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Autor Tema: Habrá otra crisis antes de 10 años, si no acabamos con los desequilibrios global  (Leído 418 veces)

Orpheo

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NEgocio.com/ Ignacio Flores 
Lo reconoce: desde hací­a tiempo habí­a avisos de que una crisis como la actual podí­a desencadenarse. Las pruebas las tuvo sobre su mesa de director gerente del FMI y las tuvieron tambiíén otros lí­deres. Sin embargo, Michel Camdessus asegura que, en los años previos al estallido de las subprime, comprendió mejor a Kafka, quien aseguraba que la cultura tiene garras y las usa para atrapar, y entonces la que dominaba era la cultura de la codicia. No le escucharon entonces, pero el ex banquero central de Francia lo vuelve a intentar y aprovecha su paso por Madrid, invitado por la Fundación Rafael del Pino, para avisar una vez más, en el perfecto español que lo caracteriza: otra crisis estallará si China y Estados Unidos no corrigen los desequilibrios de sus balanzas de pagos.

Pregunta: En una anterior visita a España, a finales de 2008, defendió la tesis de que la raí­z de esta crisis era íética. ¿Aún la mantiene?

Respuesta: Lo hago. si consideramos el desarrollo de la crisis desde Northern Rock hasta ahora, en todos los pasos hay una mezcla de errores tíécnicos y de faltas íéticas. El caso más flagrante es el de las hipotecas subprime: se prestó dinero a los llamados ninjas. Error tíécnico manifiesto; ¡falta íética criminal! He conocido a todos los actores de esta crisis… de algún modo, he sido uno de ellos. Los considero, además, gente competente y honrada (yo tambiíén). Pero, a pesar de todo, llegó la crisis. ¿Cómo ha sido posible? ¡Me lo he preguntado cien veces! Hasta Greenspan decí­a que dominaba la exuberancia irracional, pero no fue suficiente. La causa estriba en que, desde hace 30 o 40 años, ha dominado la cultura de la ganancia rápida y fácil. Es lo que en España se ha llamado la cultura del pelotazo. Esto nos lleva a los problemas ecológicos tambiíén presentes en la crisis. En Francia, lo llamamos la cultura del kleenex. Todo nos parece desechable, cuando nuestro planeta no puede resistir esto.

P:A propósito de Greenspan, ¿secunda a quienes creen que esta crisis la provocaron los bancos centrales?

R: No me cabe duda de que su polí­tica posterior al 11-S no fue rigurosa. Quiso evitar a toda costa que la economí­a cayera y dejó desarrollarse una liquidez excesiva, que nos ha llevado a las locuras que hemos visto en el mercado financiero.

P: ¿Quíé ganaremos con el refuerzo del FMI que plantea el G-20?

R: Abordamos en este punto una de mis frustraciones. Al tíérmino de la crisis asiática, en el 1998, el FMI lanzó varias propuestas para que no se repitiera algo así­. Con todo, la salida de aquella crisis fue tan rápida que se olvidaron las reformas. A finales de 2007, Sarkozy me pidió que escribiera en un papel quíé hay que hacer para salir de la crisis; poco despuíés, encontríé otro papel que escribí­ para Chirac, en 1998, con explicaciones sobre cómo solucionar la crisis asiática. ¡Los dos eran iguales! Ya entonces abogaba por dar competencias al FMI para disciplinar el ámbito financiero y no limitarse a cuestiones monetarias. ¡Lo que ahora el G-20 emprende! Hubo que esperar a que casi se derrumbara el sistema.

P: El FMI ha ganado en recursos, pero su estructura de decisión sigue inalterada…

R: Hay que cambiarla y que los emergentes ganen poder. Reconozco que es difí­cil porque otros tendrán que perderlo, Europa, en particular. Pero lo fundamental es que el Fondo pueda trabajar con los paí­ses responsables de los grandes desequilibrios globales de balanza de pagos, unos por su gran superávit (China), otros por su enorme díéficit (Estados Unidos). Es muy difí­cil obligarlos a corregir, pero, si no lo hacen, tendremos otra crisis antes de diez años.

P: De momento, en Europa, ya tenemos apuros como los provenientes de Grecia. ¿Cómo ve la situación?

R: No tengo demasiada información, más allá de lo grave que es su díéficit y de las trampas que ha hecho en la presentación de sus números. La situación es difí­cil pero no hay más remedio que afrontarla. Lo que me parece injusto es la extrapolación a otros paí­ses europeos…

P: ¿Como España?

R: En efecto. Los mercados no pueden olvidar que España es uno de los paí­ses de Europa con endeudamiento más moderado. Además, tengo confianza en que logrará reducir su díéficit al 3% en el 2013, pese a lo muy complicado de la tarea, gracias a las medidas valientes que está tomando el Gobierno.

P: ¿Y en el caso francíés?

¿Cómo lo ve el presidente de la comisión que allí­ se ha formado para reequilibrar las cuentas públicas?

R: ¡Desde luego, esta crisis está prolongando mi vida laboral! El presidente me ha pedido que investiguemos sobre la posibilidad de promulgar una regla constitucional para garantizar el equilibrio de las cuentas tanto del Estado, como de los departamentos, como de la Seguridad Social. Lo cierto es que acabamos de empezar el trabajo.

P: ¿Está preparada Europa para la retirada de los estí­mulos fiscales?

R: La cuestión es que no tiene más recursos para prolongarlos. Así­ que el manejo de la macroeconomí­a será muy difí­cil para los gobiernos.

P: Otra tarea que usted suele reiterar que está pendiente a escala global es la lucha contra la “pobreza intolerable”…

R: Y la crisis ha agravado la situación: casi 100 millones de personas en el mundo han pasado al estado de pobreza absoluta por esta razón. Y las amenazas climáticas hacen mucho más difí­cil el combate contra la pobreza. A partir de 2020, los expertos esperan que las nuevas corrientes migratorias, que se sumarán a las ya existentes, supondrán un flujo suplementario de 75-200 millones de personas, obligadas a trasladarse porque en sus tierras ya no podrán cultivar, en ífrica en particular. Es un problema urgente que deberí­a absorber más recursos, pero en estos momentos los Estados desarrollados tienen dificultades en ese sentido. La cuestión sigue siendo acuciante y entronca con las carencias íéticas de las que hablábamos.

P: Dada su preocupación por la situación medioambiental, ¿que le pareció la cumbre de Copenhague?

R: No esperaba mucho: los cambios profundos no se hacen con un chasquido de dedos.


En individuos, la locura es rara; en grupos, partidos, naciones y épocas, es la regla", Nietzsche.