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Autor Tema: Los problemas de exprimir las rentas del ahorro  (Leído 448 veces)

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Los problemas de exprimir las rentas del ahorro
« en: Septiembre 05, 2009, 10:06:44 am »
Los problemas de exprimir las rentas del ahorro

P. M. Simón / Cristina de la Sota - 05/09/2009

En los últimos tiempos, los ahorros se han convertido en el colchón anticrisis de los españoles. Y ahora el Gobierno tambiíén dirige la mirada hacia esa caja de dinero, como una posible solución a su laberinto presupuestario. ¿Pero realmente es un remedio gravar la hucha de los ciudadanos?

El objetivo es recaudar más sin elevar la presión fiscal de las rentas bajas y medias. Una misión complicada, pues el impuesto sobre el ahorro no distingue de rentas ni de patrimonio. Todas las ganancias obtenidas por la transmisión de un bien (acciones, fondos de inversión e inmuebles) y los rendimientos del capital mobiliario (dividendos, depósitos, cuentas y seguros) tributan al 18%.

Por ejemplo, si la presión fiscal sube dos puntos, hasta el 20%, todos los ahorros se verán afectados, independientemente de que sus propietarios posean grandes o pequeñas fortunas. A diferencia de los rendimientos del trabajo, en este impuesto no hay progresividad.

Los expertos no son partidarios de volver al modelo anterior a 2007: "Es fundamental que se mantenga el mismo tipo independientemente del producto financiero. El impacto de la reforma fue muy positivo porque permitió que el inversor no se quedara paralizado por la carga fiscal", indica Rafael Orteso, responsable fiscal de Citi. Jesús Sanmartí­n, presidente del Registro de Economistas Asesores Fiscales (REAF), indica que una fórmula para eximir de la subida a las rentas más bajas es establecer un mí­nimo exento. Aunque esta alternativa tendrí­a un efecto reductor en la recaudación.

"Otra medida muy interesante es permitir que las píérdidas patrimoniales por ventas de fondos de inversión puedan compensarse con rentas distintas de las del ahorro, como las del trabajo o las de actividades empresariales", indica Rafael Núñez, socio de KPMG Abogados. Actualmente, este tipo de píérdidas sólo es compensable con ganancias del ahorro.

Un grave problema radica en su capacidad recaudatoria, mí­nima a juicio de los expertos. Josíé Marí­a Mollinedo, secretario general del sindicato de tíécnicos de Hacienda (GESTHA), indica que elevar dos puntos porcentuales la tributación de las rentas de capital y plusvalí­as incrementarí­a la recaudación entre 900 y 1.000 millones de euros al año. Una cantidad mí­nima frente al díéficit, que se situará en 100.000 millones de euros a finales de año, según las previsiones.

El cálculo está elaborado con las cifras correspondientes al ejercicio 2007, cuando la recaudación total por ese concepto se situó en unos 8.200 millones de euros. Pero hay que tener muy en cuenta que la Bolsa alcanzó ese año máximo históricos y que la burbuja inmobiliaria se encontraba en pleno apogeo.

Así­, hay tres razones para pensar que el poder recaudatorio del impuesto sobre las rentas del ahorro se deteriorará fuertemente. Primera, el hundimiento de la remuneración de los depósitos. En medio del estallido de la crisis financiera, la avidez de bancos y cajas por captar liquidez llegó a elevar el rendimiento medio de los depósitos a un año hasta el 4,68%, según las estadí­sticas del Banco de España. En junio, se habí­a desplomado hasta el 2,37%.

Segunda, las plusvalí­as generadas por la venta de inmuebles han sufrido un duro ajuste. Les ha pasado factura el descenso de las operaciones -la compraventa de viviendas habí­a bajado un 35,3% hasta junio- y la caí­da de los precios, del 8,2% interanual al cierre del primer semestre, según el ministerio de Vivienda. Tercera, la Bolsa se hundió el 39,4% en 2008, lo que dejó un remanente de píérdidas que puede compensarse con ganancias obtenidas en los cuatro años siguientes.

A todos estos factores hay que sumar otro efecto, quizá el que mayores consecuencias acarreará. El dinero buscará escudos con los que protegerse de un incremento de la presión fiscal, y más si es temporal como se ha prometido. "Es obvio que una reacción natural consiste en dejar quieto el dinero. Si no se realizan plusvalí­as, no hay tributación en ningún caso", indica Josíé Luis López Hermida, responsable del departamento fiscal de banca privada de BNP Paribas.

Los productos con retenciones a cuenta (depósitos, cuentas, seguros, bonos y dividendos) son los que más sufrirí­an, pues Hacienda se queda en el acto con la parte que le corresponde, lo que reduce el capital disponible en caso de reinversión. Los fondos tienen retención a cuenta en el momento del reembolso, pero permiten diferir el pago con traspasos, por lo que serí­an los menos afectados.

Depósitos y cuentas corrientes. Cerca de 700.000 millones de euros se verán afectados

Son los instrumentos de ahorro más populares. En junio, el dinero de las cuentas corrientes en manos de las familias sumaban 299.113 millones de euros y los depósitos, 398.674 millones, según los datos del Banco de España. Cuentas y depósitos fueron beneficiados por la reforma fiscal de 2007, pues se igualaba su tributación a la de los fondos de inversión. Pero ahora pueden verse especialmente perjudicados si se eleva el gravamen del ahorro de forma lineal.

