Por... Julie Stav
No importa lo libres de espíritu, lo independientes o hasta desorganizados que seamos en algunos aspectos de nuestra vida: quien quiera tener íéxito en sus finanzas debe desarrollar y mantener un sistema de control y organización sobre sus decisiones, operaciones y objetivos de inversión.
Hacer un plan
Un enfoque mixto de tu estrategia de inversión puede ser una carta de triunfo durante las malas temporadas de la bolsa de valores.
En lo que respecta al dinero, la cuestión no es de instinto, emociones, ni "ojo clínico", sino de conocimiento y planificación.
Hacer un plan no es fácil, pero antes de implementarlo, hay que definirlo.
¿Quíé tipo de míétodo, sistema o enfoque te interesa para tus inversiones?
Debe ser tu primera pregunta cuando te des a la tarea de buscar un camino específico para el dinero que quieres hacer crecer en el mercado de valores.
Básicamente, hay dos tipos de enfoques, y que escojas uno u otro depende de varias cosas: tu objetivo último de inversión, tu edad, tu tolerancia al riesgo, la cantidad de fondos que tengas para invertir, tu información sobre el tema y el tiempo que puedas dedicarle, etc.
Según esos factores, puedes considerar:
1. Convertirte en un inversionista estratíégico (aquel que planea para obtener resultados a largo plazo), o, por el contrario…
2. En un trader (lo que algunos llaman un inversionista táctico), el cual intenta sacarle el máximo provecho a corto plazo a las condiciones del mercado en el momento presente.
La inversión a largo plazo en acciones de la bolsa ha probado ser mucho más sencilla, segura y provechosa que el otro enfoque, pues a lo largo de las díécadas esas inversiones han rendido productos extraordinarios para quienes se han mantenido dentro del mercado de valores con vistas al futuro.
Pero en el mundo de las inversiones bursátiles nada es en blanco y negro, y en algunas circunstancias, y con determinados productos, hay oportunidades tácticas inmediatas —sugeridas por situaciones muy especiales del mercado— que pueden rendir gran provecho, sobre todo frente a los bajones que esas mismas situaciones pueden crear en ciertos planes estratíégicos que no son capaces de actuar con cierta elasticidad.
Un ejemplo de eso lo vimos no hace mucho
Cuando el desastre del mercado ocurrido entre el 2007 y el 2008—en esta difícil temporada los traders o inversionistas tácticos, que están siempre con el ojo puesto en los toros y los osos de la bolsa, olieron lo que se venía, corrieron a sacar sus ganancias de las acciones y las convirtieron en dinero a finales del 2007 y principios del 2008.
La mayoría de los inversionistas estratíégicos, por el contrario —fieles a sus principios de confianza en que el mercado a largo plazo vuelve siempre a recuperarse—, vieron con dolor perder mucho de lo que sus inversiones habían ganado en los años anteriores a la debacle. Pero aquellos inversionistas estratíégicos que supieron mover sus fichas apropiadamente durante esos meses, fueron mucho más felices.
Si quieres aumentar los fondos de tu retiro de una manera sólida y sin exponerte a sorpresas, la inversión estratíégica sigue siendo la ganadora, siempre y cuando tengas la disciplina inteligente para llevarla a cabo:
· Invertir regularmente y rebalancear tu cuenta de vez en cuando (independientemente de los alborotos que formen los expertos de los medios de prensa) mediante un enfoque táctico temporal en determinadas circunstancias.
Por ejemplo, pongamos por caso:
A una persona joven a la que todavía le quedan al menos dos díécadas para su retiro. í‰l o ella tiene un 70 por ciento de sus inversiones en acciones (nacionales y extranjeras) y el otro 30 por ciento le da dividendos fijos (procedentes sobre todo de bonos de diverso tiempo de madurez).
Su plan estratíégico general es invertir una cierta cantidad fija de nuevos ingresos cada mes o cada trimestre, adquiriendo más acciones y bonos cuando los precios bajan y menos cuando los precios suben.
Esta persona tiene la sana costumbre de revisar su distribución de valores para desprenderse de algunos de sus valores que están a buen precio de venta y comprar más de lo que está a buen precio de compra.
Aunque no le fue fácil mantener ese balance de 70/30 en el porcentaje de la distribución de sus valores, este inversionista no la pasó tan mal cuando los osos estaban acabando con las cuentas de casi todo el mundo.
Entre septiembre del 2008 y enero del 2009, nuestro ejemplo habría estado vendiendo bonos y comprando (con el dinero producto de las ventas de esos bonos, o tambiíén de nuevos ingresos salariales o ahorros) acciones—adquiridas a precios baratísimos—, de modo de poder mantener el balance de 70/30 que íél o ella prefiere.
Así, a principios de abril de 2009 —cuando comenzó un repunte de la bolsa que se extendió hasta el verano— ya este inversionista habría estado en excelente posición de tomar ganancias de las acciones (que habrían subido de precio para entonces) y de usar ese dinero para comprar bonos a menor costo, de forma de poder mantener su balance ideal.
Sólo pocos tienen nervios de hierro
Esta distribución de acciones y bonos fue probablemente uno de los escudos que mejor protegió al inversionista promedio durante los últimos dos años, lográndole menos píérdidas y hasta algunas ganancias—un panorama mucho más alentador que el que experimentaron quienes vendieron a la carrera sus acciones cuando estaban tocando fondo para irse a poner ese poco dinero en cuentas de ahorro o certificados de depósito con intereses que provocaban ganas de llorar.
A este tipo de inversionista estratíégico y listo, solo le ganó el inquieto y experto inversionista táctico que, despuíés de seguir la bolsa minuto a minuto, saltó como un lobo sobre su presa a finales de octubre y corrió a cambiar sus acciones por cash.
Pero para esto hace falta mucho conocimiento, dedicación, buena suerte y nervios de hierro.
Y como pocos tenemos eso no hay duda de que para la generalidad de los inversionistas un plan estratíégico de cierta elasticidad (que permita realizar ciertos movimientos tácticos en determinadas circunstancias para aprovechar fríamente las oportunidades que se presenten) y una buena distribución de fondos es lo que dará mejores resultados a largo plazo.