rojo contribuye decisivamente, desde luego, la percepción colectiva de que la situación económica en China es más saludable y sólida que en el resto del planeta. De ahí que los mercados estarían ya anticipando la recuperación. El millonario paquete de estímulo lanzado por Pekín el pasado noviembre, que fue dotado con 421.000 millones de euros y estaría dando sus frutos, ha sido un factor clave que ha activado el optimismo de los inversores.
En las últimas semanas, entre revisiones al alza del crecimiento económico en el país asiático, la confianza ha derivado en euforia bursátil total. Guo Tianyong, director de China Bank Industry Research Center, apunta los dos factores que han entrado en juego. "Por un lado, la economía. Algunos sectores están logrando un gran desarrollo. Por otro, el capital. La política gubernamental es apoyar a los bancos para que presten más dinero para la expansión", explica a este diario.
Otros analistas advierten que hay una disparidad indiscutible entre el estatus de la bolsa y la economía real. Por tanto, pocos dudan ya de que la explosión bursátil se deba, en gran medida, al exceso de liquidez. En este sentido, el mandato del Gobierno a los bancos estatales para que abran al máximo el grifo de la financiación, con el objetivo de reactivar la economía, ha tenido un impacto directo y decisivo en el resurgir de la bolsa china.
Según el rotativo China Business View, de los 788.000 millones de euros prestados por los bancos en los primeros seis meses del año, un 20 por ciento o 157.600 millones habrían sido desviados para la especulación en el casino bursátil de Shanghai. Un peligro que, obviamente, no pasa desapercibido en las instancias económicas oficiales de Pekín. Wei Jianing, economista del Centro de Investigación y Desarrollo, estima incluso que, sumando el flujo que se ha invertido en proyectos inmobiliarios, sólo la mitad de ese dineral en príéstamos ha ido al circuito de la economía real.
Los expertos no dudan de que tanta liquidez está bombeando una vieja conocida de los mercados en el gigante asiático: la burbuja bursátil. "Cuando los fondos circulan e hinchan el sistema financiero en vez de servir a la economía real, estamos ante un signo de que hay una burbuja en formación. La liquidez puede, fácilmente, disparar la bolsa, crear nuevas burbujas financieras y elevar los precios inmobiliarios", diagnostica Wei Jianing.
Por su parte, Guo Tianyong coincide en que los príéstamos han crecido demasiado rápido. "Es seguro que hay una burbuja. Pero cuán grave es el problema, no lo podemos ver claramente ahora mismo", apunta. En medio de la abundante demanda, las autoridades confiaban en que la reanudación -el pasado mes- del lanzamiento de Ofertas Públicas de Venta (OPV) en el parquíé chino, despuíés de meses de prohibición, podría enfriar un tanto el entusiasmo de los inversores por la vía de colocar más papel en el mercado.
Pero el debut bursátil en Shenzhen del productor de medicina tradicional chino, Guilin Sanjin Pharmaceutical, el primero despuíés de varios meses, demostró que se equivocaron el pronóstico. La salida fue todo un bombazo: el primer día de cotización la acción se revalorizó un 82 por ciento lo que deja muy pocas dudas acerca de la liquidez que hay en el mercado.
La propia inercia de la bolsa no contribuye, ni mucho menos, a rebajar la temperatura en unos parquíés que, por lo expuesto anteriormente, echan humo por todos los costados. "La bolsa china es un mercado regido por lo que, en inglíés, se llama momentum trading. Es decir, cuando la bolsa sube todo el mundo compra y cuando baja todo el mundo vende, independientemente de los fundamentales de las empresas cotizadas", apunta a elEconomista Javier Arribas, consejero de Servicios Financieros de la Comisión Europea en Pekín.
Ante semejante panorama, Yuan Gangming, investigador del Centro de Investigación Macroeconómica de la Academia china de Ciencias Sociales, el think tank de referencia en el país asiático contempla dos escenarios opuestos. "Uno, que la economía real se ponga al día y el problema se resuelva. Y, dos, que la burbuja crezca hasta un nivel en que termine explotando", explica. Así, como consecuencia de lo anterior, China se enfrenta a peligros adicionales.