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Autor Tema: Un diccionario para entender la Cumbre de Pittsburgh  (Leído 548 veces)

Orpheo

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Un diccionario para entender la Cumbre de Pittsburgh
« en: Septiembre 25, 2009, 08:59:07 am »
PABLO PARDO desde Pittsburgh
24 de septiembre.- Terror, horror y pavor. El eslogan que acompañaba a las corridas de los toros de la ganaderí­a de Pahla tambiíén se aplica a lo que siente el común de los mortales al leer lo que se está discutiendo en Pittsburgh. La realidad, sin embargo, es más sencilla. Si uno le quita la jerigonza financiera, el G-20 está hablando de cosas muy normales, como la deuda de los bancos, la falta de capital en EEUU (y el exceso de capital en China), quiíén fue el genio que dijo que las 'hipotecas basura' eran maravillosas y por quíé en Europa no se despide a la gente con tanta facilidad como en otros sitios. Aquí­ va un breve diccionario para comprender la 'cumbre'.

Apalancamiento.
Es la cantidad de deuda que un banco puede tomar utilizando como garantí­as su propios activos. El G-20 alcanzo un acuerdo el 4 de septiembre para limitarlo a 20. Es decir: los bancos no podrán tener una deuda superior a 20 veces sus activos. Es un avance notable, porque en ví­speras de la crisis llegaron a tener apalancamientos de 44. Por poner un ejemplo, imagí­nese usted que su críédito con el banco fuera 44 veces su sueldo de un año, el valor de su piso y todo lo que tiene. Al contrario de lo que afirman algunos, esta regulación favorece la competencia: menos apalancamiento supone más competencia en el mercado, porque los bancos gigantes tienen una capacidad de endeudamiento mucho mayor que sus rivales de pequeño tamaño.

Cuenta corriente.
La balanza por cuenta corriente mide esencialmente el capital que entra y sale de un paí­s. Si un paí­s tiene díéficit por cuenta corriente, es que ahorra poco, consume mucho y, por tanto, depende del capital extranjero para financiar su crecimiento. Ejemplos eximios de ese grupo son Estados Unidos y España. Si un paí­s tiene superávit, es que consume poco y ahorra tanto que le sobra capital, que exporta a otros paí­ses. í‰se es el caso de China, Corea del Sur y Alemania. El G-20 quiere que los paí­ses traten de reequilibrar esta situación. Pero conseguirlo exigirí­a cambios brutales en la polí­tica económica de sus miembros. Unos cambios de los que todos hablan pero de los que nadie parece que tenga ganas de llevar a la práctica.

Derivados.
Los derivados son activos financieros cuyo precio depende de otros activos financieros. Por ejemplo, de acciones. O de bonos. O de las posibilidades de que la empresa X suspenda pagos. O de que el precio del cobalto baje de un determinado nivel. O que —y esto no es broma— de todas las cosas anteriores. Su volatilidad es tal que Warren Buffett, el hombre más rico del mundo y el mayor inversor de las últimas tres díécadas, los ha calificado de "armas de destrucción masiva financiera". Mejorando lo presente, no están regulados. Ni van a estarlo, aunque se ha reforzado su regulación.

'Exit Strategy'.
O sea, 'estrategia de salida'. Los estados han gastado lo que no tení­an apoyando a los bancos y aumentando el gasto. Por la misma razón, los bancos centrales han imprimido billetes como locos y han comprado activos que no valen nada (para más detalles, víéase 'ratings'). La cuestión, ahora, es cómo recobrar la cordura. Si los estados dejan de gastar, la tenue reactivación puede venirse abajo. Si siguen gastando, los díéficit van a explotar, y no hay paí­s que pueda endeudarse indefinidamente. Igualmente complicada es la situación de los bancos centrales. Si dejan de inyectar dinero y de comprar tí­tulos-basura, la crisis puede retornar multiplicada mil veces. Pero si siguen con su actual polí­tica, pueden provocar otra 'burbuja' o una explosión de inflación.

FMI.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) es la principal institución financiera y económica mundial. Junto con el Banco Mundial y la Organización Mundial del Comercio (OMC) forma algo así­ como una ONU de la economí­a. El problema es que el reparto de poder en el FMI refleja la situación de la economí­a mundial hace unos 50 años. En otras palabras: los paí­ses europeos tienen una representación brutal, y el mundo en desarrollo—sobre todo las economí­as dinámicas de Asia— no pintan nada. No es una exageración: en 2010 China se va a convertir en la segunda mayor economí­a del mundo, pero en el FMI tiene menos poder que Italia. E India cuenta menos que Bíélgica. Si esa situación no se corrige, los grandes mercados emergentes crearán sus propios sistemas de cooperación y esta tenue 'ONU económica' que coordina, hasta cierto punto, polí­ticas, se vendrí­a abajo, con lo que habrí­a mucha más inestabilidad (para más detalles, víéase 'Cuenta corriente').

