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Autor Tema: El reporte Stiglitz-Sen...  (Leído 415 veces)

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El reporte Stiglitz-Sen...
« en: Septiembre 29, 2009, 10:53:17 am »
Por...  Juan Camilo Restrepo

Los datos divulgados por el Dane sobre lo que fue el crecimiento del PIB en Colombia en el segundo trimestre del 2009 (-0,5%) no resultaron halagí¼eños. Completamos tres trimestres consecutivos de crecimiento negativo: el último del 2008 y los dos primeros del 2009. Para salvar el año en curso, o sea, para lograr pasarlo con un crecimiento cercano a cero pero de signo positivo, habrá que hacer un esfuerzo importante durante el segundo semestre. Apenas comparable al de los alumnos que perdiendo el parcial se la juegan toda en la nota del final.

Sin embargo, así­ lográramos crecer con signo positivo en este año, hay algo de sentido común que dice que los indicadores sociales van mucho menos bien en Colombia que los que mide el PIB. Las cifras sobre pobreza e indigencia que divulgó no hace mucho Planeación Nacional; el creciente desempleo; los problemas mayúsculos de movilidad que exhiben algunas grandes municipalidades; las deficiencias protuberantes de la justicia; y los inquietantes í­ndices de inseguridad urbana, nos dicen a gritos que existen otros factores para medir el bienestar de la gente: distintos a las frí­as tendencias que refleja el PIB.

¿Cómo medir de mejor manera el bienestar de la gente con indicadores estadí­sticos diferentes al tradicional PIB? Tal es precisamente lo que se propuso responder el reporte que encargó el presidente Sarkozy de Francia a un grupo de distinguidos expertos encabezados por los premios Nobel Joseph Stiglitz y Amartia Sen y por el economista francíés Jean Paul Fitoussi.

Algunos ejemplos proporcionados por los mismos autores del estudio ilustran lo que quiere decirse. Los gastos en salud representan 15% del PIB en Estados Unidos y 13% en Francia. ¿Significa lo anterior que el bienestar míédico de los norteamericanos es superior al de los franceses? Desde luego que no. Basta pensar en el dramático debate sobre el desvencijado e injusto sistema de salud que impera en los Estados Unidos, y los inmensos esfuerzos que hace ahora mismo el presidente Obama para reformarlo, para percibir que las cosas son al revíés.

Otro ejemplo: entre el 2000 y el 2008 el PIB per cápita real de los Estados Unidos se incrementó en un 9%. Sin embargo, una encuesta reciente muestra que durante el mismo periodo 50% de la población norteamericana vio disminuir su ingreso en un 4%. O sea, el hecho de que el PIB mejore no significa que la suerte de todos los estratos sea la misma. Un paí­s, como un conjunto, puede enriquecerse, pero porciones muy considerables de su población pueden empobrecerse al mismo tiempo. Más que al producto bruto agregado hay que mirar al comportamiento del ingreso de los diversos tipos de hogares para descubrir si el bienestar está mejorando o degradándose, subraya el informe.

Nada de esto es nuevo por supuesto. Ya en el pasado las Naciones Unidas, con el í­ndice de desarrollo humano, habí­an buscado incorporar medidas alternativas al tradicional PIB. El mismo Amartia Sen ha insistido muchí­simo sobre este punto en varios de sus libros.

Quizás lo que es nuevo en esta ocasión es el íénfasis polí­tico que quiere imprimirle Francia a esta iniciativa. Ya logró el apoyo de la OECD para incorporar í­ndices de bienestar (alternativos al PIB) en sus publicaciones periódicas. Y el presidente Sarkozy ha anunciado igualmente que llevará la idea como una de las propuestas centrales de su paí­s a la próxima cumbre del G-20. Quizás entre nosotros Planeación Nacional, o el mismo Dane, deberí­an ir pensando en algo parecido.


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