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Autor Tema: TRES POR CIENTO MíS DE ANGUSTIA...  (Leído 360 veces)

OCIN

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TRES POR CIENTO MíS DE ANGUSTIA...
« en: Diciembre 20, 2009, 12:41:49 pm »
Por...  Elbacíé Restrepo 
 
Advierto que mis conocimientos en economí­a, a duras penas, se reducen a entradas y salidas. Normal, teniendo en cuenta que sólo me faltaron diez semestres para graduarme en esa ciencia "que estudia los míétodos más eficaces para satisfacer las necesidades humanas materiales, mediante el empleo de bienes escasos". Por lo tanto, carezco de elementos para hablar con propiedad de inflación, Emisor, destrucción o creación de empleos, crecimiento del PIB, IPC y otros tíérminos utilizados por los representantes del gobierno y de los trabajadores para dorarnos la pí­ldora cada año por esta íépoca, como aguafiestas empedernidos, respecto a la definición del salario mí­nimo para el año entrante.

Pero ni falta que hace tener conocimientos en la materia. Basta algo de sentido común y una pizca de pericia en el manejo de "bienes escasos" para entender, con mucha indignación, que el incremento de máximo 16.000 pesos mensuales en el salario de 4.5 millones de trabajadores colombianos, es una ofensa contra ellos y contra su calidad de vida. En vez de aumento podrí­a llamarse limosna. De todos modos el efecto final es el mismo.

Los gremios convocados a la payasada de cada año sesionan por dí­as enteros, en el más fastuoso derroche de tiempo que se conozca, pero el reajuste siempre se decreta despuíés de infructuosos intentos de llegar a un acuerdo. No síé de quíé material tan fuerte están hechos los representantes del Gobierno y de los empresarios -los del poder- y de cuál tan díébil los de las centrales obreras -los del aguante-. Lo cierto del caso es que estos últimos no ganan media.

¿De quíé sirve un aumento de diecisíéis mil pesos mensuales? ¿O de cuatro mil semanales? Servirí­a si la canasta familiar contemplada por el DANE fuera posible para todos, pero el hecho de que incluya 520 artí­culos, bienes o servicios, no significa que todos tengan acceso a ellos con la misma oportunidad ni en la misma proporción, ni refleja las necesidades de todas las familias.

El solo hecho de llamarse "mí­nimo" lo hace un salario indigno. "Tan pequeño en su especie, que no lo hay menor ni igual". Pero más allá de la connotación lingí¼í­stica, lo que duele es la realidad y la insensibilidad social: no faltan los olí­mpicos que consideran que "algo es algo, 'pior' es nada". Son algunos, que devengan salarios de millones, que piensan que es posible vivir con el mí­nimo y que es cuestión de organización. Sí­, claro, se vive, pero a los trancazos, abriendo un hueco para tapar otro, en una sucesión infinita de carencias. Hay que ponerse en los zapatos, a veces rotos, de alguien que devengue un sueldo tan pí­rrico, para entender lo doloroso que es salir de la casa con hambre y volver igual, no poder satisfacer las necesidades de su familia y tener que elegir cada quincena entre mercar o guardar para el arriendo.

Tambiíén suben, y no propiamente el 3 por ciento, los costos de la educación, el transporte, la cuota moderadora de la salud y los servicios públicos. Sobra decir que aumentan las angustias, la impotencia, la rabia y la frustración. Y de quíé manera.
 


•... “Todo el mundo quiere lo máximo, yo quiero lo mínimo, poder correr todos los días”...
 Pero nunca te saltes tus reglas. Nunca pierdas la disciplina. Nunca dejes ni tus operaciones, ni tu destino, ni las decisiones importantes de tu vida al azar, a la mera casualidad...