Los bancos centrales ponen la mecha al precio del oro
por Fernando Martínez en Cinco Días
El mundo ha cambiado y los bancos centrales no quieren quedarse anclados en estrategias que eran válidas hasta que la crisis financiera las ha hecho saltar por los aires. Pese a que el presidente de la Reserva Federal de EE UU, Ben Bernanke, insiste en que "cuando hay problemas, todo el mundo se refugia en el dólar", lo cierto es que el billete verde ya no brilla tanto como antaño. El escepticismo gravita sobre las expectativas de revalorización de la moneda americana y los bancos centrales quieren curarse en salud recurriendo a un viejo amigo: el oro.
Despuíés de 20 años actuando como vendedores netos del cíélebre metal, los bancos centrales han emprendido un cambio de rumbo decidido. "En contraste con los años noventa, cuando muchos bancos centrales veían el oro como un activo de bajo rendimiento y sus ventas provocaron una presión a la baja en el precio, el movimiento más reciente de las autoridades monetarias es ver el oro como una importante fuente de diversificación frente a sus reservas en dólares", confirma el equipo de investigación de Goldman Sachs.
Las instituciones asiáticas están siendo especialmente activas. En noviembre, el banco central de India sorprendió al mundo anunciado que había comprado al Fondo Monetario Internacional (FMI) 200 toneladas de oro (equivalentes al 8% de la producción anual mundial). De forma parecida, las autoridades chinas anunciaron de un día para otro que sus reservas en oro habían aumentado en un 76% en el transcurso de los últimos cinco años.
Con esta dinámica no sorprende que el último Acuerdo sobre Oro de los Bancos Centrales (CBGA) -que suscriben el BCE, los 16 países del euro, más Suecia y Suiza- haya rebajado en un 20% el límite máximo autorizado de ventas de reservas para los próximos cinco años, hasta sumar un tope de 2.000 toneladas.
"Estamos ante el comienzo de un cambio muy importante de la tendencia que prevaleció entre los años 1989 y 2008, en los que los bancos centrales fueron suministradores netos de oro al mercado, con un volumen medio de casi 400 toneladas al año (...). Y esto es positivo para la cotización", confirman desde la consultora británica GFMS.
Precisamente, el presidente ejecutivo de esta firma, Philip Klapwijk, prevíé que el precio medio del oro se sitúe este año en 1.172 dólares por onza (frente a los 972 dólares de 2009) en el mercado de Londres, que es el que fija la referencia mundial. Es un pronóstico a tener muy en cuenta. Klapwijk erró en su previsión de 2009 por sólo dos dólares, siendo el experto que más se aproximó a la cifra final. Klapwijk anticipa un máximo de 1.340 dólares y un mínimo de 990.
Mark Phillips, director de inversiones en la gestora británica SWIP, confirma esta visión alcista para el metal precioso: "El miedo a presiones inflacionarias tenderá a respaldar el precio del oro, incluso aunque la caída del dólar toque suelo. La producción extraída de las minas es limitada, la demanda de los bancos centrales sostiene la cotización y las tendencias de consumo de largo plazo alimentarán la demanda subyacente".
Un factor que podría haber ensombrecido estas perspectivas es que el FMI, en pleno proceso de reforma, se ha lanzado a vender oro. Tras un debate muy intenso, EE UU autorizó el año pasado que el FMI, del que es el principal contribuyente, vendiese hasta 403 toneladas de las más de 3.200 que posee, con el objetivo de captar recursos. Pero ya sabemos que buena parte de ese oro no ha llegado al mercado, sino que se ha quedado en la India. Es previsible que el resto tenga un destino similar. La presión bajista de la entidad multilateral queda neutralizada.
El preciado metal acumula nada menos que nueve años consecutivos de revalorizaciones (+300%). El camino para lograr un díécada completa parece hecho.