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Autor Tema: ¿A quíé temen Israel y EEUU?: Rusia y la clave del ataque a Irán  (Leído 2143 veces)

Varmys

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Los expertos militares coinciden: Si un posible ataque militar del eje EEUU-Israel no consigue neutralizar y/o debilitar en pocos minutos el sistema de defensa iraní­ (principalmente su capacidad de respuesta aíérea) en un "golpe sorpresa", se expone a un contraataque iraní­ a ciudades e instalaciones militares claves en Israel, y a una reacción islámica generalizada de difí­cil pronóstico en Medio Oriente. Este es el punto donde Moscú se convierte en un actor clave del conflicto.     

Según analistas de Washington y Tel Aviv, los temores de Washington y del estado mayor militar judí­o no se centran tanto en el contraataque sino en la capacidad defensiva de Irán.

Si en el primer escenario, con un ataque demoledor sobre las instalaciones militares y nucleares iraní­es, no se consiguen los objetivos de paralizar la defensa iraní­ y destruir los blancos nucleares buscados, se activarí­a un segundo escenario con una reacción islámica generalizada (guerra irregular o asimíétrica) contra diferentes blancos  de Israel y EEUU en la región.

Expertos israelí­es y norteamericanos coinciden en que si bien un ataque Israel (o combinado con EEUU) es capaz de producir un "severo daño" a las usinas iraní­es no garantiza en ningún caso acabar completamente con el programa nuclear o con el sistema defensivo de Irán.

Un "íéxito" de la defensa iraní­ en los primeros momentos del ataque (además de posibilitar un demoledor contraataque iraní­) generarí­a un teatro de operaciones para el cual Washington y Tel Aviv no están preparados, dado que (y al margen de la supremací­a abrumante de su poder aíéreo y naval) carecen de capacidad para una guerra terrestre generalizada en Irán y el Medio Oriente, donde (además de una guerra asimíétrica contra las organizaciones islámicas) deberí­an enfrentarse al aparato militar iraní­ (convencional e irregular) compuesto por dos millones de efectivos movilizados y en capacidad de combate.

Ante un posible fracaso del golpe USA-israelí­ inicial, el ríégimen iraní­ podrí­a iniciar una contraofensiva hacia tres blancos estratíégicos:

1) Cierre del Estrecho de Ormuz, a travíés del cual pasa más del cuarenta por ciento de las exportaciones del petróleo mundial. En este escenario, los precios del petróleo podrí­an escalar hasta hacer estallar los mercados mundiales potenciando la crisis económica mundial a niveles inimaginables.

2) Contraataque iraní­ con cohetes de medio alcance contra ciudades, instalaciones militares, infraestructura y sistema de comunicación de Israel, que podrí­a incluir un ataque al Comando Central de Washington (Centcom) en Qatar; instalaciones y bases militares militares en Irak e infraestructura energíética de Arabia Saudita y de los Estados del Golfo.

3) Lanzamiento por parte de la Guardia Revolucionaria iraní­ y de los grupos islámicos de una  guerra asimíétrica regional contra Israel y EEUU en Lí­bano, Siria, Arabia Saudí­, Irak y Palestina, generando un teatro bíélico generalizado contra instalaciones y oficinas de petroleras y transnacionales del "mundo occidental", incluidas la europeas.

Este es el punto donde Rusia, según los expertos, se convierte en una actor clave del conflicto y de la guerra latente en Medio Oriente.

Moscú, además de ser un socio estratíégico (militar y comercial) de Irán, tiene la llave que abre o cierra el "íéxito" o el "fracaso" de un ataque militar militar sionista contra blancos nucleares y militares iraní­es.

Esa llave (que desvela a los estrategas y planificadores de Washington y Tel Aviv) es el sistema de misiles antiaíéreos S-300 que Moscú vendió a Teherán , y cuya entrega continúa en un misterio, ya que Rusia niega su concreción y el ríégimen de Irán afirma que ya están en su poder.


 
 
En diciembre de 2005, Rusia vendió a Irán 29 misiles Tor-M1, por valor de US$ 700 millones de dólares, y posteriormente concretó otro contrato  lde US$  US$800 millones, que prevíé el suministro de cinco sistemas S-300, cuya ejecución  se aplaza por motivos polí­ticos, según Moscú.

