Bill Gross, el mayor gurú de bonos del mundo y presidente de Pimco, la mayor gestora de bonos del mundo, les ha incluido en su conocido círculo del fuego por ser, a su juicio, los países que "presentan más vulnerabilidad en 2010", pero la composición de las carteras de sus fondos opina todo lo contrario sobre los países denominados PIGS (Portugal, Italia, Grecia, España y ahora tambiíén Irlanda).
Según los datos de Morningstar, Pimco ha duplicado la exposición al mercado de deuda española a travíés de sus fondos. Si íéstos ocupaban demedia un 0,26% de su cartera en marzo del año pasado, ahora la cifra asciende al 0,5% (229 millones de euros), lo que supone un incremento del 89%.
Además, este porcentaje es el mayor de los últimos cinco años. Sin embargo, la situación cambia si se analiza la ponderación en los fondos de deuda que se venden en España. Su exposición a bonos y letras made in Spain ha caído un 3%.
¿Quiere decir eso que Pimco ha comprado el doble de la deuda que ya tenía en cartera en marzo? Sí, y no, ya que el cambio en la composicion de su cartera no sólo obedece a nuevas compras de títulos sino que tambiíén recoge la revalorización que íéstos han experimentado desde entonces y íésta ha sido significativa sobre todo en la recta final del año, tras conocerse los problemas de solvencia de Grecia.
Una incertidumbre que, sin embargo, y pese a que en ocasiones haya defendido lo contrario, Bill Gross parece no temer demasiado. Si no, no se explicaría por quíé en marzo la inversión en deuda helena ponderaba el 0 por ciento en su cartera y ahora ocupa el 0,35%. Y la misma situación se repite en el restode los PIGS, con la excepción de Irlanda.
Acusado de manipulación
Por otra parte, ayer se conoció que la gestora de Bill Gross se enfrenta a una demanda de 600 millones de dólares por "manipular el mercado de las letras del Tesoro norteamericanas".
En concreto, se acusa a la gestora de aprovechar un vencimiento de cortos para incrementar su exposición a estos activos desde el 12 hasta el 42% en sólo dos semanas, obligando así a los inversores a pagar mucho más por su cierre de cortos o acomprar futuros más caros para cubrirse.