Mi amigo Josíé Luis, de la Fundación Ananta me pasó ayer un cuento que a lo mejor te puede parecer simple, pero encierra una filosofía de vida que puede ayudarnos a pasar los malos momentos, que los hay y los habrá, y a no creernos invencibles, que seguramente alguna vez, tambiíén, ha pasado. A continuación te lo pongo y espero que te guste.
En un antiguo reino el rey dijo a los sabios de la corte: “He encargado un precioso anillo. Tengo un excelente diamante, y quiero guardar dentro del anillo algún mensaje que pueda ayudarme en momentos de desesperación total, y que ayude tambiíén a mis herederos, y a los herederos de mis herederos, para siempre. Tiene que ser un mensaje escuetoâ€. Sus oyentes eran eruditos, pero componer el mensaje que les encargaba el rey era todo un reto y tras muchas cavilaciones no se les ocurría nada. El monarca consultó tambiíén con un viejo y fiel sirviente, por el que sentía un inmenso respeto. Este le dijo: “No soy sabio ni erudito, pero conozco un mensaje. Durante mi larga vida en palacio me encontríé con todo tipo de gente, entre ellos un místico invitado de su padre. Cuando se iba, como gesto de agradecimiento, me dio este mensajeâ€. El anciano lo escribió en un diminuto papel, lo dobló y se lo entregó al rey. “Pero no lo leaâ€, añadió. “íbralo solo cuando todo lo demás haya fracasado, cuando no le encuentres salida a una situaciónâ€.
Ese momento no tardó en llegar. Su territorio fue invadido y el rey perdió el trono. Huía perseguido a caballo y había tomado un camino sin salida. De repente, se acordó del anillo. Lo abrió, sacó el papel y encontró el pequeño mensaje: “Esto tambiíén pasaráâ€. Sintió como un silencio poderoso se cernía sobre íél. Ya no escuchaba el trote de los caballos enemigos. Estaba profundamente agradecido a su sirviente y al desconocido místico, pues aquellas palabras habían resultado milagrosas. Dobló el papel y lo guardó de nuevo en el anillo. Despuíés, reunió a sus ejíércitos y reconquistó el reino.
El día de su regreso victorioso a la capital había una gran celebración. El anciano iba a su lado y le dijo: “Señor, lee nuevamente el mensaje del anilloâ€. “¿Quíé quieres decir?â€, preguntó el rey. “Ahora estoy victorioso, la gente celebra mi vuelta, no me hallo desesperadoâ€. El anciano le respondió: “Este mensaje no es solo para situaciones desesperadas, tambiíén para las placenteras. No solo para cuando estíés derrotado sino tambiíén cuando has triunfado. No solo para cuando eres el último sino tambiíén cuando eres primeroâ€. El rey abrió el anillo y leyó el mensaje: “Esto tambiíén pasaráâ€. En medio de la muchedumbre que celebraba y bailaba sintió la misma paz y el mismo silencio a su alrededor que en el bosque. Su orgullo había desaparecido y entonces entendió bien el mensaje. “Recuerda que todo pasaâ€, le dijo el anciano. “Ninguna situación, ni ninguna emoción son permanentes. Como el día y la noche, hay momentos de alegría y tristeza. Acíéptalos como parte de la dualidad de la naturaleza, porque son esencia de la misma cosaâ€.
Como íél dice, es un cuento de los que alivian el alma.
Que os sirva…, y aplicadlo, funciona.
Un saludo
Oberon