Su principal desventaja radica en que sus titulares le entregan a Hacienda la parte del beneficio obtenido en el mismo momento del vencimiento. La retención del 18% es instantánea, por lo que no hay posibilidad alguna de diferir el pago. Esto reduce el capital disponible para futuras inversiones, a diferencia de los fondos o las Sicav, en los que se puede traspasar el dinero sin tener que tributar. En última instancia, el rendimiento en tíérminos absoluto que se puede obtener será menor en los depósitos. Una situación que ya se produce, pero que se verá potenciada si se eleva la tributación del ahorro.

La rentabilidad de los depósitos, además, se ha reducido notablemente al compás de la bajada del precio del dinero y de la activación de otros mecanismos para obtener liquidez por parte de las entidades financieras. Todo esto tendrá dos efectos muy claros, según prevíé Javier Garcí­a Pita, de Linklaters: "En primer lugar, provocará un traslado hacia otros instrumentos menos afectados por la subida. Y en segundo lugar, implicará mayores problemas de bancos y cajas para captar dinero".

Inversión en Bolsa. Poco donde rascar dadas las fuertes minusvalí­as

El estallido de la crisis financiera ha mermado de manera significativa los ahorros de muchos inversores que apostaron por la Bolsa. Pese a la recuperación reciente de la renta variable el Ibex aún acumula un castigo cercano al 30% desde los máximos de noviembre de 2007. Pero íése no ha sido el único palo. Muchas empresas tambiíén se han visto obligadas a recortar o congelar los dividendos, por lo que la píérdida de rentabilidad ha sido mayúscula.

A final de 2008 las familias españolas tení­an 491.673 millones de euros invertidos en Bolsa pero no hay que olvidar que el pasado ejercicio el Ibex sufrió un castigo cercano al 40%. En renta variable, además, las píérdidas se produjeron sin distinción en todo tipo de compañí­as.

"Se recauda sobre las plusvalí­as y en los últimos años hay pocos inversores que las disfrutan. De hecho, muchos tienen minusvalí­as para compensar los próximos años. Resultará poco efectivo un impuesto sobre unas plusvalí­as cuando estas se han visto muy afectadas", explica Pablo Torralba, responsable de la oficina de Madrid de Banque Privíée Edmond de Rothschild Europe.

El Estado, sin embargo, tambiíén hace caja con los dividendos. Los primeros 1.500 euros de ganancia están exentos de la tributación del 18% aunque el resto se retiene en cuenta una vez que paga la empresa. La capacidad recaudatoria por esta ví­a arañará algo pero incluso si este año la Bolsa sube y los inversores ganan dinero aún tienen cuatro años para compensar los beneficios con las minusvalí­as del año pasado.

Fondos de inversión. El mejor instrumento para evitar el paso por Hacienda

Despuíés de 27 meses consecutivos, los fondos de inversión españoles recibieron entradas netas de dinero en agosto, según Inverco, la asociación de Instituciones de Inversión Colectiva. La cantidad fue reducida -tan sólo 402 millones de euros-, pero supone un cambio de tendencia importante.

En cualquier caso, el descenso del patrimonio respecto al ríécord histórico logrado en mayo de 2007 se sitúa todaví­a en el 38%. A finales de agosto, el dinero depositado en los fondos de inversión ascendí­a a unos 163.000 millones de euros, frente a los más de 250.000 de hace más de dos años.

Si finalmente se eleva la tributación del ahorro, este instrumento de inversión puede verse beneficiado. Antes de la entrada en vigor de la reforma de 2007, la fiscalidad era uno de sus principales atractivos, ya que el tiempo iba reduciendo la carga tributaria hasta cancelarla. Sin embargo, todaví­a mantienen una cualidad, especialmente interesante si se aumenta la tributación: permiten buscar diferentes alternativas de inversión sin necesidad de entregar instantáneamente a Hacienda una parte de los beneficios en cada cambio.

Un inversor puede optar por el bajo riesgo que ofrece un fondo monetario en momentos de desconfianza, cambiar despuíés a uno que apueste al mismo tiempo por la renta variable y la fija, y decantarse cuando así­ lo aconseje la coyuntura por uno exclusivamente de Bolsa. A travíés de traspasos de un fondo a otro, se capitalizarán todas las eventuales plusvalí­as, pues el partí­cipe sólo tributará cuando decida vender las participaciones.

SICAV. La políémica de los vehí­culos de las grandes fortunas

Mucho se ha hablado en los últimos dí­as de las ventajas de los grandes inversores. Su vehí­culo estrella para invertir son las Sociedades de Capital Variable (Sicav), que tienen la peculiaridad de tributar sólo por el 1% del beneficio.

Sin embargo, al igual que ocurre con los fondos de inversión, los inversores que deciden vender todas sus participaciones o una parte de ellas tambiíén tributarán por el 18% (o el porcentaje que se fije) de las plusvalí­as.

La diferencia respecto a los fondos de inversión radica en que, en muchas ocasiones, el control de las Sicav por parte de los inversores es casi total. Pese a que se les exige contar con 100 inversores para disfrutar de las ventajas de la inversión colectiva, este requisito suele ser una mera exigencia burocrática. La entidad encargada de crear la Sicav se encarga de buscar a los accionistas necesarios, conocidos en el argot como mariachis. Según los últimos datos de la CNMV, a finales de 2008 existí­an más de 3.300 Sicav con un patrimonio superior a los 32.000 millones de euros y que estaban participadas por cerca de 440.000 accionistas.

En última instancia, es responsabilidad de la CNMV decidir si la Sicav tributa como una sociedad o como un fondo. La realidad es que son contados los casos en los que no se les permite beneficiarse de la tributación reducida. Pero la mayor parte de los expertos consultados coincide en que esto no debe modificarse, pues en este caso el peligro de que esos capitales decidan mudarse a paí­ses con una regulación más favorable sí­ es muy elevado.



Voy del oro a Squirrel Media y tiro porque me toca.