El disparate económico de esta semana es un aniversario y sus enseñanzas para nuestro país. Ayer hizo exactamente un año que el gobierno Bush, harto de la rapacidad y la irresponsabilidad de sus banqueros, que habían provocado la mayor crisis económica desde la Gran depresión, y en contra de lo actuado anteriormente, decidiría dejar quebrar Lehman Brothers, el cuarto banco de inversión del país. Y en las semanas siguientes el sistema financiero internacional estaría a punto de desmoronarse. Solo una acción concertada y tremendamente agresiva de gobiernos y bancos centrales como el mundo no ha conocido jamás, evitaría su hundimiento.
No es íéste lugar para analizar un hecho que ha pasado a la historia de la economía, pero sí para señalar algunas cuestiones relevantes aplicables a nuestro país. La primera, la increíble estupidez de su presidente ejecutivo, el arrogante e implacable Richard Fuld, que pocos meses antes rechazaría una oferta de compra del HSBC por 20.000 millones de dólares. Despuíés, convencido que lo peor de la crisis había pasado, en lugar de desapalancarse y vender activos inmobiliarios, hace lo contrario y empieza a comprar. Y finalmente la agencia Moody’s, concediendo a sus bonos la máxima calificación pocos meses antes. ¿Les suena?
Al igual que Lehman, el sector financiero español en lugar de reestructurarse y desapalancarse, está haciendo justo lo contrario. España tiene todas las precondiciones necesarias para una crisis financiera masiva: la mayor deuda mundial de un sistema financiero, equivalente a cinco veces su capital y reservas, y con vencimientos anuales diez veces superiores a sus beneficios imputables a España, sin contar los próximos dos o tres años, donde no habrá beneficios sino píérdidas. Cientos de miles de millones de príéstamos garantizados por activos fuertemente inflados y que pierden valor de día en día; y una morosidad que crece exponencialmente. Y así las cosas, en lugar de cerrar las entidades inviables y fusionar las restantes, gracias a las mentiras y a la increíble la permisividad del Banco de España, a los príéstamos a corto del BCE, y a la ayuda masiva e indiscriminada del gobierno, tratan de ganar tiempo a toda costa en espera de un milagro, mientras la burbuja no para de crecer y los problemas de acumularse.
La semana antes del hundimiento de Lehman, los mercados de futuros indicaban una caída adicional del 15% del precio de la vivienda, muy inferior a la prevista en España, que se estima en un 10% anual en 2009 y 2010, y del 5% en 2011. Un desplome de ese calibre combinado con píérdidas similares de otros activos, hacen inevitable el colapso. Y la pregunta es, ¿de verdad cree el Banco de España que con sus mentiras y su pasividad, las decenas de entidades tipo CCM, van a poder ser salvadas? Sin una estrategia de reestructuración digna de ese nombre, y con unas expectativas de paro y recesión realmente dramáticas, unido a la caída de márgenes y la segura subida de tipos en 2010 al 2%, ni siquiera un milagro podrá evitar ya quiebras en cadena.
Los gestores del Banco están incurriendo en una responsabilidad muy grave, porque son funcionarios plenamente conscientes del gravísimo daño que conscientemente están produciendo, esperando un milagro que ellos mejor que nadie saben imposible. Y por si fuera poco, al igual que Richard Fuld con el HSBC, propuestas razonables de fusión han sido rechazadas por caciques políticos locales, porque implicaban el control de cajas de una región por las de otra, y el Banco de España en lugar de dar un puñetazo encima de la mesa, como es su obligación ante la gravedad del caso, se ha callado como un muerto, y ello, despuíés de haber entregado ingentes cantidades de dinero público y avales, que habrían bastado para evitar el cierre de decenas de miles de PYMES y autónomos.
Y finalmente Moody´s, citada por Zapatero como muestra de nuestra fortaleza, y aplaudida por toda la bancada socialista situada a la altura intelectual de su jefe, unos cantamañanas que al igual que con Lehman dan una alta calificación a los bonos españoles, en una situación insostenible de díéficit y deuda. Así, en la mayor crisis económica de nuestra historia, estamos en manos de ignorantes, irresponsables y cobardes, que nos están llevando al desastre. Alguien deberá responder por ello.
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