¿Quíé hubiera pasado si ‘Avatar’ hubiera fracasado? Que su productora, 20th Century Fox lo habría pasado mal.
No iba a quebrar, porque forma parte de un grupo enorme, Fox Entertainment (curiosamente, propiedad del conservador Rupert Murdoch, que no ha vacilado en financiar esta fábula a favor de una sanidad pública, en contra de la privatización de la guerra y a favor del medio ambiente, que es justo lo contrario de lo que vende en otros de sus activos de más íéxito, como ‘The Wall Street Journal’ y ‘Fox News’). Pero sí le esperaba un futuro difícil. De hecho, el estudio había hipotecado su futuro a esa película. í‰sa fue la tesis de Josh Eliashberg, profesor del MBA de Wharton y consultor de varios estudios de Hollywood, en una conferencia que dio en Washington la semana pasada.
Que una empresa pueda irse al garete por un solo producto es descabellado. Pero no en Hollywood. A los periodistas nos gusta hablar de la industria cinematográfica estadounidense como si fuera una panda de monstruos, empeñada en imponer criterios puramente comerciales en detrimento de los valores artísticos. Las ‘majors’ son siempre las malas de la película. Lo único que les interesa es el dinero. Y están dispuestas a asesinar cualquier proyecto que no vean económicamente rentable. Por eso es necesario que los Gobiernos subsidien el cine nacional, dicho sea de paso, con su dinero y el de un servidor: para tener productos de calidad que reflejen los valores y la cultura de países que no son EEUU. Aunque no los vea nadie. Es una lucha de David contra Goliat, de la cultura contra el capitalismo más salvaje.
El problema es que, como ejemplo de capitalismo, Hollywood es un verdadero desastre. Casi tan grande como Wall Street. Según el economista Art de Vany, apenas el 6% de las películas clasificadas como ‘R’ en EEUU (o sea, para menores acompañados) hacen dinero. La cifra aumenta al 13% en las que son ‘para todos los públicos’. Son cifras bajísimas. Pero aún más notable es que más de la mitad de las películas de Hollywood sean ‘R’. En otras palabras: los estudios prefieren hacer películas con las que tienen la mitad de posibilidades de ganar dinero.
No es más fácil, ni más difícil, producir una película de íéxito que un detergente; el problema es que es mucho más caro. Es tan arriesgado como lanzar un nuevo fármaco. El problema es que, al contrario que las farmacíéuticas, Hollywood es incompetente por naturaleza. Sus directivos no son buenos gestores. Es más: desprecian a los buenos gestores. Su obsesión con las películas ‘R’ no es su única persistencia en el error. Aquí va otro ejemplo: es estadísticamente más fácil que una película cree una estrella, que viceversa, es decir, que una estrella convierta una película en un taquillazo. Pero Hollywood siempre busca un nombre famoso para una superproducción.
El resultado es que la ‘Fábrica de Sueños’ es, en realidad, la ‘Fábrica de Ruinas’.
Hay muchos estudios que han cerrado cerraron sólo porque una o dos de sus películas fracasaron en taquilla. ITC (‘La decisión de Sofía’, ‘En el estanque dorado’, ‘Los niños del Brasil’) quebró por culpa de ‘Rescaten el Titanic’. Carolco—la productora de la serie de ‘Rambo’, ‘Terminator II’ y la horrorosa ‘Cristóbal Colón: El descubrimiento’, parcialmente financiada por el Gobierno español en 1992—cerró por ‘La isla de las cabezas cortadas’ y ‘Showgirls’. United Artists dejó de existir por ‘La puerta del cielo’.
Hollywood ha arrastrado a otras empresas al abismo por culpa del ego de sus directivos. La empresa japonesa de tecnología de consumo Matsushita (‘Panasonic’, ‘Technics’) nunca logró compatibilizar su estructurada cultura empresarial con el caos hollywoodiense de su estudio, Universal, y acabó vendiendo el estudio a la francesa Vivendi (pero, vamos a ver, ¿no habíamos quedado en que el sofisticado cine francíés era la antítesis de la superficialidad de Hollywood?). A su vez, Vivendi acabó al borde de la quiebra por comprar Universal. Edgar Bronfman ‘junior’ va camino de pulverizar una de las mayores fortunas del mundo a base de dejar sectores aburridos—la química, los zumos y el whisky—por entrar en Hollywood. Uno de los factores que empujaron al desastre al banco Credit Lyonnaise, en su íépoca uno de los mayores del mundo (¿por quíé Hollywood atrae tanto a franceses, si lo ponen de vuelta y media?) fue financiar la compra de Metro Goldwyn Mayer.
Entretanto, ‘Avatar’ lleva recaudados 2.456 millones de dólares (1.876 millones de euros). Es, aproximadamente, tanto como el PIB de Timor Oriental, un país de 1,1 millones de personas. La película ya ha ingresado en taquilla once veces más de lo que le costó a 20th Century Fox. La apuesta ha resultado.
No está mal. Pero obsíérvense en esta clasificación la relación entre el coste y los beneficios de otras películas, como Osama, del director afgano Siddiq Barmak, y filmada en ese país, ganó 40 veces más de lo que costó.
La conclusión es simple: para ganar dinero haciendo películas, hay que irse a Kabul, no a Los Angeles.