Por… Silvio González
La galopante pandemia de suicidios en Estados Unidos es una de las ocultas consecuencias sociales que con más crudeza impacta actualmente a la sociedad norteamericana.
Los medios de prensa de aquel país no mencionan el acelerado crecimiento de las estadísticas de suicidio entre la población estadounidense, el cual es comparable ya con el existente durante la trágica Gran Depresión de 1930.
El informe anual de la Facultad de Salud Pública de la Universidad John Hopkins correspondiente al 2008 da a conocer que los suicidios en Estados Unidos se han incrementado de manera vertiginosa y alarmante por primera vez en toda una díécada.
Otro reporte de la Sociedad de Suicidiología señala que las actuales estadísticas demuestran que los atentados contra la propia vida han superado a los homicidios en una proporción de dos a uno, por lo que ya se han convertido en la oncena causa de muerte entre los estadounidenses.
El mismo estudio de la Universidad John Hopkins asegura que una de las principales causantes de este incremento es el deterioro del nivel de vida entre los hombres y mujeres blancos entre los 40 y 64 años.
Ello confirma que la crisis en el sistema ha afectado seriamente, por primera vez, al sector históricamente más privilegiado del entramado social estadounidense.
El rechazo popular a las guerras de Iraq y Afganistán y las secuelas sicológicas que dejan ya han sacado a relucir los crecientes problemas de suicidio dentro de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos.
Ello ocurre en un sector donde son mayoría los soldados procedentes de las minorías íétnicas más oprimidas, asegura el periodista Carlos Roviera en un despacho para la red alternativa Portside.
Como mismo en el pasado los esclavos y los indígenas optaban por quitarse la vida para escapar de la injusticia y los maltratos de sus amos, en la actualidad los empobrecidos no encuentran otras opciones para lidiar con la deteriorada realidad social y económica que deben enfrentar cada día.
Los nativos norteamericanos que constituyen uno de los sectores más pobres de los Estados Unidos son los que tienen la mayor incidencia de suicidios con un 32.4 por ciento por cada mil, mientras que entre los blancos es de sólo el 14.2 por cada mil.
El avasallador sistema imperante en Estados Unidos ha colocado el peso de las desigualdades sobre los más pobres muchos de los cuales tienen sus viviendas hipotecadas, así como sobre familias sin cobertura míédica, con niveles crecientes de violencia, divorcios y uso de drogas, según destaca la American Civil Liberties Union.
La situación de la infancia es aún peor, con más de dos millones de niños sin padres, con un 50 por ciento que no terminan sus estudios y con las estadísticas más elevadas de todos los tiempos en cuanto al alto nivel de reclusos menores de edad.
Un informe del Cirujano General de Estados Unidos asegura que el suicidio es la tercera causa de muerte entre los jóvenes de catorce a veinte años.
Otro estudio del Centro para el Control y Prevención de Epidemias (CDC), indica que uno en cada doce adolescentes en edad preuniversitaria ha intentado suicidarse en un momento u otro de su vida, mientras que otro 17 por ciento ha pensado en ello, sin llegar a hacerlo.
Tambiíén en el sector de los jubilados y ancianos existen elevadas cifras de suicidios como lo demuestra una investigación realizada por la organización National Strategy for Suicide Prevention donde se asegura que la cifra de suicidios entre los mayores de 65 años es de un 14.3 por ciento por cada mil.
El sistema estadounidense cuenta con los recursos tecnológicos y científicos para rectificar esta patíética situación, pero en la práctica lo que hace es perpetuar las profundas desigualdades sociales y económicas lo que empuja a los más desaventajados a perder todo tipo de esperanzas.
Los gobernantes de ese país deben mostrar un mayor respeto y aprecio por la vida humana y permitir que todos sus ciudadanos vivan con dignidad y esperanza en el futuro.
Alison Wertheimer en su libro sobre el suicidio en Estados Unidos titulado Una Cicatriz Especial, argumenta que en la mayoría de los casos, los involucrados lo cometen como un acto solitario, pero sin embargo en la práctica tiene grandes repercusiones para muchos otros individuos y aseguraba que es como lanzar una piedra en una laguna donde sus ondas expansivas se extiende interminablemente en la sociedad.
No se suicide por mal que le vaya la vida y suerte en sus inversiones…