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Autor Tema: Contaminación acíºstica  (Leído 460 veces)

Orpheo

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Contaminación acíºstica
« en: Octubre 18, 2009, 10:33:31 am »
JUAN T. DELGADO13 de octubre de 2009.- El alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, ha prohibido tocar instrumentos de percusión en el Parque del Retiro. La excusa es que cualquier modalidad de tambor o timbal genera "contaminación acústica".

Para quien no lo conozca, el Retiro es el jardí­n más emblemático de la capital de España. Tiene 120 hectáreas y cerca de 15.000 árboles. Obviamente, no hay tráfico rodado, así­ que el fragor de los timbales puede molestar, como mucho, a las ardillas que escalan por la arboleda o a los peces atiborrados de la comida que lanzan los turistas.

El pasado sábado -primer dí­a de aplicación de esta ley del silencio- habí­a ocho coches patrulla con sus correspondientes 16 policí­as municipales -sin contar los secretas- aparcados a orillas del lago. Habí­a que vigilar la aplicación estricta de la ley. A partir de ahora, quien no lo respete, pagará la correspondiente multa.

Los madrileños, pues, tienen desde el pásado fin de semana una nueva sanción en el amplio catálogo de "castigos" que viene aplicando el ayuntamiento desde que la crisis del ladrillo dejó de inyectar liquidez a las castigadas arcas municipales.El Ayuntamiento de Madrid acumula una deuda de casi 7.000 millones de euros, la más alta de España, fruto del desarrollo de por proyectos faraónicos. Así­ se explica que el consistorio liderado por Ruiz-Gallardón haya diseñado un plan para recaudar dinero a toda velocidad, utilizando los dos canales que llevan más directo al bolsillo: las tasas y las sanciones.

Cuando el polí­tico popular llegó a la alcaldí­a, el presupuesto de ingresos por cobro de multas rondaba los 23 millones de euros. Este año, el ayuntamiento prevíé embolsarse más de 270 millones, 10 veces más. Lo paradógico -y lamentable- de esta polí­tica recaudatoria es que la sanción vaya por delante del incumplimiento de la ley. ¿No deberí­a ser al revíés? O sea, que el consistorio ataje el aumento de las infracciones con un incremento de las multas.

En el fondo, lo que sucede en Madrid es sólo un botón de muestra -eso sí­, muy exagerado- de la falta de previsión y la ausencia de miras que ha llevado a decenas de miles de ayuntamientos al borde de la quiebra tíécnica. Casi nadie supo -o quiso- vislumbrar el futuro con luces largas, tal y como se lamentaba hace poco en esta casa el secretario general de CCOO, Ignacio Fernández Toxo.

Salvo raras excepciones, la inmensa mayorí­a de las corporaciones municipales ha vivido los años dorados de la economí­a española explotando la chequera en blanco que le proporcionaba el 'boom' de la construcción, subvencionando obras inverosí­miles, engordando el plantel de personal público, fomentando -seguro que usted conoce algún caso- el enchufismo.

Fruto del exceso de optimismo y la falta de prudencia es la monumental deuda que acumula hoy el conjunto de los municipios de este paí­s: 32.677 millones de euros, según el último balance del Banco de España.

Hasta que los números municipales empiecen a perder el color rojo, los consistorios seguirán engordando las tasas que pagan -pagamos- los ciudadanos; o sea, los sufridores de la recesión. Y aumentando el presupuesto de ingresos ví­a multas. Lástima que Gallardón, inexplicablemente, aún no aplique con rectitud las sanciones que prometió contra quienes no recogen la mierda que sus perros dejan en la calle. Eso sí­ que contamina y no los timbales.



En individuos, la locura es rara; en grupos, partidos, naciones y épocas, es la regla", Nietzsche.