George W. Bush dejó la presidencia hace más de un año pero la mayoría de los norteamericanos todavía le echa la culpa de la debacle económica en los EU, según una encuesta publicada hoy.
La encuesta corrobora la caída de popularidad de Obama, ya que en la actualidad el 46% aprueba su gestión, en lo que se considera su porcentaje más bajo desde que asumió la presidencia en enero de 2009.
La encuesta realizada para el diario The New York Times y la cadena televisiva CBS indicó que el 31% de los estadounidenses culpa al ex presidente por la situación actual de la economía, mientras que solo el 7 por ciento responsabiliza al presidente Barack Obama y su equipo.
Según el sondeo realizado entre 1.084 estadounidenses, un 23% cree que la culpa la tiene Wall Street y un 13% pensó lo mismo del Congreso. Cerca del diez por ciento de los encuestados repartió la culpa entre todos ellos.
Al Congreso no le ha ido mejor, ya que la encuesta tambiíén dice que menos de uno de cada diez estadounidenses opina que los legisladores merecen la reelección en noviembre próximo.
Aunque la mayoría de los encuestados cree que Obama aún no ha presentado un plan claro para la creación empleos, al menos apoyan sus continuos esfuerzos por forjar el bipartidismo con la oposición.
Una encuesta de CNN/Opinion Research de noviembre pasado indicó que el 47% opinó que Bush y los republicanos del Congreso eran los responsables de la crisis económica, mientras que el 45% opinó lo mismo con respecto a Obama y los demócratas que controlan el Legislativo.
En unos momentos en que la tasa de desempleo se sitúa en el 9,7%, la crisis económica y la creación de empleos se perfila como uno de los asuntos dominantes de cara a los comicios legislativos de noviembre próximo.
Ante la erosión de apoyo popular, la Casa Blanca se ha embarcado desde comienzos de año en una intensa campaña para persuadir a los votantes de que en noviembre próximo tendrán la opción de regresar a lo que en su opinión son las fallidas políticas de Bush y los republicanos o de luchar por una agenda progresista bajo los demócratas.