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Autor Tema: Doctor enigma: la historia de Fernando Asuero  (Leído 1978 veces)

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Doctor enigma: la historia de Fernando Asuero
« en: Diciembre 21, 2009, 07:15:02 pm »
 Doctor enigma: la historia de Fernando Asuero


Más Allá de la Ciencia nº 249
Textos Janire Ramila


Hace ahora 80 años el mundo asistió impresionado a las curas milagrosas que el reputado doctor Fernando Asuero realizaba en su consulta. Paralí­ticos que volví­an a andar, epilíépticos que sanaban y dolencias que desaparecí­an gracias a la asueroterapia, un singular y misterioso míétodo descubierto por este míédico. í‰sta es su historia.

El 9 mayo de 1929 los periódicos El Pueblo Vasco y El Sol abrieron sus cabeceras con este titular: “¿Quíé sabe usted de las curas del doctor Asuero?”. Hasta sus redacciones habí­an llegado los comentarios de algunos ciudadanos que aseguraban haberse curado de graves dolencias gracias a un míétodo sencillo e indoloro descubierto por el míédico donostiarra Fernando Asuero.
Esta fue la chispa para que el mundo conociera lo que desde hací­a unos meses sucedí­a en San Sebastián en la consulta de un reputado doctor descendiente de una ilustre familia de cirujanos cuyo lema era:
“En combatir el dolor cifraríé todo mi honor”. Tanto los enfermos sanados como los testigos de esas curaciones rechazaban la supercherí­a y el curanderismo y hablaban de pura y simple medicina. Estas declaraciones motivaron, a su vez, el interíés de la clase míédica, ansiosa por descubrir las claves terapíéuticas de un míétodo revolucionario bautizado como asueroterapia. Así­ fue como se originó uno de los episodios más desconocidos y fascinantes de nuestro pasado reciente.



Nace un genio

Fernando Asuero y Sáenz de Cenzano nació en San Sebastián el 29 de mayo de 1887, justo 42 años antes de que su nombre se hiciera mundialmente cíélebre. Procedí­a de una ilustre familia de cirujanos en la que destacó especialmente su abuelo, Vicente Asuero y Cortázar, que fue catedrático de Terapíéutica General, Farmacologí­a y Arte de Recetar, y míédico personal del rey consorte Francisco de Así­s. Por tanto, no es de extrañar que su nieto Fernando se decantara por esta profesión formándose en la Facultad de Medicina de la Universidad Central de Madrid, primero, y en las de Parí­s y Cambridge, despuíés. Quienes lo conocieron aseguran que era un hombre sencillo, humilde, amigo de sus amigos, extrovertido, dinámico y de una extraordinaria vitalidad. “Hombre jovial, siempre de buen humor, que habla a voces, anda a saltos y rí­e siempre”, decí­a de íél el periodista Josíé Marí­a de Barbachano. Si se mencionan sus cualidades es, en parte, porque todo indica que su revolucionario míétodo de curación precisaba de un fuerte componente psí­quico, de una extraña sintoní­a entre el alma del paciente y la de su doctor. Precisamente, una de las aficiones más conocidas de este personaje era leer sobre lo que en aquel tiempo se llamaban “ciencias ocultas”. En el libro Las curaciones del doctor Asuero, su autor, Josíé Carlos Vea, asegura que a Asuero “el ocultismo y lo paranormal no le eran ajenos, ya que se interesaba por aquellas cuestiones de difí­cil explicación por parte de la ciencia”. Asimismo, era un apasionado de la cultura china y de sus procedimientos curativos, especialmente de la acupuntura, cuya efectividad comenzaba a ser conocida en Occidente.