Diversos funcionarios iraní­es y medios de comunicación internacionales anunciaron en más de una oportunidad que Moscú procedió finalmente al enví­o de cinco sistemas de misiles S-300 a Irán, pero la parte rusa siempre lo desmintió.

El carácter estratíégico (en un escenario de ataque sionista a Irán) que revestirí­a dicho sistema de defensa en manos iraní­es, genera presiones constantes a Moscú por parte de EEUU, Israel y la Unión Europea para evitar que los misiles S-300 neutralicen el accionar de los cazas y bombarderos sionistas en un hipotíético raid contra las usinas nucleares y las instalaciones militares de Irán.

La presión diplomática de la administración de Obama o la reciente reunión secreta de Netanyahu con el presidente Medvíédev forman parte de ese objetivo, que -según coinciden especialistas en Washington y Tel Aviv- no han conseguido ningún resultado positivo para el eje sionista.

Según su descripción tíécnica proporcionada por la Defensa rusa, el S-300 (SA-10 Grumble, según la OTAN) es un sistema antiaíéreo diseñado para proteger instalaciones militares y centros industriales y de mando de los ataques masivos desde el aire y el espacio.

Es capaz de destruir todo tipo de aviones, misiles balí­sticos y de crucero y teóricamente, puede atacar objetivos terrestres.

La versión básica de S-300 incluye un radar multifuncional, rampa de lanzamiento móvil y medios de localización de objetivos y guiado. Está provisto de misiles de combustible sólido de una etapa que alcanzan la velocidad máxima superior a 2.000 metros por segundo. Alcance: de 3 a 150 kilómetros, altitud de destrucción de blancos: de 20 metros a 30 kilómetros.

El sistema S-300 es capaz de efectuar el seguimiento simultáneo de 6 blancos y disparar contra ellos hasta 12 cohetes a la vez.

Las diferentes versiones de este complejo cuentan con una mayor velocidad de ataque, rango, guí­a por sistema de televisión y capacidad ABM.

A diferencia del Patriot estadounidense, que no puede derribar objetivos a una altura inferior a 60 metros, el S-300 es capaz de abatir aviones y misiles de crucero a cualquier altitud, a partir de 10 metros. Otra ventaja del S-300 sobre el Patriot consiste en el despegue vertical, factor que permite contraatacar un objetivo procedente desde cualquier dirección sin necesidad de girar la plataforma de lanzamiento.

El modelo Patriot tarda media hora en ponerse en posición de ataque, mientras que el ruso S-300 lo hace en menos de 5 minutos.

¿Y quíé puede pasar si los sistemas S-300 rusos son instalados en Irán?

En primer lugar se reducirí­a en grados notables la capacidad de destrucción de las usinas nucleares y de las instalaciones militares de Irán por un ataque aíéreo judeo-estadounidense, y se crearí­an las  condiciones para una respuesta iraní­ "fulminante"  que pondrí­a a Medio Oriente en el tablero de una "guerra generalizada".

En segundo lugar, se potenciarí­an las bajas de aparatos y aviadores israelí­es (o norteamericanos) precipitando una crisis en Washington y Tel Aviv, y se desdibujarí­a la posibilidad de una reacción interna contra el ríégimen de los ayatolas, uno de los objetivos centrales que guiarí­a una operación militar sionista contra Irán.

Esa la explicación más coherente  de porquíé el sistema S-300 ruso se ha convertido en la pesadilla de Washington  y de Tel Aviv.

Varios medios rusos informaron que el primer ministro israelí­, Benjamí­n Netanyahu estuvo de visita secreta en Moscú este mes para solicitar a Rusia que no entregase a Irán sus misiles antiaíéreos  S-300.

"El primer ministro Netanyahu viajó a Moscú. Lo hizo a puerta cerrada. Fue su decisión", reconoció Medvedev en una entrevista con la cadena de televisión estadounidense CNN en su residencia de Barvikha, cerca de Moscú, cuya reproducción escrita fue publicada en el sitio de internet del Kremlin.

Si bien Tel Aviv confirmó la visita, se guardó entre siete llaves los temas tratados.

Ni la CIA ni el Mossad israelí­ tienen la certeza total: ¿Y si los cinco sistemas S-300 ya se encuentran en Irán?

Ese el dilema que deben resolver los halcones sionistas de Washington y Tel Aviv antes de apretar el disparador.
Manuel Freytas