Rupert Murdoch, tocado por la crisis
por Noelia García en El Economista
La crisis de los medios obliga a Rupert Murdoch a tomar medidas drásticas. Pone punto final a la era de la información gratis por Internet
Ni lo grandes magnates logran dar esquinazo a la crisis. La difícil situación por la que atraviesa la industria de los medios de comunicación tambiíén salpica al gran gurú mundial de la Comunicación, Rupert Murdoch, que ahora se ve abocado a tomar medidas para evitar que su gran imperio se desmorone. Ha dado un primer paso: cobrar un peaje para acceder a sus medios online. ¿Cuál será el siguiente paso?
Murdoch no está dispuesto a perder terrerno. Con una posición ideológica más próxima al conservadurismo, sus allegados destacan de íél el tránsito que experimentó aquel joven encantador, divertido, ilusionado con el Periodismo, capaz de pasar horas modificando un artículo, para convertirse en un empresario cuya principal preocupación era la cuenta de resultados. Murdoch desde muy pronto aprendió que para vender más periódicos tenía que llegar a las masas y darles lo que querían: sensacionalismo.
Nace un imperio
Todo empezó cuando su padre, Keith Murdoch, le dejó en herencia el Adelaide News en Australia en 1952. Con este pequeño diario y el dominical Sunday Mail comienza a plantar el gíérmen de lo que sería un gran imperio, News Corporation, con el que consolida su imagen de empresario agresivo.
El australiano comienza a imponer un estilo propio. Historias que ponen los pelos de punta a los lectores, titulares pegadizos, lacónicos... Los beneficios llegaron pronto. En tres años la tirada de Adelaide News pasó de 75.000 a 300.000 ejemplares, lo que le reportó beneficios suficientes para alimentar ese gran animal mediático.
Siguiendo la línea del mercado, desde 1960, Sidney se convierte en su segundo objetivo. Compra la Newspaper Limited (propietaria de cabeceras como el Daily Mirror o el Sunday Mirror), para inmediatamente adquirir algunos pequeños canales de televisión. El magnate había conseguido, en julio de 1964, hacerse con The Australian, un periódico de ámbito nacional. No obstante, su ambición le lleva a buscar nuevas opciones, como son la adquisición en 1972 del Daily Telegraph y el Sunday Telegraph.
En los años 60 desembarca en Reino Unido, país que siempre despreció pero que en ese momento parece abrirle el apetito. En 1968 se hace con News of the World. Al año siguiente, adquiere The Sun, diario que en poco tiempo triplica sus ventas. Dos años más tarde se hace con la London Weekend Television, de la que se desprenderá en 1979 para conseguir el Channel Ten-10 de Sidney. Pero su compra más importante será en 1981: The Times y The Sunday Times.
En los años 80, el joven empresario ya posee casi 60 periódicos en las principales ciudades de todo el país. Pero su afán expansionista hace que no se conforme con las islas británicas y decida cruzar el charco. En EEUU compra el diario Star, The New York Post y una serie de revistas en EEUU. Rupert tiene sed de ampliar el holding. Se hace con el Herald American (luego rotulado Boston Herald), el Chicago Sun Times y la principal empresa del sector editorial norteamericano: la News American Publishing.
La industria del cine tambiíén le interesa. Se inicia como productor con Gallipoli (1981), una historia australiana desarrollada durante la Primera Guerra Mundial, que dirige Peter Weir. Luego compró el famoso Twentieth Century Fox, que se fusionó con Metromedia Televisión Quatremer para formar la red nacional de televisión, "Fox Broad- casting". Y, además, se embarcó en la televisión por satíélite, creó su propia red, Sky. Gran parte de estos logros no hubiesen sido posibles, sin embargo, si no hubiese contado con sus excelentes relaciones políticas, tanto en su país como en otros muy distantes al suyo propio. Y con gobiernos tan distintos y tan distantes como los asiáticos, donde ha conseguido importantes nichos de mercado.
En esa zona del mundo, posee los diarios de referencia de Hong Kong, como el Sur Morning Post. China fue desde siempre una de las aspiraciones del imperioMurdoch. Un interíés que, según algunos analistas, trasciende lo meramente económico y no entiende de matices políticos. En 1999, el magnate se casó con Wendi Deng, de origen chino, embajadora desde entonces de News Corp. en aquel país. Pero aún así, el Gobierno chino le restringió sus emisiones de televisión por satíélite, Star TV. A partir de ese momento, Murdoch intentó ganarse la confianza hasta el punto de aceptar el juego de la censura del país.