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Re: Doctor enigma: la historia de Fernando Asuero
« Respuesta #1 en: Diciembre 21, 2009, 07:16:21 pm »
Figura mediática

Tras especializarse en Otorrinolaringologí­a en la Universidad de Cambridge (Reino Unido), el doctor Asuero regresó a San Sebastián y trabajó en varios hospitales hasta abrir su propia consulta en pleno centro de la ciudad. Rápidamente fue haciíéndose conocido entre los ciudadanos debido a sus buenas artes y, sobre todo, a su excelente trato personal y a su compromiso social, que le llevarí­a a ejercer de concejal entre 1923 y 1925. Y así­ fueron transcurriendo los años, hasta que el 9 de mayo de 1929 los periódicos El Pueblo Vasco y El Sol publicaron la noticia antes mencionada. A ellos se les unió en esa misma jornada La Voz de Madrid con el titular “¿Será verdad o no? El trigíémino y algunas extrañas curaciones”.
Los tres diarios mencionaban las supuestas curaciones que un tal doctor Fernando Asuero llevaba practicando en su consulta desde hací­a meses. En ese momento las informaciones eran confusas, pero suficientemente llamativas para que recalaran en la ciudad los corresponsales del resto de los periódicos nacionales, ansiosos por hacerse eco de todo este asunto. “Surgió como un relámpago con su claridad viví­sima y la tormenta fue creciendo en intensidad y extensión”, explica Josíé Marí­a Barbachano al referirse a ese momento inicial. Y añade que “de la Bella Easo –San Sebastián– pasaron los acontecimientos y las referencias a la provincia, de la provincia a la nación y de la nación al mundo entero”.
Los periodistas acudieron en masa a la consulta del doctor Asuero para entrevistarle sobre su míétodo y comprobar la veracidad de las supuestas curaciones, pero íél se negó a hablar. Sin embargo, gracias a los testimonios de varios enfermos ya sanados, lograron averiguar que consistí­a en excitar –mediante unos estiletes acabados en forma de roseta– diversos nervios nasales, principalmente el trigíémino, que está conectado a otro, el simpático.
Lo asombroso de su tíécnica era que de una forma tan sencilla se lograra curar enfermedades tan diversas como el asma, la epilepsia, las úlceras varicosas, la sordera, la ceguera y la parálisis, al tiempo que destacaba su efectividad sobre los procesos dolorosos. Además, para lograrlo no hací­an falta muchas sesiones ni largas operaciones; bastaban unas pocas citas y, en ocasiones, solo unos minutos.

Pronto salieron a la luz casos como el de Benito Jovarri, inválido desde hací­a más de 20 años que, tras acudir al doctor Asuero, salió caminando por su propio pie; el de el de Bienvenido Sanz, que padecí­a una fuerte parálisis bucal de la que se curó tras la intervención; o el del guardia civil Alberto Sánchez, que se recuperó de su discapacidad en la primera sesión.
Estos casos no hicieron sino aumentar la llegada de enfermos a la ciudad. Los hoteles colgaban el cartel de completo y las calles adyacentes a la clí­nica se colapsaban de gente a la espera de conseguir una cita. Tal fue la avalancha que la consulta debió trasladarse al cercano hotel Prí­ncipe, en el que el doctor Asuero ocupó tres habitaciones. Asimismo, opinar, incluida la clase míédica, y el propio doctor Gregorio Marañón expresó en El Sol su posición contraria al procedimiento de Asuero, mientras que el experto en Otorrinolaringologí­a Amalio Gimeno censuraba en ABC a los míédicos que no se esforzaban en investigar el asunto.
A los pocos dí­as los periódicos ya habí­an adoptado una postura concreta en relación con el doctor Asuero. La mayorí­a de los medios optó por la crí­tica feroz y la burla, con titulares del tipo “Como maniobra psicoterápica puede pasar, pero como invento maravilloso linda con la caricatura” o “El caso del trigíémino. Si es broma puede pasar”. El Heraldo de Madrid incluso creó una sección propia sobre el tema con el epí­grafe “Un escándalo cientí­fico”.
Por supuesto, tambiíén hubo quienes lo defendieron y publicaron las declaraciones de los numerosos enfermos que afirmaban haberse curado gracias a íél. “Conocemos muchas curas efectuadas por el doctor Asuero o sus imitadores; pero la relación serí­a interminable”, afirmaba ABC en una de sus crónicas. La alusión a los imitadores se debí­a a que, a raí­z de la fama adquirida por la asueroterapia, centenares de míédicos se volcaron inmediatamente en aplicarla –con mayor o menor fortuna– en sus consultas. Como aseguraba el doctor Jimíénez Quesada en su libro De Fleming a Marañón, “no hubo lugar en toda la geografí­a donde no se practicara”.

