Por... Manny García-Tuñón
Tengo una antigua relación de amor y odio con las estadísticas. Hay días en que ninguna cantidad de cifras es suficiente. Busco en los periódicos las últimas cifras de la economía, el Promedio Industrial Dow Jones, el S&P 500. Tengo curiosidad por la píérdida de empleos, las tasas de interíés y las venta de casas nuevas. Los gráficos y tablas son mis favoritos: puedo estudiarlos durante horas tratando de entender los valores que representan y aplicar su relevancia a mi propio negocio.
Esta información es importante, despuíés de todo, para alguien que estíé tratando de navegar la crisis económica y comprender como su organización puede resultar afectada por las condiciones del mercado.
Pero hay días que me siento saturado de todas las cifras, gráficos y reportes que, a final de cuentas, no hacen nada por aumentar mi cuota de mercado o generar más ingresos.
Sin embargo, me mantienen concentrado en la crisis. No importa cuántas veces me recuerdo a mí mismo que las estadísticas son sólo una herramienta para mantenerse informado, despuíés de un tiempo necesito alejarme un poco de tanta negatividad. Pero me resulta difícil.
Los retos económicos, sin importar lo reales e incesantes que sean, son el tema de conversación de todos. Es en lo que nos concentramos. Estamos convirtiíéndonos en lo que Linda Merola, profesora de Derecho y Sociedad de la Universidad George Mason, califica de una ``Cultura de Crisis''. Ese fue el título de un trabajo sobre el terrorismo presentado por la profesora Merola en la reunión anual de La Ley y la Sociedad en el 2009. La diferencia en este caso es que la crisis es financiera, pero se ha convertido en algo cultural. Esta nueva cultura se arraiga a tal punto que vemos obstáculos --en vez de oportunidades-- en cada esquina, y todo lo que escuchamos de los negocios abrumados por la crisis son excusas en vez de ideas y soluciones. Aunque es clave estar informado y ser realista, esa no es manera de dirigir un negocio.
En caso que lo haya olvidado, usted no es una estadística, sino un ser humano transcendente que se mantiene actualizado y es capaz de aprender, crecer y cumplir sus sueños más ambiciosos a pesar de la terrible desaceleración económica.
No cabe duda que la recesión plantea numerosas dificultades, pero tambiíén nos ofrece una amplia gama de oportunidades. Ambas están presentes en igual medida para todos nosotros. Podemos concentrarnos en los retos o podemos prestar más atención a las oportunidades. Sólo tenemos que decidir quíé dirección tomar, para nosotros mismos y nuestros negocios. Algunas veces necesitamos echar a un lado las estadísticas para poder dedicarnos a trabajar e implementar los cambios positivos de que somos capaces. El potencial está ahí.
Si la historia es una señal de cómo podemos salir del hueco económico en que estamos, entonces debemos señalar que típicamente a raíz de una recesión comienza un período de innovación y gran productividad, y por buenas razones. Las recesiones por lo general hacen bajar los costos operativos. La contratación de personal calificado se facilita debido a los despidos masivos. Las recesiones tambiíén obligan a los pequeños negocios a mejorar sus productos, servicios y procesos, tanto internamente como para los clientes.
Según el Indice de Exito de Pequeños Negocios, una encuesta entre propietarios de 500 pequeñas empresas que realizan la Universidad de Maryland y Network Solutions, 66 por ciento de todos los propietarios de pequeños negocios dicen que ahora son más eficientes debido a la recesión. El 42 por ciento de los encuestados dijeron que la recesión ha hecho que fortalezcan sus equipos y el mismo porcentaje indicó que son más innovadores y que ofrecen nuevos productos y servicios a sus clientes. El 26 por ciento reportó que han reducido la ineficiencia y el personal innecesario.
Concentrarse en los aspectos positivos para sacar provecho al potencial exige estudiar el negocio de una forma objetiva y repensarlo todo. Como dueño de un negocio puedo decirle que eso no siempre es fácil, pero es absolutamente necesario. Una buena forma de comenzar el proceso es escuchar a sus clientes. Es muy probable que ellos tambiíén hayan sido afectados por la recesión. ¿Cómo han cambiado sus necesidades y cómo usted puede satisfacerlas?
Desarrolle planes bien definidos de cómo puede aprovechar nuevas fuentes de ingresos o mejorar un producto, además de tratar cada de estas oportunidades como un proyecto único.
Finalmente, organice una junta asesora que impugne y mejore sus ideas. Evite incluir a personas que usted sabe que siempre concordarán con sus ideas. Los viejos modelos empresariales ya no funcionan en esta situación económica, así que la mejor manera de repensar su negocio y convertirlo en una máquina buscadora de oportunidades es crear un panel de personas que se preocupen por el íéxito de su empresa al punto que sean objetivos con usted y le recuerden que usted no es una estadística.