elmundo.es/Begoña P. Ramírez
Madrid.- El 'Nuevo Virgen de la Barca' volverá a Terranova 15 años despuíés de que lo echaran de allí las prohibiciones internacionales. A las mismas aguas que los arrantzales pusieron en el mapa hace cinco siglos, cuando empezaron a pescar bacalao y a conservarlo en salazón para traerlo a puerto y convertir el 'Gadus morhua' en fuente de proteínas y tesoro culinario.
La Organización de Pesquerías del Atlántico Norte (Nafo) acaba de conceder a España un TAC (Total Admisible de Capturas) de 787 toneladas de bacalao, dando así por finalizada la prohibición de pescarlo en la zona conocida como Flemish Cap, a unos 500 kilómetros de Terranova. No son muchas toneladas, reconocen los armadores. Sin embargo coinciden con el Gobierno en calificar de "hecho histórico" lo que se considera ya la recuperación de un caladero dado por muerto.
El problema es que, en casi díécada y media de inactividad, la orgullosa flota bacaladera española ha quedado reducida a siete barcos, dos parejas y tres bous, de dueños gallegos y vascos. Han sobrevivido gracias al bacalao noruego. Velaspex, la empresa explotadora del Arosa catorce y el Arosa quince, tiene allí una cuota de 1.700 toneladas, lo que le da para mareas de no más de tres meses. El resto del año, sus barcos permanecen en el puerto de Pasaia (Guipúzcoa) "amarrados y gastando", se queja su gerente, Ignacio Urcola.
"La flota congeladora española casi ha desaparecido", explica el gerente de la Cooperativa de Armadores de Vigo, Josíé Antonio Suárez Llanos. De los 117 barcos congeladores que faenaban durante los 90 han quedado apenas 17, dedicados al fletán, y una docena más en puertos del sur de España.
Cuando se descubrió el valor económico de ese pescado blanco y sin espinas, los fletaneros españoles superaban la cuarentena. Despuíés llegó el apresamiento del Estai, en 1995, y los problemas con Canadá, que insistía en ampliar su jurisdicción más allá de las 200 millas. Tambiíén la sobrepesca, del insípido fletán y del sabroso bacalao. Hoy en día siguen viviendo del Gadus, en Galicia y el País Vasco, medio millar de personas.
En enero, los bacaladeros deberán repartirse la escasa cuota de Terranova, que acompañarán con las toneladas concedidas de otras especies como la gallineta. "Irán sólo uno o dos barcos", prevíé Ignacio Urcola. No compensa un viaje de casi dos semanas hasta la isla canadiense, con el gasóleo a 40 cíéntimos el litro, para pescar "cantidades prácticamente simbólicas".
Menos aún con los precios del bacalao por los suelos. El año pasado, dice Urcola, cayeron hasta un 40%. En España el kilo de bacalao salado se paga a 3,5 euros, cuenta el presidente de la asociación de bacaladeros Arbac, Miguel Iriondo. La competencia del bacalao ruso y del islandíés es "atroz", resalta Urcola. "Un marinero ruso", añade, "cobra 10 veces menos que uno español".
En las próximas semanas la UE firmará con Canadá un acuerdo económico bilateral que debería resolver algunos de los problemas pendientes desde la guerra del Estai. Los barcos españoles y portugueses no pueden entrar en los puertos canadienses para avituallarse, ni se permite a los armadores españoles comprar barcos con bandera del país norteamericano.