Y no solo en España. Hubo seguidores de la asueroterapia en Francia, Italia, Argentina, Míéxico, Cuba y Portugal, entre otros paí­ses. Otro de los medios que tambiíén se decantó por la defensa del míétodo de Asuero fue El Siglo Míédico, en el que se afirmaba: “Fernando Asuero ha sido siempre un caballero perfectí­simo(...). Se divaga, se inventa, se miente y se escupe sobre la dignidad de un míédico honorable”. Porque lo más importante del debate que se generó era que las crí­ticas hacia Asuero se circunscribí­an a que no era capaz de explicar cientí­ficamente cómo actuaba su sistema. “De eso del trigíémino le diríé que, como no obedece a principios cientí­ficos, lo juzgo inadmisible”, afirmó Santiago Ramón y Cajal.

Habí­a curaciones, de acuerdo. Se producí­an insertando un estilete por la nariz y excitando ciertos nervios nasales, bien. Pero ¿sobre quíé bases racionales y míédicas se fundamentaban? Eso es lo que Asuero no sabí­a explicar y lo que se le reprochaba abiertamente.

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Re: Doctor enigma: la historia de Fernando Asuero
« Respuesta #2 en: Diciembre 21, 2009, 07:17:05 pm »
¡Ahora hablo yo!

En vista de los acontecimientos, el doctor Asuero se decidió a dar su opinión y se defendió de las acusaciones de fraude vertidas contra íél en un libreto titulado ¡Ahora hablo yo!
Lo iniciaba disculpándose por la tardanza en pronunciarse, algo que achacaba a la enorme presión a la que se habí­a visto sometido durante los meses anteriores. Es significativo que el prólogo del libro estíé firmado por el profesor francíés Helan Jarwoski, creador del tíérmino “reflexoterapia”. En íél, Jarwoski comentaba las posibilidades terapíéuticas que presentaba la manipulación de los reflejos, la base de la asueroterapia. El doctor francíés elogiaba a su colega español y aseguraba que poseí­a un don especial para tratar a los enfermos, algo que se habí­a mostrado crucial en su tíécnica. De esta forma, agregaba a la asueroterapia un elemento personal del que ningún medio informativo habí­a hablado hasta entonces. Tras este prólogo, Fernando Asuero se centraba en explicar su míétodo y “la enorme sorpresa” que le habí­an ocasionado “los resultados obtenidos” cuando comenzó a practicarlo. El primer caso que trató con íéxito fue un problema de ciática, al que le siguieron otros mucho más graves. Y citaba el de una mujer encamada desde hací­a meses a la que ordenó que estirase las piernas, ya recostada en la camilla, tras practicarle la operación nasal. “Todos me miraron con ojos de asombro y la pobre enferma creyó que se trataba de una genialidad, como me manifestó muy dolida. Volví­ a mandárselo y, sin yo tocarla, puso ambas piernas en extensión con gran facilidad y sin ningún dolor (...). A continuación, aquella mujer de 93 kg se puso de pie y dio unos pasos”, cuenta Asuero en su libro.

“¿Quíé fuerza tan formidable posee en estado potencial este organismo y se ha hecho efectiva en mi intervención?”, se preguntaba. Y por si acaso se pensaba en la sugestión como posible explicación a las curaciones, Asuero aseguraba que no tení­a nada que ver, aunque defendí­a sus bondades en otros supuestos. Y continuaba relatando su excitación a medida que aumentaban las curaciones, que, a su vez, le aportaban datos nuevos que a íél le era imposible analizar. “Me veo loco por ordenar y sacar consecuencias de hechos tan interesantes. Retraso la presentación de casos a la Academia Míédico-Quirúrgica de Guipúzcoa, como era mi propósito”, argumentaba.

Fue esta incapacidad de alcanzar la luz la que le llevó a pedir opinión a sus colegas, pero tampoco ellos lograron extraer nada en claro. Algo, afirmaba, sí­ le resultaba evidente: “Mi míétodo posee un factor personal difí­cil de definir que contribuye a la formación de un estado psí­quico”, que provocaba con su míétodo. Es decir, que el enfermo debí­a de encontrarse en un estado especial y propicio para que la curación se produjera. Asuero lo argumentaba diciendo que era debido a “la afluencia de una corriente de sangre, conseguida merced a diversos procedimientos y combinada con un determinado estado psí­quico, lo que provoco con mi sistema”.





