Por... Juan Josíé Hoyos
La imagen es difícil de olvidar. Los paquetes de polietileno salían uno tras otro del polvo blanco. Eran 16 y cada uno tenía una etiqueta que decía 700 x 20. Despuíés de romper las envolturas que los protegían de la humedad, aparecieron los billetes. Los agentes de la Policía Nacional empezaron a contarlos. Eran 11 millones 200 mil dólares. Dos días más tarde, en otro contenedor del barco, sepultados bajo el mismo polvo blanco, la Policía encontró 16 paquetes más con 11 millones 200 mil dólares. El total hallado en menos de una semana provoca escalofrío: unos 46.000 millones de pesos.
¿El polvo? A primera vista parecía cocaína, pero era sulfato de amonio, un producto químico utilizado para elaborar líquidos de aseo industriales y caseros, no para "lavar" dólares del tráfico ilegal de drogas. El cargamento había sido despachado con destino a Buenaventura desde el puerto de Manzanillo, en Míéxico.
Yo nunca había visto una montaña de billetes de ese tamaño, ni siquiera en las películas. Pensíé en los billetes y el polvo blanco. ¡Cómo se han cruzado sus destinos! Las noticias de los periódicos lo dicen cada día. Nueve de cada diez billetes que circulan en Estados Unidos están manchados de cocaína. La contaminación es más alta en grandes ciudades como Baltimore, Boston, Detroit y Washington. Un porcentaje parecido se encontró en los billetes que circulan en Canadá. Los datos fueron revelados en la reunión anual de la Sociedad Química Americana, celebrada en Washington este año. Los científicos analizaron billetes procedentes de más de 30 ciudades de EE.UU., Canadá, Brasil, China y Japón. Los niveles más altos fueron registrados en EE.UU. y en Canadá, con un nivel de contaminación en los billetes de entre 85 y 90 por ciento. Los niveles más bajos, de entre 12 y 20 por ciento, se detectaron en China y en Japón. En Brasil, un 80% de los billetes tambiíén fueron encontrados contaminados por cocaína.
Uno de los investigadores dijo a la prensa que no todos los billetes con restos de droga fueron usados para inhalar cocaína. La frecuencia de rastros en el papel moneda es atribuida principalmente a las máquinas que cuentan dinero en los bancos, que mezclan billetes contaminados con los que todavía no han sido corrompidos.
El problema no es nuevo. Una investigación realizada en Londres en 1999 mostró que más del 99 por ciento de los billetes en circulación tenía residuos de la droga.
Pruebas realizadas por la Unión Europea en monedas nacionales de los países que ahora están usando el euro, antes de su introducción en el 2002, mostraron que el marco alemán tenía el tercer nivel de contaminación de cocaína, detrás de la peseta española y la libra irlandesa. En junio de 2003, casi todos los billetes de euros en circulación en Alemania contenían rastros de cocaína. Sin embargo, las concentraciones de cocaína en los billetes españoles eran casi cien veces mayores que las registradas en Alemania.
El caso de España es, de lejos, el más grave de la Unión Europea. Una prueba realizada por el periódico El Mundo , de Madrid, arrojó estos resultados: de 100 billetes que el laboratorio catalán Sailab analizó, sólo seis pasaran limpios el control antidoping. El resto, es decir, el 94%, estaban impregnados en mayor o menor medida de cocaína. Los billetes fueron recogidos en supermercados, restaurantes, gimnasios, taxis, un quiosco de prensa, una farmacia, un bar, en la caja del periódico y en las carteras de varios transeúntes. Sólo tres billetes procedentes de Madrid y tres de Sevilla no tenían rastros de cocaína.
Destinos cruzados los de la droga y los billetes: hace un tiempo, en Alemania, hubo pánico cuando varios cajeros automáticos empezaron a entregar a los clientes billetes que se deshacían nada más al entrar en contacto con las manos. La policía reportó unos mil 700 casos. Las autoridades monetarias atribuyeron el problema a un posible acto de sabotaje a base de ácido sulfúrico. Días más tarde, los análisis toxicológicos concluyeron que los billetes se desintegraban porque habían sido usados para inhalar crystal speed, una anfetamina en polvo.
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