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Autor Tema: Crisis financiera global: Camino a la Cumbre de Pittsburg...  (Leído 447 veces)

OCIN

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Crisis financiera global: Camino a la Cumbre de Pittsburg...
« en: Septiembre 20, 2009, 01:24:09 pm »
Por… Raúl de Sagastizabal

En el seno de acuerdos de cooperación regionales, o de los distintos “G”, los miembros acuerdan mutuamente sus polí­ticas económicas y financieras, sus marcos de regulación y control, en quíé sectores invertir, quíé inversiones procuran atraer, quíé instrumentos financieros adoptar, las reglas del comercio de bienes y servicios, los sistemas de supervisión internacional, etc., pero es a travíés de los organismos multilaterales que esas polí­ticas se impulsan hacia afuera, hacia el resto del mundo, y en el seno de esos organismos las polí­ticas se imponen conforme al poder de voto.

Por este mecanismo se impulsaron todas las polí­ticas que han regido hasta ahora la globalización, entre otras, la liberalización de los mercados de capital, la libre circulación de bienes y servicios, la apertura de los mercados de capital a bancos extranjeros y la innovación financiera, que terminó en activos tóxicos.

Ese sistema sigue vigente y, pese a que en las cumbres del G-20 se acordó recapitalizar y reformar el FMI, el Banco Mundial y los bancos multilaterales de desarrollo, no asoman todaví­a cambios de peso.

Hasta ahora los únicos paí­ses que han aportado recursos al Fondo son Japón (US$100.000 millones), Canadá (US$10.000 millones) y Noruega (US$4.500 millones), y en Estados Unidos el Congreso ya ha aprobado el acuerdo para aportar US$100.000 millones, con lo que Estados Unidos conserva en el Fondo su poder de voto -y de veto- y se espera que los paí­ses europeos hagan efectivos sus compromisos y conserven tambiíén sus respectivos poderes de voto.

Los colosos del mundo emergente, Brasil, Rusia, India y China, en cambio, se han comprometido por ahora a comprar bonos del Fondo -no a aportar recursos-, pero no antes de que se reforme el poder de voto de las economí­as emergentes y de los paí­ses de mediano y bajo ingreso, de modo que refleje la cambiante economí­a global.

Los paí­ses industrializados, por su parte, se resisten, todaví­a, a aceptar cambios en los mecanismos de adopción de decisiones.

Estos asuntos se debatirán en breve en la cumbre de Pittsburg, y posteriormente en las reuniones anuales del Fondo Monetario y del Banco Mundial.

Vale la pena recordar que tras la crisis asiática se debatieron los mismos asuntos que hoy se debaten: la reforma de la arquitectura financiera internacional, el papel del FMI en cuanto a la estabilidad financiera internacional y la prevención y resolución de crisis, y el papel de los bancos multilaterales de desarrollo en la promoción del desarrollo sustentable y sostenible de personas y paí­ses, en lugar de los mercados y las finanzas.

Vale la pena tener presente tambiíén que luego de la crisis asiática, durante el siguiente ciclo de auge económico, se produjo una etapa de “tolerancia” y los cambios quedaron en el olvido.

La principal lección de la crisis asiática es que lo peor que puede pasar es que no se haga nada para poner freno a los desbordes del sistema global.

Si los Jefes de Estado -de los grandes paí­ses emergentes y de las naciones desarrolladas- no logran acordar una reforma sustantiva que modifique las polí­ticas que rigen el mundo global y las instituciones que lo gestionan, el mundo tendrá que acostumbrarse a un ciclo vicioso de crisis recurrentes, que tarde o temprano terminará mal.

En camino a la Cumbre de Pittsburg parece conveniente tener presente algunos principios de esas polí­ticas -que justifican por sí­ solos el reclamo de cambios- y el papel del FMI en los meses pasados, que impone reformas radicales, si es que el organismo será parte del multilateralismo del futuro.

Suerte en su vida y en sus inversiones…



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