Vender o no vender, esa es la cuestión
por Josíé Antonio Fernández Hódar
Algunos inversores pueden sentir la tentación de liquidar los valores en los que se pierde y reducir el pago por las plusvalías realizadas. Y tiene mucho sentido, porque tiene poca gracias pagar a Hacienda por lo que se ha ganado este año y dejar en el baúl un par de cadáveres con los que se pierde una pasta gansa.
Distinto es el caso de quienes tienen valores en cartera, con plusvalías y minusvalías sin realizar, ya que se pueden plantear vender ahora todo; vender sólo en lo que se gana, para tributar menos que en 2010, o no vender.
Para los que estíén en este último caso no hay dudas. No venden y punto. Con respecto a los primeros, vender antes de que termine el año es una tontería como la de hacer cola para reposar porque al día siguiente subía el precio de la gasolina. Hasta hace cuatro días, los inversores se inyectaban en vena las plusvalías que tributaban a su tipo impositivo. Había quien pagaba al fisco el 40% y el 45% de lo ganado en bolsa. Si no se va a invertir más en bolsa, de acuerdo, pero hacer cola para ahorrarte un llenado del depósito, era de catetos.
Los gestores de grandes patrimonios o de Instituciones de Inversión Colectiva (IIC) tendrán que adoptar una estrategia de actuación. Para el pequeño inversor, ajustarse a ella puede ser lo más rentable. ¿Quíé haría yo si fuese el enemigo? Puede ser la pregunta que debamos hacernos. Posibilidades, todas. Pero les propongo una: No tocar la cartera hasta el año que viene y vender en Reyes los valores en los que se gana.
Imagine que los responsables de estrategia, de uno y otro lado del Atlántico, deciden , en las primeras sesiones del año, recoger beneficios. Provocarían una fuerte presión por el lado de la oferta, a la que con rapidez se sumarían pequeños y medianos inversores. Los valores que han sacado de cartera pueden volver a comprarlos, unos días más tarde, a precio inferior al de venta, con ánimo de mantenerlos en la tendencia alcista que, en algún momento, tendrá que ponerse en marcha. ¿Y los cadáveres? Ya saldrán. El año es muy largo. Se pueden recuperar algo, y luego hay cuatro años para compensar las minusvalías con plusvalías.
Tema distinto va a ser el de los dividendos. ¿A quiíén se le habrá ocurrido la idea de adelantarlo? Seguro, que a los grandes patrimonios, que cobran cientos de miles, o millones, de euros en dividendos, ya que cuando pasan de los 6.000 euros, tributan al 21%.
Se dice que se hace para evitar tributación a un tipo superior, lo que no deja de ser un cuento chino.Imaginemos que un pequeño inversor que había alcanzado los 1.500 euros libres de tributación. Si ahora le abonan un dividendo que del año próximo tendrá que pagar el 18% de un dinero que, si se lo abonasen en enero, estaría libre de impuestos. Me lo explique otra vez, señor consejero, a ver si lo pillo. Y aquí hay que acordarse de aquel slogan: cuando el monte se quema, algo suyo se quema, al que la sabiduría popular añadió: señor conde.
Con el dividendo adelantado hay una segunda historia. Si en 2010 me iban a efectuar dos pagos y me adelantan uno ahora, la rentabilidad por dividendos en 2010 va a caer por los suelos y la del 2009 subirá a la estratosfera. ¡Vivir para ver!