PABLO PARDO desde WASHINGTON
20 de octubre de 2009.- Por primera vez en la Historia, la gente corriente y moliente puede decidir su futuro financiero. Es más: no nos queda más remedio que hacerlo. Tenemos que decidir si nos hacemos un plan de pensiones (y, cuando lo ejecutemos, le regalamos una parte de nuestro ahorro al Estado en forma de impuestos), si compramos una casa o vivimos de alquiler, si entramos en un fondo de inversión o en un depósito...
Históricamente, las cosas no han sido así. La gente corriente y moliente era (íéramos) siervos de la gleba, trabajábamos para el amo, teníamos el mismo oficio que nuestros padres y lo más que podíamos hacer era llegar a tener algo de dinero debajo del colchón (si es que no vivíamos en una economía de trueque), en la confianza de que los esbirros del jefe de la tribu no lo descubrieran y nos lo quitaran. El críédito solía ser usura, y el concepto de inversión inexistente.
Con la excepción de los esbirros del jefe de la tribu confiscatorios de dinero (que hoy reciben otro nombre, pero hacen fundamentalmente lo mismo), las cosas hoy son muy diferentes. Los ciudadanos no tenemos más remedio que decidir nuestro futuro económico.
Lamentablemente, es una maravillosa oportunidad que estamos desperdiciando. Porque nadie nos ha educado para eso. La educación que recibimos hoy en día es histórica, destinada a producir ciudadanos con los conocimientos básicos del hombre medieval.
Y eso es un error catastrófico. Los niños deberían aprender en la escuela quíé son los tipos de interíés, quíé es un banco, quíé diferencias hay entre un depósito y un fondo de inversión (que no es menor: hasta los 100.000 euros, su dinero está garantizado por el Estado en un depósito; pero en un fondo de inversión usted puede perderlo todo), en quíé se diferencia un bono de una acción, y una quiebra de una suspensión de pagos, quíé es un banco central, quíé es un 'hedge fund' (no se ría: su fondo de inversión puede estar invirtiendo su dinero en un 'hedge fund' sin que usted tenga ni repajolera idea), etcíétera... Si supiíéramos eso desde la escuela, nos podríamos ahorrar muchos disgustos. Y, de paso, obligar a los bancos a trabajar para nosotros, no viceversa.
Pero seguimos anclados en una educación que ignora el mundo en el que vivimos. Yo salí del colegio (hace dos díécadas largas) con una formidable capacidad para distinguir catedrales utilizando como criterio al coche que estaba aparcado delante o el color del toldo de la tienda de al lado del monumento. Pero, si en vez de torturarnos con una interminable lista de diapositivas de monumentos que luego teníamos que identificar en los exámenes como si aquello fuera un concurso de la tele, el 'fantástico' profesor Josíé Manuel Guerrero nos hubiera explicado la diferencia entre una caja de ahorros y un banco, nos habría enseñado algo útil.
La necesidad de adecuar la educación al siglo XXI, y no al XIV, no sólo vale para las catedrales o los bancos. Tambiíén para, por ejemplo, la comida. Eso es lo que está intentando el cocinero español Josíé Andríés en el colegio de sus hijas, en Washington. A partir de enero, Andríés va a empezar a dar una asignatura titulada 'Food and life' ('Comida y vida') en el colegio de sus hijas. De nuevo, el fundamento es el mismo: en un momento en el que, por primera vez, gran parte de la especie humana puede decidir quíé come (algo que hasta hace poco era un lujo), nuestra incultura al respecto es abismal. Así nos va, con una plaga de obesidad y, en EEUU, diabetes, y con un creciente abismo entre la calidad de la alimentación que tiene la población con rentas altas y la menos favorecida (y es que, como explica Andríés, "es mucho más barato producir una Coca-Cola que un calabacín orgánico").
La idea de Andríés —que cuenta con el respaldo verbal del secretario de Agricultura de EEUU, Tom Vilsack— es explicar a los niños una serie de cosas, como la Historia de la comida, el impacto de la contaminación en las cocinas (en países en vías de de desarrollo, las cocinas suelen presentar riesgos para la salud), el hambre en el mundo, o quíé tipo de alimentos son más sanos (en este sentido, la actitud del cocinero es clara: "Las comidas procesadas son lo más parecido que hay con seres humanos al engorde de patos para hacer patíé").
Si se nos educara para que fuíéramos capaces de decidir con un mínimo conocimiento de causa quíé hacer con nuestro dinero y quíé comida comprar, seríamos más ricos, más sanos y menos estresados. De lo contrario, seguiremos preparándonos para tener "todo el pasado por delante". Aunque no parece que vayan por ahí los tiros. Por lo que síé, Guerrero es ahora jefe de estudios de mi antiguo colegio.