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Re: Doctor enigma: la historia de Fernando Asuero
« Respuesta #3 en: Diciembre 21, 2009, 07:17:51 pm »
¿Enigma pendiente?

Pese a tan jugosas declaraciones, ¡Ahora hablo yo! no dio respuesta a la pregunta más importante: cómo se producí­an las curaciones. Esto hizo que el interíés por la asueroterapia decayera en todos los ámbitos y paí­ses, aunque aún siguieran practicándola varios míédicos. Muestra de ello fue la publicación de la revista Renovante, a travíés la cual el doctor donostiarra pretendí­a dar a conocer periódicamente todas las novedades surgidas al amparo de su míétodo.
La revista desapareció al cumplir un año de vida, en junio de 1931. Algo despuíés, el 22 de diciembre de 1942, lo harí­a el doctor Asuero debido a una angina de pecho. Tení­a 55 años y su nieta Marí­a Rosa contó que la noche antes de fallecer presintió su muerte y pidió a su familia que brindara por su marcha. Con su deceso se fue la última oportunidad de averiguar quíé se escondí­a realmente tras los increí­bles episodios que se habí­an producido en su consulta. El problema fue que estos jamás se trataron en los foros adecuados, sino que fueron relegados a la prensa o se convirtieron en conversaciones de cafíé en las que, inevitablemente, se distorsionaban los hechos y se mezclaba realidad con fantasí­a. Nadie se atrevió a solicitar una investigación exhaustiva y cientí­fica de la asueroterapia. Los conocimientos míédicos de la íépoca no ayudaron a desentrañar el misterio y Fernando Asuero tampoco estaba preparado para ello, a pesar de la minuciosidad que demostró al anotar el estado en el que entraba el enfermo en su consulta, su historial míédico y los resultados obtenidos tras ser intervenido. Y aquí­ radica lo increí­ble de esta historia, en que nadie dudó de la buena fe ni de la honestidad del míédico donostiarra al constatar que, efectivamente, se habí­an producido algunas curaciones o mejorí­as entre quienes habí­an sido sometidos a la asueroterapia. Eso sí­, solo en determinadas afecciones, en determinados pacientes y por un tiempo determinado.

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Re: Doctor enigma: la historia de Fernando Asuero
« Respuesta #4 en: Diciembre 21, 2009, 07:18:49 pm »
Renovante , la revista de la asueroterapia

Nacida el 1 de mayo de 1930, la revista Renovante se concibió para reflejar en sus páginas las bondades de la asueroterapia y recoger todos los avances relacionados con ella. La intención pasaba por que fuera una publicación bimensual, pero su escasa repercusión y la falta de interíés que siempre provoca el paso del tiempo la llevaron a desaparecer el 1 de junio de 1931. Contaba con delegaciones regionales y colaboradores extranjeros, lo cual demostraba la existencia de un núcleo de seguidores incondicionales. No en vano el propio doctor Asuero inauguró varias clí­nicas basadas en su míétodo en Santander, Barcelona, Galicia, La Rioja, Asturias y Buenos Aires (Argentina), donde hubo 23 centros de asueroterapia.

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Re: Doctor enigma: la historia de Fernando Asuero
« Respuesta #5 en: Diciembre 21, 2009, 07:19:18 pm »
Reflexoterapia y asueroterapia, ¿raí­ces comunas?


Tanto los propios escritos del doctor Fernando Asuero como las declaraciones de los enfermos sanados confirman que la asueroterapia se basaba en la reflexoterapia, un procedimiento que se fundamenta en las propiedades terapíéuticas de los reflejos. Su precursor fue el doctor francíés Helan Jarwoski, quien presentó sus descubrimientos en el Congreso de Medicina de Lyon (Francia) en octubre de 1911 y en la Academia de Medicina de Parí­s en mayo de 1912.
La curación a travíés de los reflejos es conocida desde hace siglos y ya los antiguos chinos la practicaban mediante la acupuntura y otras tíécnicas. Su base es la comunicación existente entre ciertas áreas cutáneas y cada uno de los órganos. De este modo, actuando sobre la superficie, se puede intervenir en su órgano correspondiente. La genialidad de la asueroterapia reside en lograr resultados sorprendentes a travíés de un único nervio y sin la necesidad de insertar agujas en varias sesiones.