Orlando, Florida— Marcus Wells y Shirley Walker observan el panorama laboral desde extremos opuestos.
Wells tiene 25 años y pensaba que su juventud lo ayudaría a encontrar otro empleo luego de que fue despedido de una firma en la que trabajaba como analista de sistemas en enero en San Josíé, California. Siete meses despuíés, sigue desempleado y piensa que su edad lo perjudica.
“Están contratando a la gente con más experiencia, que acepta posiciones más bajas que la que tenía con tal de conseguir trabajoâ€, expresó Wells. “Compito con gente mayor, no con jóvenes que acaban de graduarse. Uno pierde la confianzaâ€.
Walker, por su parte, es una ejecutiva de 58 años que fue despedida de una empresa sin fines de lucro de Orlando que ayuda a mujeres de minorías con pequeñas empresas. Lleva tres meses buscando trabajo, sin íéxito.
“Nos dicen que quieren gente madura, con experiencia, pero quieren que trabajemos por menos, por lo que le pagarían a alguien más jovenâ€, declaró Walker en una reciente feria laboral en Orlando.
Numerosas personas que están pensando en jubilarse han visto esfumarse sus ahorros y aumentar los costos de los servicios míédicos, en tanto que jóvenes que acaban de graduarse y están endeudados por los príéstamos estudiantiles que tomaron se dan cuenta de que no hay trabajo en sus campos.
Los resultados de esta situación se reflejan en los mapas demográficos: las regiones con altas concentraciones de gente joven o de personas que se acercan a la edad de jubilarse son las más afectadas por la recesión, según un índice preparado por la AP que mide el stress tomando en cuenta cosas como el desempleo, los embargos hipotecarios y las quiebras.
Los grupos con los índices de stress más altos son los hombres y mujeres de entre 25 y 29 años y las mujeres de más de 55.
Los expertos lo atribuyen a varios factores.
Los adultos jóvenes corren más peligro de quedarse sin trabajo y de perder sus viviendas, mientras que la gente mayor tiene más probabilidades de declararse en quiebra para proteger sus bienes, según Tay McNamara, directora de investigaciones del Center on Aging and Work del Boston College.
“Se cumple el viejo dicho de que el último contratado es el primero en ser despedidoâ€, manifestó.
Chanel Moore, residente en Orlando de 25 años, fue despedida el año pasado de un comercio en el que trabajaba en ventas y ahora compite con gente mucho mayor en el marcado laboral.
“Soy joven, estoy tratando de empezar, y debo competir con gente mayor que yo, con más experienciaâ€, se lamentó Moore.
Las personas de entre 25 y 34 años son las que registraron los aumentos más grandes en la tasa de desempleo en el último año. Esa tasa fue del 5.7% en julio del 2008 y llegó al 10% en julio de este año, de acuerdco con la Oficina de Estadísticas Laborales (Bureau of Labor Statistics).
Para peor, la gente joven con frecuencia debe pagar príéstamos estudiantiles. La deuda promedio de un reciíén graduado es de entre 17 mil 700 (universidad pública) y 22 mil 375 dólares (universidad privada). A ello se suma una deuda promedio de 4 mil 100 dólares en tarjetas de críédito.
La única ventaja de este grupo es que, en la mayoría de los casos, no tienen familias que alimentar ni hipotecas que pagar, y les es más fácil trasladarse a otro sitio si surge una oportunidad laboral.
Si bien la gente joven corre más peligro de ser despedida, a las personas mayores les cuesta más recuperarse si se quedan sin trabajo, según los expertos. Ello obedece en parte a que cuesta más capacitarlos y no se sienten a gusto con las nuevas tecnologías, señaló Joseph Quinn, profesor de economía del Boston College.
“Si son despedidos, quedan realmente muy mal paradosâ€, señaló.
La tasa de desempleo entre la gente mayor de 65 años era del 7% en julio, la más alta de la historia y más del doble de la de diciembre del 2007, cuando comenzó la recesión, que era del 3.3%.
El alto desempleo entre la gente mayor obedece en parte a que en la actualidad el trabajador tiende a cambiar varias veces de empleo “y ya no se ve protegida por su antigí¼edadâ€, indicó Richard Johnson, del Urban Institute de Washington.
“Los empleados de mayor edad están mucho más expuestosâ€, agregó. “Tienen más experiencia, pero no llevan mucho tiempo con una firmaâ€.
Las personas mayores que se quedan sin trabajo generalmente buscan otro empleo, incluso en un área distinta a la que ocupaba, porque no están en condiciones de jubilarse a la luz de las píérdidas que hubo en sus fondos de pensiones. La mayor parte de esos fondos estaba invertido en acciones y, con la debacle de la bolsa, la gente perdió entre un tercio y un cuarto del valor de sus inversiones, según distintos estimados.
Walker, la ejecutiva de Orlando, dice que podría verse obligada a aceptar cualquier trabajo que surja, por más que no sea lo que busca ni se pague lo que puede esperar una persona con una maestría.
“Es como empezar de cero de nuevoâ€, afirmó.
En California, Wells vive con su novia, que los mantiene a ambos, y está buscando trabajo en cualquier cosa. Incluso comenzó a considerar la posibiliad de enrolarse en las fuerzas armadas.
“Necesito encontrar algo. No tengo dinero para soportar otro año sin trabajar. Estoy desesperadoâ€, señaló.