Existen tres colectivos especialmente vulnerables a no registrarse y perder su número: los ancianos, los extranjeros no residentes y los 1,5 millones de tarjetas instaladas en todo tipo de máquinas.
Una sorda preocupación empieza a cundir entre los operadores españoles de telefonía móvil. Apenas quedan dos meses para que entre en vigor el ultimátum establecido por ley a propuesta del Ministerio del Interior que dará de baja a todos aquellos clientes de telefonía móvil de tarjeta prepago que no se hayan identificado con su DNI antes del 8 de noviembre.
Y aunque el ritmo de clientes que acuden a los establecimientos de venta de móviles para identificarse avanza a buen ritmo, según fuentes de los principales operadores, existe una bolsa importante de usuarios especialmente vulnerable, que se encontrará con dificultades para identificarse y que, por tanto, perderán su línea.
A finales de julio las grandes operadoras tenían registradas aproximadamente el 60% de su base de tarjetas de prepago, lo que supone más de doce millones de clientes, e implica que quedaban sin identificar alrededor de ocho millones, cuatro menos menos que un mes antes (ver EXPANSIí“N del 20 de julio).
Las estimaciones de la industria (hay operadoras más pesimistas que otras)apuntan a que al final quedarán sin registrar entre 1,5 millones y 3 millones de líneas. La previsión más pesimista supone aproximadamente el 15% del parque actual de tarjetas prepago (que a marzo pasado contaba con 20,5 millones de usuarios) y el 6% del mercado total, cifrado en 50,4 millones de clientes.
Fuerte trastorno
La píérdida de la línea puede suponer un importante trastorno para los clientes. Aunque, evidentemente, pueden comprar otra tarjeta prepago, es imposible recuperar el antiguo número, porque las líneas dadas de baja entran en un limbo informático, que dura unos meses hasta que vuelven a ser reutilizadas por la operadora, pero sin ninguna posibilidad de ser recuperada por su antiguo usuario.
Según la industria, los grupos de usuarios más expuestos a perder su línea son los ancianos, los extranjeros no residentes y el millón y medio de tarjetas que están instaladas en todo tipo de máquinas (contadores de agua y luz, controles remotos, máquinas de vending, calderas de calefacción, etc).
El problema con los ancianos es que una buena parte de ellos no sabe abrir los mensajes SMS que les están enviando las operadoras para recordarles su obligación de identificar su línea. La única solución es llamarlos directamente, pero es un procedimiento mucho más lento (hay que llamar uno por uno, en vez de realizar envíos masivos de SMS) y mucho más caro.
Con los extranjeros existe la misma dificultad, pero, además, muchos de ellos sólo vienen a su residencia española en otoño e invierno con lo que el plazo para avisarles es muy corto, ya que finaliza el 8 de noviembre. El problema de las conexiones móviles en máquinas es que no se les puede avisar y es fácil que sus propietarios o explotadores las olviden.
Por último, existe otro problema larvado que está ralentizando el ritmo de identificación, aunque los operadores lo niegan. El principal responsable del registro de las tarjetas es el canal de distribución (las tiendas) que, sin embargo, no cobran nada por la gestión. Eso hace que en bastantes casos (cuando hay afluencia de público) se argumente que el sistema informático está averiado para desviar al cliente a otros establecimientos.
Usuarios en peligro
Los tres grupos de clientes que corren más peligro de perder su línea son los ancianos, extranjeros no residentes y las tarjetas instaladas en todo tipo de máquinas.
En España hay más de 3 millones de líneas en manos de personas de la tercera edad, que en muchos casos no saben leer los mensajes de alerta que les está enviando su operadora.
Muchos extranjeros (alemanes y británicos, sobre todo)tienen telíéfonos de tarjeta que sólo usan en otoño e invierno, cuando vuelven a España, tras pasar el verano en su país de origen.
