Por... JAY WEAVER
En una sorprendente decisión, un juez federal de Miami absolvió a un antiguo e importante agente de la lucha contra los narcóticos por haber destruido documentos para proteger al ahora banquero en desgracia Allen Stanford, diciendo que los fiscales no pudieron probar que el ex abogado hubiera tratado de entorpecer una de las mayores investigaciones de fraude de la nación.
Despuíés de más de un día de deliberaciones, el Juez Richard Goldberg impidió que el jurado llegara a un veredicto y absolvió a Tom Raffanello, afirmando que el caso del gobierno adolecía de profundas deficiencias.
El antiguo jefe de la oficina de Miami de la Agencia Contra Narcóticos (DEA) fue acusado de tratar de frustrar deliberadamente la investigación gubernamental ordenando la destrucción de miles de expedientes de la compañía.
Tambiíén absueltos en el juicio por confabulación: Bruce Perraud, que trabajó con Raffanello en el equipo de seguridad de Stanford.
Tras la decisión del juez, Raffanello, 61, se puso de pie y abrazó a su abogado, saludando a los partidarios reunidos tras íél.
``He sido un agente federal durante 30 años y creo en este país, y creo en la verdad'', dijo posteriormente. ``El sistema funciona. Demuestra que nunca hubiera tenido que estar aquí''.
El fallo se produjo tras ocho días de testimonios en los que el antiguo jefe de la DEA fue lanzado en el centro del escándalo financiero de Stanford, no como sospechoso en el esquema Ponzi de $7,000 millones sino como alguien que había tratado de encubrirlo.
Los fiscales alegaron que había tratado de interferir con una investigación de las compañías de Stanford cuando ordenó que fueran destruidas 550 libras de documentos --incluyendo importantes chequeos de antecedentes-- el pasado febrero en su búnker de seguridad en Fort Lauderdale.
Pero durante todo el juicio, su equipo de abogados atacó el caso, alegando que los documentos eran regularmente destruidos en la oficina, y que todo estaba almacenado en forma electrónica.
La orden de destruir los documentos fue simplemente una forma de limpiar la casa antes de cerrar la oficina, dijo Richard Sharpstein, un abogado defensor.
``¿Fue un error de juicio? Quizás. Pero no hubo intento delictivo'', afirmó. ``Está acusado --en el mejor de los casos-- de un error administrativo''.
Varios destacados testigos declararon en el juicio, incluyendo al fiscal federal Michael ``Pat'' Sullivan y los antiguos abogados federales Guy Lewis y James McAdams, que testimoniaron a favor del antiguo jefe de la DEA.
Al final, el juez Goldberg dijo que el caso quedó cerrado, ya que los fiscales no pudieron demostrar que los acusados trataron deliberadamente de obstruir la investigación de la Bolsa de Comisión y Valores sobre Stanford cuando rompieron los documentos.
``No he tomado este caso a la ligera. He pensado sobre íél desde el inicio'', dijo Goldberg.
``Resulta indudable que faltan muchas pruebas''.
La decisión que tomó Goldberg de absolver a los acusados --que anunció despuíés de un día de deliberaciones del jurado-- fue algo inusual, y les niega a los fiscales toda posibilidad de apelar
``Estamos en desacuerdo'', dijo el fiscal Jack Patrick. ``Nos sentimos decepcionados, pero respetamos su decisión''.
Un miembro del jurado dijo que despuíés de la determinación del juez el panel de 12 personas se inclinó por la absolución de los dos acusados. ``Hubiera sido un buen día para los dos'', dijo la persona, que no quiso revelar su nombre.
Raffanello, que dirigió la investigación sobre el hombre fuerte de Panamá Manuel Noriega y sobre el capo del cartel de Medellín Fabio Ochoa, fue la última persona en ser acusada en la actual pesquisa sobre Stanford, y la primera en ser encausada.
Durante los últimos cinco años, Raffanello trabajó como importante miembro del equipo de seguridad de Stanford, y respondía directamente al excíéntrico banquero que construyó una de las redes bancarias en el extranjero más grandes del mundo.
Mientras realizaba verificaciones de antecedentes sobre empleados potenciales, Raffanello recorría todo el mundo solucionando diversas crisis dentro de la compañía, entre ellas intentos de extorsión y amenazas en contra de ejecutivos.
Raffanello se unió al imperio bancario de Stanford en el 2004 tras pasar más de tres díécadas en agencias policiales investigando algunos de los más notables casos de drogas del sur de la Florida.
Aunque ahora Raffanello está exento de cualquier participación en el caso de Stanford, su antiguo jefe acaba de comenzar a preparar su defensa en lo que se cree será una larga batalla donde deberá aclarar los cargos de que le estafó miles de millones a 21,000 personas.
El banquero de 59 años que dirigió uno de los bancos más grandes en el extranjero de todo el hemisferio fue acusado en febrero del año pasado de haberles robado a los inversionistas que compraron certificados de depósito en su banco de Antigua.
En la actualidad, Stanford se encuentra en una instalación penitenciaria federal de Texas en espera de juicio, que está fijado para comenzar el año entrante