El rostro del gestor de uno de los mayores multimillonarios de Míéxico el 11 de setiembre del 2001 era de crisis. Mientras se reunía con Bernard Madoff, la estrella de Wall Street que estafó por 65.000 millones de dólares a distintos inversionistas, en su despacho del Lipstick Building de Manhattan, ambos escucharon el ataque de uno de los aviones contra una de las torres del World Trade Center.
Madoff, por el contrario, se mostró frío. Lo primero que atinó a decir, cuando aún no se sabía quíé había causado el estruendoso sonido, fue: “No se trata de un accidente, sino de un ataque terrorista. Ahora cerrará el mercado y volverá a abrir en unos días con una fuerte bajadaâ€, según la información publicada por elmundo.es, a partir de una de las confesiones del acompañante de Madoff al escritor (autor de “El Caso Madoffâ€, “La esfera de los librosâ€).
Eso no fue todo. Ante la sorpresa del gestor, Madoff agregó que los ataques eran realizados por Al Qaeda y Bin Laden. Y añadió, muy tranquilo, que su cartera estaba protegida de desplomes bursátiles hasta el 20%. Y como para que su visitante se caiga de cabeza, sentenció que sacaría rentabilidad de la situación apostando a corto. Es decir, utilizaría la tíécnica de inversión de ganar dinero hundiendo valores.
El desenlace fue de película: el gestor le dijo a su representado que Madoff era un “un genio†y que debía confiarle su dinero. El estafador se hizo de rogar, luego les cobró una fuerte comisión, y más tarde, hace un año, el mismo genio estaba detenido y la inversión del multimillonario era simplemente un mal recuerdo.
Mientras íél perdió su dinero y Madoff pasa sus días en la cárcel, Bin Laden es el único de los tres que salió ileso e impune luego del fatídico día. Su fortuna familiar proviene, en una parte, de las inversiones que hizo en la bolsa.