Reyal-Urbis ha evitado in extremis correr la misma suerte que Nozar, es decir, el concurso de acreedores. Cuando todo parecía perdido, los bancos acreedores han acordado una propuesta de viabilidad que la empresa ha aceptado, pero que tampoco garantiza su salvación. Según fuentes de la negociación, esta propuesta tiene dos partes: por un lado, venta de los principales activos de la inmobiliaria, cuyos ingresos se destinarán a pagar la deuda de los acreedores no financieros; por otro, la refinanciación de la deuda bancaria.
"Es una especie de concurso de acreedores ordenado y sin intervención judicial, lo cual hace que sea mucho más rápido y asumible por las entidades financieras, que no tendrán que provisionar la deuda que tienen con la empresa", explica una de las fuentes consultadas. Según la norma española, en caso de concurso, bancos y cajas tienen que provisionar el 27,8% de su deuda total en el plazo de un año, y el resto en el año siguiente.
La primera parte de este plan ya se ha puesto en marcha, con el mandato de venta de varios edificios emblemáticos de la compañía a varias consultoras inmobiliarias. Entre estos edificios, se encuentran el centro comercial ABC Serrano, la sede de PriceWaterhouse Coopers, el edificio Marcelo Spínola (los tres en Madrid), parte de la cadena hotelera Rafael y el Parque Empresarial Urbis Centre de Pozuelo de Alarcón, según informaba este fin de semana el periódico económico Expansión. Reyal Urbis no respondió ayer a las llamadas de El Confidencial.
Ahora bien, el citado plan de viabilidad estima que los ingresos que se obtengan con estas ventas sólo alcanzarán para pagar la deuda con los acreedores no financieros de la empresa que preside Rafael Santamaría. Esta deuda se situaría, según las cuentas del primer semestre de la inmobiliaria, en unos 1.300 millones. No hay que olvidar que estamos inmersos en una gravísima crisis inmobiliaria y que, aun en el caso de que consiguiera vender estos activos, los precios serán muy inferiores a la valoración de los mismos en los libros de la compañía.
Una refinanciación muy problemática
Si se consigue cerrar con íéxito esta primera parte del plan de viabilidad, comenzará la segunda, que se antoja igual de difícil o más: la refinanciación de la deuda bancaria. Reyal-Urbis debe casi 5.000 millones de euros a un nutrido conjunto de entidades, entre las que se encuentran los principales bancos y cajas españoles, así como numerosas instituciones extranjeras.
El grueso de esta deuda proviene del críédito sindicado de 3.400 millones para la adquisición de Urbis a ACS y Banesto en 2006. El principal acreedor de la compañía es Santander, que mantiene críéditos con la empresa por valor de casi 500 millones de euros pese a que ha ejecutado masivamente activos (pisos y suelos) de la empresa como dación en pago de sus deudas.
Los escollos que debe superar esta refinanciación son muchos y muy importantes. Para empezar, como en todos estos procesos, todos los bancos deben ponerse de acuerdo en las condiciones (básicamente aplazamiento de los pagos y renegociación de intereses y comisiones), lo cual es harto complicado porque cada uno tiene intereses, condiciones y garantías diferentes. Así quedó claro en el caso de Nozar, donde el desacuerdo entre las entidades provocó el concurso de acreedores. En segundo lugar, Reyal-Urbis ya refinanció su deuda el 15 de octubre de 2008 y no ha podido cumplir las condiciones que se impusieron entonces, lo que hace a las entidades más reticentes a darle más 'cuartelillo'.
En tercer lugar, hay otro problema todavía mayor: "Los bancos se van a pensar mucho refinanciar a una empresa que va a tener muy difícil continuar su actividad una vez que ha vendido sus mejores activos, los que le proporcionaban mayores ingresos y más recurrentes", opina un experto inmobiliario. Este profesional considera que el plan de utilizar los ingresos de esta venta para pagar a los acreedores no financieros es "pan para hoy y hambre para mañana, porque, para continuar la actividad, tendrá que generar nuevos pagos a los proveedores. Esto no es deuda, es gasto corriente, y si no tiene dinero para hacer frente a este gasto, no podrá continuar construyendo".
Esta dificultad para mantener la actividad se evidenció ayer con el anuncio de que Reyal suspende las obras de un macroproyecto en el Paseo de La Castellana de Madrid que incluía oficinas, hoteles y un centro comercial, y en el que iba a invertir 350 millones de euros