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ABC.es | MADRID
«Suicídese, s'il vous plaí®t!»: así titula la revista Vanity Fair un reportaje en su última edición en el que se destapa quiíén se beneficia de los suicidios en la compañía francesa France Tíélíécom.
A travíés de múltiples entrevistas a empleados, miembros sindicales y directivos, la periodista va desentrañando el misterio de los 25 suicidios y los 15 intentos más en año y medio. Y es que, los directivos se propusieron el objetivo de recortar personal para reducir costes: como muchos eran funcionarios, había que conseguir que se fueran por su propio pie.
Relatos macabros de los suicidios como que una empleada conversó con un compañero durante una hora hasta que se dejó arrollar por un tren, algo que ella tambiíén escuchó o que otro trabajador de France Tíélíécom se ahorcó con un cable de telíéfono, se combinan con los datos más escandalosos sobre las muertes y depresiones masivas en la empresa: en 2008 los 100.000 trabajadores sumaron 2 millones de días de baja por enfermedad al año, entre un 15 y un 40% del sueldo de los directivos dependía de su capacidad para desmotivar y provocar que los empleados abandonasen la compañía y así hasta configurar incluso el perfil del suicida: varón, funcionario, de entre 50 y 60 años.
Los míétodos para promover las bajas eran espeluznantes: movilizar a la gente de puesto de trabajo, de oficina y de ciudad varias veces sin motivo, pasar a un informático a «marketing» y un tíécnico a teleoperador eran los más suaves. Las declaraciones cortan la respiración: «Cada mañana, en el camino que me llevaba de casa al trabajo, lloraba»; «Los funcionarios no pueden perder su trabajo, pero les podemos exigir que hagan lo que sea donde sea. A los que tienen contrato, no podemos pedirles que hagan cualquier cosa en cualquier lugar. ¡Pero los podemos despedir!»; «Yo he visto cómo un director, en público, apuntaba con el dedo a una persona y decía: "Por su culpa no habíéis alcanzado la prima". ¡Imagínate! ¡Todo el mundo estaba en contra suya!».El lema «Una llamada, una venta» serigrafiado en la oficina, no era un objetivo, era casi una obligaciónY es que, no sólo los directivos ganaban más si conseguían más bajas de funcionarios y despedían a más gente, sino que el salario de los trabajadores tambiíén dependía de lo que vendieran en tíérminos extremos, tanto es así que en las oficinas aparecía seriagrifado «Una llamada, una venta». De hecho, por vender poco, por levantarse mucho al baño o irse un minuto antes del puesto, un empleado recibía amonestaciones graves o retirada de una parte del salario.
Pero France Tíélíécom mientras facturaba 53.000 millones de euros en 2008 y negaba rotundamente estas acusaciones, hasta llegar a escuchar el siniestro argumento del responsable de Recursos Humanos de la compañía: «La cantidad de suicidios no ha aumentado estos años. Le recuerdo que en el 2000 hubo 28 casos y en el 2002, 29».
Sin embargo, en septiembre de 2009 saltó el último escándalo, en el que un trabajador dejó una carta acusando directamente a France Tíélíécom de su muerte: saltaron las alarmas, Sarkozy presionó a la compañía de la que el gobierno francíés participa en un 26% y se decidió destinar medio millón de euros a analizar los problemas de los trabajadores y han confiado enJean-Claude Delgenes para «crear un buen ambiente de trabajo», 12 años despuíés de que esta locura comenzase cuando se inició la privatización de France Tíélíécom, locura que consiguió un recorte de 30.000 empleados y el cierre de una de cada tres sedes en cinco años.
ABC.es | MADRID Actualizado Jueves , 19-11-09 a las 05 : 51«Suicídese, s'il vous plaí®t!»: así titula la revista Vanity Fair un reportaje en su última edición en el que se destapa quiíén se beneficia de los suicidios en la compañía francesa France Tíélíécom.
A travíés de múltiples entrevistas a empleados, miembros sindicales y directivos, la periodista va desentrañando el misterio de los 25 suicidios y los 15 intentos más en año y medio. Y es que, los directivos se propusieron el objetivo de recortar personal para reducir costes: como muchos eran funcionarios, había que conseguir que se fueran por su propio pie.
Relatos macabros de los suicidios como que una empleada conversó con un compañero durante una hora hasta que se dejó arrollar por un tren, algo que ella tambiíén escuchó o que otro trabajador de France Tíélíécom se ahorcó con un cable de telíéfono, se combinan con los datos más escandalosos sobre las muertes y depresiones masivas en la empresa: en 2008 los 100.000 trabajadores sumaron 2 millones de días de baja por enfermedad al año, entre un 15 y un 40% del sueldo de los directivos dependía de su capacidad para desmotivar y provocar que los empleados abandonasen la compañía y así hasta configurar incluso el perfil del suicida: varón, funcionario, de entre 50 y 60 años.
Los míétodos para promover las bajas eran espeluznantes: movilizar a la gente de puesto de trabajo, de oficina y de ciudad varias veces sin motivo, pasar a un informático a «marketing» y un tíécnico a teleoperador eran los más suaves. Las declaraciones cortan la respiración: «Cada mañana, en el camino que me llevaba de casa al trabajo, lloraba»; «Los funcionarios no pueden perder su trabajo, pero les podemos exigir que hagan lo que sea donde sea. A los que tienen contrato, no podemos pedirles que hagan cualquier cosa en cualquier lugar. ¡Pero los podemos despedir!»; «Yo he visto cómo un director, en público, apuntaba con el dedo a una persona y decía: "Por su culpa no habíéis alcanzado la prima". ¡Imagínate! ¡Todo el mundo estaba en contra suya!».El lema «Una llamada, una venta» serigrafiado en la oficina, no era un objetivo, era casi una obligaciónY es que, no sólo los directivos ganaban más si conseguían más bajas de funcionarios y despedían a más gente, sino que el salario de los trabajadores tambiíén dependía de lo que vendieran en tíérminos extremos, tanto es así que en las oficinas aparecía seriagrifado «Una llamada, una venta». De hecho, por vender poco, por levantarse mucho al baño o irse un minuto antes del puesto, un empleado recibía amonestaciones graves o retirada de una parte del salario.
Pero France Tíélíécom mientras facturaba 53.000 millones de euros en 2008 y negaba rotundamente estas acusaciones, hasta llegar a escuchar el siniestro argumento del responsable de Recursos Humanos de la compañía: «La cantidad de suicidios no ha aumentado estos años. Le recuerdo que en el 2000 hubo 28 casos y en el 2002, 29».
Sin embargo, en septiembre de 2009 saltó el último escándalo, en el que un trabajador dejó una carta acusando directamente a France Tíélíécom de su muerte: saltaron las alarmas, Sarkozy presionó a la compañía de la que el gobierno francíés participa en un 26% y se decidió destinar medio millón de euros a analizar los problemas de los trabajadores y han confiado enJean-Claude Delgenes para «crear un buen ambiente de trabajo», 12 años despuíés de que esta locura comenzase cuando se inició la privatización de France Tíélíécom, locura que consiguió un recorte de 30.000 empleados y el cierre de una de cada tres sedes en cinco años.
http://www.abc.es/20091118/internacional-europa/france-telecom-pagaba-directivos-200911182109.html