Vender para invertir y dotar al país de más y mejores activos. Este debe ser el criterio que justifique prescindir de empresas tan valiosas como Isagen o Ecopetrol. Para hacerlo, se debe respetar tanto la legislación como la regulación existentes. Cambiar reglas ad hoc es dañino para quien compra, para quien vende y para el país.
El Gobierno tiene la intención de vender Isagen y propuso la venta de otro porcentaje de Ecopetrol. La oferta de Isagen se tenía programada para el último trimestre del año, pero sugiere ahora que la compre EPM. Estas ideas no son nuevas. La venta de Isagen había sido planteada por la Comisión del Gasto hace dos años. Pero las circunstancias que ahora rodean la decisión del Gobierno de llevarla a cabo luego de haberla descartado, son sustancialmente diferentes.
La coyuntura que sí convenció al Ejecutivo de realizar la venta, es la estrechez fiscal y de hacerlo, utilizaría los ingresos para tapar un hueco en el presupuesto. Un hueco del tamaño de dos reformas tributarias de las que aquí se hacen desafortunadamente con excesiva frecuencia desde la Constitución de 1991.
El uso de os recursos obtenidos sería totalmente distinto al sugerido hace dos años. La idea inicial era cambiar el portafolio de activos y pasivos del Gobierno, buscando reducir deuda y tener además un fondo de reserva en el exterior. Ahora se pretende convertir un activo en recursos corrientes. En tíérminos sencillos, se venderá el televisor con el fin de completar lo necesario para gastos de mercado y arrendamiento. Como lo sabe cualquier familia, hacer eso es estarse empobreciendo por gastar más de lo que se puede.
El Ejecutivo, como se ha señalado insistentemente en los últimos ocho años, debe revisar la estructura del gasto público, que tiene un tamaño excesivo en el contexto de las economías regionales, con un muy discutible nivel de eficiencia. Preocupa que la venta de un activo tan importante represente escasamente el 3,5 por ciento del presupuesto anual. Y como ejemplo de la inadecuada aplicación, en solo pensiones nos gastamos cuatro "Isagen" al año, y los recursos van en un 90 por ciento a los estratos de mayor ingreso.
Tampoco es adecuado que se busque cambiar la regulación energíética, aumentando el límite de capacidad de generación en manos de un solo agente, con el propósito específico de facilitar la eventual compra de Isagen por parte de EPM. Esto no es conveniente ni para EPM ni para el Gobierno ni para los consumidores colombianos. Consolidar una posición dominante en la generación de energía elíéctrica, no es adecuado porque afectaría el buen funcionamiento del mercado.
La propuesta de vender un porcentaje adicional de Ecopetrol tiene un carácter distinto y se asemeja más a la propuesta inicial de la venta de Isagen. El ingreso se destinaría a financiar la construcción de la red de dobles calzadas, es decir, se cambiaría un activo productivo por un nuevo activo productivo que ampliaría la capacidad de crear bienes y servicios para el país y el mundo. Esto lo encontramos muy positivo. Creemos, eso sí, que no pueden dejar de aplicarse los mecanismos de valorización y peaje. Tanto la plusvalía de la tierra como la rentabilidad de la operación deben convertirse en ingresos que se destinen a nuevas obras públicas que reduzcan el enorme atraso y desequilibrio que tenemos.