Las cosas pintan muy mal, porque es un asunto de cimientos
Por Santiago Niño Becerra
Son mis nuevas previsiones sobre España. En la actualización de las anteriores previsiones no cambian demasiadas cosas. Se mantiene, se confirma: las cosas pintan mal, porque es un problema de cimientos. Pregunten a una arquitecta o a un arquitecto: ¿cuál es el problema de los edificios antiguos?, pues que, o bien carecen de cimientos, o bien estos son díébiles, endebles, insuficientes. Mientras la situación de la zona se halla en equilibrio nada sucede en el edificio antiguo, pero cuando en la ciudad o pueblo acontece un fenómeno inhabitual, como unas inundaciones, por ejemplo, la catástrofe aparece. En la economía mundial eso está sucediendo, en la española, más. Pregúntenselo: ¿quíé hay debajo de la economía del planeta?, ¿quíé debajo de la española?: nada, o lo que es lo mismo: incertidumbre. Se ha llegado a la situación actual porque se ha crecido como se ha crecido: concediendo el acceso a un críédito hiperbarato, permitiendo que los niveles de deuda se disparasen y promocionando la producción de lo que sea y fomentando el megaconsumo de todo. Y apoyando los razonamientos en el corolario supremo: la inexistencia de barreras al tránsito de cualquier cosa: mala o buena, y rigiíéndose el conjunto por un principio que rezaría, inspirándonos en aquel Ministro de Industria español, que ‘la mejor regulación es la que no existe’. Ha sido verdaderamente brillante, lo que sucede es que todo acaba agotándose y cuanto más rápido van las cosas, más velozmente se agotan.
A 01/12/2009.
2009 2010 2011 2012 2013
PIB(*) -3,7/-3,6 -4,4/-4,2 -9,0/-8,5 -2,0/-1,5 0,0
Desempleo(**) 18/18,5 22/23 25/26 28/31 26
Inflación(***) -0,5/-0,4 -2,5/-1,5 -7,0/-5,5 1,0 2,0
(*) Tasa de variación: 31 de Diciembre sobre el 1 de Enero del año indicado.
(**) Población desocupada equivalente sobre población activa a 31 de Diciembre de cada año.
(***) Variación de los precios de consumo en el año indicado.
Ahora a todo se le ha puesto, a todo: inyecciones de productos estimulantes, inyecciones que, únicamente, están sirviendo para aguantar, un tiempo, unos meses, ¿por quíé?, pues porque hoy la situación es radicalmente diferente a la que era en la díécada de los 50.
El New Deal de Rossevelt fracasó, dicen, porque cuando, en 1937, se dejó de inyectar dinero, todo se vino abajo debido a que ni la velocidad ni la altura de la Economía eran suficientes para que pudiera remontar el vuelo; si, pero no. Entonces nadie vio que aquella era una crisis sistíémica y que debían producirse una serie de cambios -sistíémicos- para salir del marasmo en que se hallaba la economía y la sociedad; el New Deal inyectó muchos fondos, pero sin que se produjese ningún cambio sistíémico, por eso, cuando los fondos dejaron de fluir, el ‘antiguo escenario’, el de siempre, volvió a la situación de agotamiento que había desembocado en el crash del 29.
Ahora está sucediendo algo muy parecido. La evolución de los cambios que finalmente se introdujeron en la díécada de los 50 ha llevado a la situación de agotamiento en la que ahora se halla el modelo; de nuevo estamos ante una crisis sistíémica a la que se está pretendiendo curar a base de inyectarle fondos. Como entonces, y por lo mismo, la receta no funcionará, con dos agravantes: 1) la población está acostumbrada a un estándar de vida del que en los años 30, y en tíérminos comparativos, muy pocos disfrutaban, 2) en aquellos años la dinámica sistíémica apuntaba al alza, cosa que ahora es a la inversa; cierto: hoy contamos con un modelo de protección social que, aunque en vías de recorte, es infinitamente más de lo que entonces había.
A medida que los efectos generados por los estímulos se vayan diluyendo se irá despejando la dura realidad: no hay nada bajo nuestros pies, menos aún bajo los de una economía como la española de 46 millones de habitantes que ha crecido a base de ir al bulto.