Además de ser una referencia en el mundo del motor en lo que a propulsión se refiere (elíéctricos, híbridos o coches de hidrógeno), Japón vive ahora una revolución encaminada a inaugurar la conducción del futuro.
Según dijo un portavoz de Toyota, el mayor fabricante de automóviles del mundo, "la tendencia es a que los sistemas de seguridad inteligente, tanto en la carretera como en el vehículo, converjan en uno solo".
"Estas nuevas tecnologías harán que la seguridad vial en Japón gire más en torno a las infraestructuras", indicó el portavoz del primer fabricante mundial de automóviles.
Japón es en la actualidad uno de los países con la red viaria más moderna del mundo, en la que la autovías atraviesan sus principales ciudades a decenas de metros de altura, entre rascacielos y vías ferroviarias, a lo que se suman sistemas dedicados a informar sobre atascos y accidentes con gran precisión.
Gestionar millones de coches a diario y reducir las cifras de siniestralidad es uno de los principales objetivos del Gobierno y los fabricantes de coches nipones, algo para lo que el sector de la automoción destina gran parte de sus inversiones en Investigación y Desarrollo.
La mejora de las ventas y de la movilidad relacionada al coche es una de las razones por la que la industria automovilística es, junto con la de telecomunicaciones, la que más gasta en inversión I+D en todo el sector manufacturero japoníés.
Según Toyota, ya han comenzado a dar los primeros pasos para armonizar los avances tecnológicos dentro y fuera del vehículo, para lo que están comenzando a desarrollar sistemas de sensores en la carretera que puedan ser interpretados por el coche y ayuden al conductor a evitar accidentes.
El futuro cercano de las carreteras, según los fabricantes japoneses, estará dominado por coches capaces de detectar la proximidad de peatones, cuándo un semáforo va a ponerse en verde y cuál es la ruta más adecuada para ahorrar tiempo.
Según las últimos prototipos de los fabricantes japoneses, que podrán verse el próximo mes en el Salón del Automóvil de Tokio, el coche del futuro se guiará por cámaras que detectarán incluso el estado anímico o físico del conductor.
Toshiba presentó junto con Honda a principios de mes un sistema que detecta a peatones a travíés de cámaras y los diferencia de otros objetos de la calzada, un avance que permitirá al conductor saber en todo momento los peligros cerca del vehículo.
Nissan, por su parte, ha conseguido a travíés de un sistema de cámaras y un programa de control facial que el coche sepa quíé conductor está al volante y detecta si se está durmiendo, a lo que responde con sacudidas del cinturón de seguridad.
Asimismo, un detector en la palanca de cambios mide la transpiración del conductor y los olores del habitáculo para saber si ha bebido y evita que inicie la marcha, algo similar a lo que ha desarrollado Toyota y su filial de camiones Hino para aplicar a profesionales del transporte.
Si el conductor intenta saltarse el control del coche inteligente, el sistema de reconocimiento facial percibirá las diferencias y emitirá un aviso.
Las similitudes con el "coche fantástico" llegan hasta la posibilidad de que el vehículo alerte de obstáculos en la vía antes de que sean perceptibles por el propio conductor, como coches parados a la vuelta de una curva o frenazos repentinos.
Con este objetivo, Toyota trabaja con el sector público y empresas de infraestructuras para completar su "Sistema de Transporte Inteligente", que podría ser ensayado en un entorno real el próximo año.
"El sistema quiere reducir las víctimas de accidentes y hacer el transporte por carretera más sostenible", informó Toyota en un comunicado sobre los avances en el proyecto.
En un país donde el transporte público, especialmente el ferroviario, es uno de los más eficientes y puntuales del mundo, los ciudadanos optan cada vez menos por el automóvil, mientras que se espera que para 2010 casi una cuarta parte de los conductores japoneses tengan más de 60 años.
Otro de los problemas que los científicos japoneses quieren evitar es la creación de congestiones debido al conocido como "efecto ola", por el que un coche que frena crea un efecto dominó que extiende los famosos parones en las carreteras.
El equipo del profesor Yuki Sugiyama, de la Universidad de Nagoya, propone evitar esos vaivenes a travíés de modelos matemáticos que permitan a los coches llevar una velocidad constante y relegue los atascos al pasado. (Con información de EFE/APB)