JAVIER GALLEGO
21 de septiembre de 2009.- Puestos a alimentar la lista negra de causantes del descalabro bursátil de 2008, algunos economistas señalaron con su dedo acusador a las casas de análisis, sobre todo las dependientes de algún gran banco de inversión. De algunas de ellas se decía que recomendaban vender cuando ya habían tomado posiciones "cortas", con lo que se beneficiaban de las posteriores ventas de sus incautos clientes.
Ahora, en líneas generales, pasa lo contrario. Las recomendaciones, amparadas casi siempre en que la salida de la crisis será antes de lo previsto, son de compra. Y eso tambiíén ha despertado las sospechas de algunos. "Ahora", dicen, "recomiendan comprar un determinado valor porque previamente ellos se han cargado hasta arriba de sus títulos".
De cualquier modo, y presuponiendo la independencia entre los departamentos de análisis y de trading de estas compañías, es cierto que a veces resulta inquietante el modo de actuar de ciertos analistas. Hace unos días una gran experta bursátil se preguntaba cómo es posible que hoy se recomiende comprar acciones de un banco español y hace sólo 10 meses la propuesta fuese justo la contraria. Sobre todo porque en España, con el modelo bancario que tenemos, los bancos hoy pueden estar peor que entonces. Y si no, ahí están los datos de morosidad.
Las recomendaciones de los analistas mueven la Bolsa. Tal cual. Por eso las acciones de Endesa se desplomaron este lunes un 5,6% tras un informe de Citigroup en el que animaba a sus accionistas a vender sus acciones. En el lado opuesto, Ferrovial lideró los avances del Ibex despuíés de que Credit Suisse pasara de "recomendar la venta" a "recomendar la compra". Es curioso que el analista que firma este estudio considere ahora que las acciones de Ferrovial no valen los 27 euros estimados antes, sino el doble. (Ni tanto ni tan calvo, digo yo...).
Claro que el caso de Vueling en 2008 fue todavía más llamativo. Morgan Stanley le rebajó el precio objetivo a 3,9 euros por título sólo un año despuíés de haberle ayudado en su salida a Bolsa. A un precio, por cierto, de 30 euros cada acción.