Ratings.
Los 'ratings' son las calificaciones de la deuda. Una calificación de la deuda es una evaluación, supuestamente independiente, de una emisión de deuda. El evaluador dice si esa empresa o banco puede suspender pagos, con lo que los bonos de la emisión podrí­an perder todo o parte de su valor y el que los han comprado pierde todo su dinero. Los bancos estadounidenses titulizaron las 'hipotecas basura'. O sea, las convirtieron en bonos que luego vendieron, y las agencias de calificación de riesgos siempre dijeron que esos bonos tení­an tantas posibilidades de tener problemas como la deuda del Estado de Suiza. Pero ahora esos bonos no valen ni el 10% de lo que pagaron por ellos quienes los compraron hace, por ejemplo, tres años.

Así­ que las agencias de calificación de riesgos inflaron sus 'ratings', algo comprensible, porque ellas cobran de quienes emiten deuda (y nadie va a pagar a una agencia para que le diga que sus bonos tienen tanto valor como el dinero del Monopoly). El G-20 está pasando de puntillas sobre este problema, a pesar de que íésta es una de las causas de la crisis.

Remuneración.
La UE quiere que la remuneración variable de los empleados de los bancos estíé sujeta por ley a lí­mites. EEUU solo quiere que los reguladores supervisen eso, pero sin normas muy claras y, sobre todo, sin dedicarle muchos recursos. El debate gira en torno a tres criterios:

1) Medir la remuneración como porcentaje de los activos del banco.

2) Fijar la remuneración variable en relación a las operaciones que cada empleado ha hecho (por ejemplo, si íéstas han sido un desastre, deberí­a perderla, algo que con frecuencia no sucede).

3) Fijar la remuneración en función del tipo de operaciones que el empleado ha hecho: si íéstas se han materializado en un beneficio real, adelante con su 'bonus', pero si los beneficios sólo son "sobre el papel" (es decir, si la operación todaví­a no ha concluido), que espere a que el banco verdaderamente 'haga caja' y esas plusvalí­as sean reales.


Supervisión.
Es el control de los riesgos de las entidades financieras por parte de los Estados. Es decir, los lí­mites al apalancamiento, el control de los riesgos (quíé tipo de activos tienen los bancos) y las reservas de capital de las entidades.

Esta crisis parece haber extendido la idea de que hay que desincentivar la creación de 'superbancos', es decir, de entidades que son capaces de tumbar todo el sistema si se viene abajo. Una vez más, los hechos hacen que esas buenas ideas se queden en nada: la crisis ha generado una enorme concentración bancaria en EEUU. Hace dos años, sólo un banco estadounidense, Citigroup, tení­a más del 10% de los depósitos. Hoy son cuatro entidades los que superan esa barrera: Citigroup, Bank of America, JP Morgan Chase y Wells Fargo.

Otro aspecto clave es la 'supervisión dinámica'. En otras palabras: los bancos necesitarán tener más capital en momentos de bonanza económica (el objetivo, imitando a Esopo, es que la cigarra se convierta en hormiga y ahorre cuando las cosas van bien). Y tambiíén necesitarán tener más reservas cuando inviertan en activos considerados de riesgos (víéase 'derivados'), o cuando vendan titulizaciones de críéditos (víéase 'ratings').



En individuos, la locura es rara; en grupos, partidos, naciones y épocas, es la regla", Nietzsche.

otromundis

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Re: Un diccionario para entender la Cumbre de Pittsburgh
« Respuesta #1 en: Septiembre 25, 2009, 09:39:33 am »
Me ha gustado ese diccionario. Clara y sencilla explicación.


Quizá le falta añadir: empleo (quizá implicito en el conjunto de los temas), y ese impuesto que están ideando en poner a las transacciones financieras ¿internacionales?.


En cuanto a ese impuesto a las transacciones financieras (inversiones y similares), ¿no resulta una paradoja que los gobiernos critiquen a los bancos por las comisiones que cobran -incluí­das transferencias e inversiones- y que ahora quieran los gobiernos cobrar por ello?
No obstante, parece que lo que piensan es que los pequeños inversores puedan deducirse lo que hayan pagado del impuesto.


En cuanto al empleo, veremos a ver quíé resulta de la reunión.