Por... Beatriz De Majo C.
Un trabajo de la OCDE de julio de 2007, reseñaba cómo las relaciones con China se habían vuelto un tema recurrente desde el Río Grande hasta la Patagonia. China, convertido en el más dinámico importador de materias primas, había encontrado en los países del vecindario un lugar preferido para hacerse de los insumos para sus procesos. Un movimiento de acercamiento comercial de Latinoamíérica hacia Asia ya era evidente y el estudio señalaba que el que estos lazos terminaran en sonrisas o en lágrimas, iba a depender más de este lado del Pacífico que del otro.
De entonces a esta parte los vínculos entre algunos países de la región con China no han hecho sino estrecharse. El frenazo que experimentó la demanda Estados Unidos y en los propios países latinoamericanos -todos ellos centros mayores de recepción de mercancías de este continente- levantó una voz de alerta. ¿Cómo blindarse en los países de la región -cuyas economías deben orientarse a la exportación por la pequeña talla de los mercados locales- contra crisis como la reciente en la que nuestro mejor cliente, los Estados Unidos, hace peligrar o colapsar las ventas externas de un buen número de países del área?
En los años pasados China ha estado actuando proactivamente vis í vis de Latinoamíérica, considerando que, más temprano que tarde, la sensatez aconsejaría a los gobiernos de nuestros países emprender una mayor y más estrecha interacción con China como una manera de vacunarse en contra de la vulnerabilidad externa. Los acercamientos han abundado en los dos años pasados a nivel de los gobiernos, a iniciativa china, conscientes de que es a nivel público que se norman las relaciones y que se establece el ambiente dentro del cual actúan los particulares. Pero, sobre todo, se ha estado armando un entramado de relaciones con las empresas privadas, tanto a nivel del comercio como a nivel de las inversiones, en el que China se ha vuelto socio obligado, particularmente en los países que tienen un frente al Pacífico y así como en el coloso brasilero y Argentina. No hay sino que examinar de cerca el crecimiento exponencial y la gravitación que la relación económica con China comienza a tener en países como Chile, Perú, Costa Rica, Panamá y Venezuela para entender cómo, de una manera hasta inercial, los países de la región comienzan a virar hacia Asia como fuente de importaciones, como destino de exportaciones y como socio inversionista. El caso es que en 2009 Asia aumentó su participación en los países a los que compra mercaderías en nuestra región de 11 a 14% y los Estados Unidos la redujo de 45 a 42%. No se trata de un plan estratíégico el que impera, de sustituir la influencia americana por la China, pero la inmensidad del mercado chino unido a su agresividad en los mercados externos resulta ser un imán importante para equilibrar las cargas de la dependencia de terceros.
A la corta, hacia allí derivará el reciíén parido ente continental en el que no están presentes los gigantes americanos y canadienses. No pasarán muchas lunas antes de que China se convierta en "amigo" preferido de la nueva alianza continental.