Iba yo por ventura practicando running, que es como el footing pero en cansado, para quemar las calorías prevacacionales, o lo que es lo mismo, haciendo hueco corporal adecuado para las que vayan a venir, cuando en la radio que iba escuchando dieron la buena noticia de que el paro en julio había bajado en 20.800 desempleados menos. Albricias, esto sí puede ser un brote verde. Estoy con el inteligente Sr. Abadía cuando dice que el único brote verde que le interesa ver es la creación de empleo. Pues eso, que la noticia me da alas, aumento mi intensidad carreril empujado por la esperanza. Más, malhaya del locutor malhadado que en un relámpago de profesionalidad optó por pedir sesudas opiniones a políticos y tertulianos analistas.
A partir de ahí, un nudo se me cogió en mi diafragma. Con lo bien que había empezado el día…; efectivamente, las frases redondas comenzaron a entrar a mi cerebro, vía auricular:
“Es necesario crear empleo estructural…â€. Maravilloso, muy bien…; y esta frase, unida a la que seguía, me sumió en un íéxtasis de bonhomía que me hacía levitar, no sentía cansancio. Era como un gran chute de endorfinas directas al hipotálamo (que no síé si van ahí, pero narrativamente queda muy bien: “Es necesario crear empleo estructural y ser capaces de construir una economía sostenible que nos aleje de eventos coyunturales y nos ubique en la rampa de crecimiento equilibradoâ€. Claro, ¿cómo si no?...; lo malo es que el empleo estructural no se crea con un aumento social de la demanda tipo Keynes al estilo Plan E. Que es necesario, ojo, pero no puede ser la única medida. Aumentamos la deuda pública, para generar “riqueza†que aumenta la demanda y el consumo. Vale, pero eso, por sí solo, ¿Cómo se sostiene?, ¿cómo sigue la película?. Y sobre todo…, ¿funcionará ahora?. Porque si esta recesión dura mucho más…
El periodista, como ustedes pueden imaginarse, no continuó con la entrevista. Ahí lo dejó. Un día que comenzó redondo se cerraba, pues, con frases rotundas de tono mayestático. Bien está lo que bien acaba.
Yo hice un alarde de imaginación, y me ubiquíé en el lugar del locutor para acabar la entrevista…
.- Ya…, pero señor analista/político (póngase lo que más interese al avezado lector)…, ¿Y eso quíé es lo que es?. ¿Cómo se hace?. Mañana, en lugar de irse de vacaciones…, ¿quíé medida va a poner en marcha para evitar el septiembre negro?.â€. Una ola de “malalechismo†iba apoderándose de mí…, sería que estaba corriendo con intensidad (recuerden lo del extasis de bonhomía de más arriba, ojo), o sería que se me cogió hace dos años y no la suelto (que creo que es lo más probable).
.- “Ejem…, pues verá usted…, Hmmm…, me alegra que me haga esa pregunta, y voy a contestarla directamente, sin andarme por las ramas, así que yo diría que podríamos ir estructurando la capacidad creadora de empleo en la coyunturalidad sostenible del equilibrio crecido económicamente. O algo así…â€
Paríé de correr. Hoy, el señor político había cumplido. Su análisis hoy era el que era, que fue el mismo de hace un año y que será el mismo que hará en septiembre. La negritud del próximo mes la veía venir, y mi esperanza se limitaba a bajar la cabeza y hacer frente al temporal hasta que amainase. Pero ya se sabe que lo que suele ocurrir en política es que nunca ocurre nada.
Para quíé leches escucharíé la radio corriendo…, con lo bonito que es ir escuchando música, y en inglíés, que no te enteras de nada.
Y mientras, como dice el maestro Zorro, nuestro IBEX y la bolsa a su baile. Sube el paro, tambiíén la bolsa…; baja el paro, tambiíén la bolsa…; no hay nada en este mundo más solidaria y que nos acompañe más. (Tengo que frenar mi irremediable vena sarcástica que es de sutil como un elefante en una cacharrería).
En fin…, volví a la carrera. Intentíé tranquilizarme pensando en que Merkel, Sarkozy o Barack nos sacarían de íésta.(…) Y Trichet diciendo que su inyección de liquidez a los bancos se ha dejado notar…, en la cuenta de los mismos bancos, será, digo yo…
Volvieron los nervios, el diafragma compungido, el hipotálamo descontrolado, las endorfinas desaparecidas…, y al final el irremediable flato.
Dejíé de correr.
Vale.
Oberon.