Desde 1997 Murdoch controla el 75 por ciento de los contenidos que se ven en el planeta a travíés de sus operadores de cable, satíélite y televisión. Buena parte de los negocios del australiano se canalizan a travíés de paraísos fiscales, como las Antillas Holandesas, las Islas Caimán, Bermuda, Panamá o Míéxico. No obstante, estos problemas no le impiden continuar expandiíéndose. Cuando se le cierran unas puertas intenta abrir otras, como su participación en JSkyB (operadora de televisión digital japonesa en la que tambiíén toman parte Sony, Fuji TV y Softbank), compañía que llegó a un acuerdo, a principios de 1998, con PerfectTV para fusionarse.
Desde sus medios estadounidenses, especialmente desde Fox News, ha apoyado sin complejos el Gobierno de George W. Bush y la invasión de Irak y, desde los británicos se opuso fíérreamente al euro. Más allá de su tendencia conservadora, "es un pragmático capaz de admirar a Lenin", aseguran desde su entorno.
Rupert Murdoch tiene una presencia constante en el negocio. Tal vez sea por la cercanía que tiene con los altos ejecutivos a los cuales llama por telíéfono y es capaz, incluso, de despedirlos en medio de la noche. Además, posee una gran habilidad para cultivar relaciones políticas, sobre los que se asegura un buen entendimiento a travíés del tratamiento pertinente en sus medios de comunicación.
Tal es el caso que aseguran que Tony Blair tuvo que desplazarse hasta Australia para asegurarse el respaldo de los medios de su imperio antes de convertirse en primer ministro. En 1986, su holding apoyó a Margaret Tatcher durante el escándalo de la compañía Westland, cuando la premier quería fusionar la productora de helicópteros con una compañía americana. Considerado la fuerza con- servadora, el australiano utilizó News Corporation para apoyar la Guerra de Irak.
Por todo esto, Murdoch ha sido considerado por sus detractores como alguien sin escrúpulos, con el único interíés de seguir creciendo.
Como buen empresario, se alinea con aquellos que puedan favorecer sus intereses. "Incluso con los demócratas. Es un gran oportunista", afirman desde su entorno. En las últimas elecciones presidenciales, que dieron como resultado la victoria de Barack Obama, casi el 70 por ciento de las donaciones de News Corp. a partidos políticos fueron destinadas a los demócratas.
Se acabaron las 'vacas gordas'
"Sólo hay una persona que puede decidir lo que voy a hacer, y ese soy yo mismo", cita de Ciudadano Kane, que se acomoda a la forma de pensar de Rupert Murdoch.
Grandes fueron los beneficios que le ha reportado su imperio mediático. Pero parece que atrás han quedado las publicaciones populares, con portadas de chicas desnudas y titulares sensacionalistas.
La crisis económica mundial ha hecho mella en el conglomerado de News Corp, que ha sufrido grandes píérdidas por la disminución de los ingresos mediante la publicidad en sus medios. El grupo tuvo unas píérdidas de 140,9 millones de euros, de forma que en todo el año, la caída total asciende a 2.360 millones de euros, lo que contrasta con las ganancias de 3.749 millones de euros que NewsCorp. obtuvo entre junio de 2007 y junio de 2008.
Ante esto, Rupert Murdoch toma medidas como cobrar por acceder a sus medios online. En este sentido, el magnate cree a pies juntillas que este nuevo modelo de obtener información se extenderá a otras compañías rápidamente.
Todavía está por ver si íésta es una buena solución para salvar la prensa del estancamiento. Es arriesagado ya que los precedentes que hay no son muy buenos. The New York Times intentó ofrecer un servicio de pago en Internet, pero rápidamente vio hundirse el tráfico en sus páginas en la red. Otros dicen que el caso de Wall Street Journal es un caso particular, dada la pertinencia de sus informaciones para el mundo financiero, lo que provoca una buena acogida entre los ejecutivos.
Muchos se preguntan cuál será el futuro de News Corp. sin Murdoch en el puente de mando. ¿Será capaz de superar este bache económico? ¿Sus herederos se harán cargo del imperio? A pesar de que muchos crean que habrá luchas fraticidas por el control de todas sus compañías, Murdoch a sus 78 primaveras, ni siquiera ha apuntado la posibilidad de abandonar el timón de su gran imperio.
Quienes le siguen saben que ni la crisis económica, ni la de los medios de comunicación, ni los escándalos a los que está vinculado por el caso de escuchas a estrellas y celebridades estadounidenses acabarán con el magnate de los mass media, que a pesar de todo, no ha podido ocultar en esta ocasión que de esta crisis tambiíén ha salido tocado.