Se avecina un tercer tsunami en el mercado inmobiliario
por Carmen Canfrán en Expansión
Se prevíé la caída de más empresas del sector ante la falta de liquidez y la menor resistencia de la banca. A algunas empresas se les agotó el críédito y las entidades financieras no pueden rescatarlas.
Levantarse de la resaca del primer tsunami que abatió al mercado inmobiliario español de finales de 2007 hasta mediados de 2008 fue duro, pero muchas compañías se salvaron. Despuíés de las vacaciones de 2008 hasta principios de 2009, llegó una segunda ola gigante que hizo desaparecer a muchas inmobiliarias. Tras ese panorama desolador, el temporal dio una tregua a las empresas del sector, tras una inyección bancaria con el canje de activos por deuda. Pero el tiempo se acaba. Ahora ejecutivos y expertos económicos auguran un tercer tsunami que volverá a arrasar a aquellas inmobiliarias a las que se les agotó el críédito y los bancos no pueden rescatarlas.
Para conocer con profundidad el nuevo derrumbe inmobiliario, hay que remontarse al último trimestre de 2008. En ese momento, las entidades financieras españolas asumieron que iban a tener un problema con sus clientes de perfil inmobiliario. No se vendía ni una casa, se cerró el grifo de concesión de hipotecas y desaparecieron los inversores en el sector. Con estos ingredientes, cada día las inmobiliarias veían difícil cumplir sus compromisos financieros. Así que los bancos se arremangaron la camisa y se sentaron con sus clientes para refinanciar la deuda.
Cada negociación es un mundo, pero en líneas generales lo que se pactó en la mayoría de los casos fue la concesión de una línea de críédito, prorrogar el pago del príéstamo principal y sus intereses hasta dentro de dos años. A partir de esa fecha, se esperaba que las inmobiliarias volvieran a vender pisos y suelos, por lo que se embolsarían dinero y podrían ir pagando. Para quitarles peso en el pasivo, las entidades empezaron a canjear activos por deuda. A cambio de ese oxígeno, los gestores se comprometieron a recortar costes. Así, las inmobiliarias pasaron a hibernar y ahora les ha tocado despertarse en un panorama tan gris como el que había dejado un año.
Fallaron las previsiones
Las previsiones de ingresos para las inmobiliarias que calcularon las entidades financieras de cara a este año han fallado. No se puede desinvertir en suelo, sigue paralizada la compra de viviendas y las ofertas por activos valiosos están por debajo de las valoraciones. Ante este panorama, las inmobiliarias siguen sin poder cumplir los compromisos pactados hace un año y medio, por lo que la banca ya ha asumido que tiene que volverse a sentar con sus clientes para refinanciar. Las cifras lo constatan. En el tercer trimestre de 2007, del total de críéditos que se concedieron al sector inmobiliario un 0,3 por ciento se consideraban dudosos. Ese porcentaje ha subido a un 8,7 por ciento en el tercer trimestre de 2009.
Se vuelve a repetir la historia, pero esta vez el contexto es muy distinto. La banca ya no tiene tanto margen para tragar propiedades de las inmobiliarias. De hecho, la Asociación Hipotecaria española (AHE) dio la alarma al calcular los críéditos concedidos por la banca al sector inmobiliario garantizados por activos tóxicos entre 75.000 y 100.000 millones de euros. Ante esta cifra, el presidente de AHE, Gonzalo Santos, pidió medidas al Gobierno y al Banco de España para que las entidades financieras puedan sacar de sus balances esos activos tóxicos. Una petición que tiró por tierra el Ministerio de Economía.
El endurecimiento de la política de provisiones del Banco de España tambiíén ha reducido el margen de las entidades financieras a la hora de refinanciar con las inmobiliarias, ya que cada vez tienen que guardar más dinero en la hucha.
Ante el continuo parón de venta de viviendas que registran las inmobiliaria y la falta de maniobra que tiene la banca para inyectar liquidez se espera que muchas empresas del sector entren en concurso de acreedores este año. De hecho, BBVA contó en su balance de cierre de 2009 la llegada del tercer tsunami, al anticipar provisiones por 1.500 millones ante el riesgo de impago de inmobiliarias.
Y ¿quiíénes serán las víctimas de este tsunami? Expertos del sector explicaron a este diario que empresas pequeñas y medianas cuya actividad se centra en promoción de viviendas y suelo. Vender un piso es casi imposible, además de por la coyuntura económica, tambiíén porque tienen un competidor muy feroz: la propia banca. En cambio, las empresas que reciben unas rentas mensuales por la explotación de inmuebles tienen más papeletas para salvarse porque pueden cubrir su gastos con esos alquileres, por lo que son independientes.