El control de la deuda será algo más que una digestión pesada. La hipoteca que España está pagando para salir de la crisis va a requerir esfuerzo y tiempo. Los expertos cifran que para digerir los 38,2 puntos que va a aumentar la deuda pública desde su nivel previo a la crisis (36,1% del PIB) hasta el máximo que prevíé el Gobierno en 2012 (74,3%), habrá que esperar hasta más allá de 2026.
Mirando la crisis de los 90 se aprecia que en España el pico más alto de deuda se dio en 1996 y que se tardaron 8 años en volver a los niveles anteriores (a una media de compensación de 2,7 puntos del PIB al año). Si, tomando esta referencia, aplicásemos una fórmula parecida con el techo de deuda en 2012, se tardarían desde ese punto 14 años en regresar al nivel previo a la crisis. Esto situaría el punto de retorno en 2026. ¿Lejos? Pues los expertos consideran que el patrón de recuperación de la crisis de los 90 es demasiado optimista para encajar con la situación actual.
¿Quíé nos diferencia de entonces?
En primer lugar, en la crisis de los 90 la recuperación fue en 'V'. Es decir, se pasó de un PIB del -1,1% en 1993 a crecer en los ocho años siguientes a una media superior al 3%. Ahora, sin embargo, la perspectiva apunta una mejoría más lenta, con dos años en negativo y crecimientos más díébiles. A juicio de Juan Ignacio Crespo, director europeo de Thomson Reuters, "reducir la deuda puede venir por dos caminos: que haya superávit, y van a pasar muchos años hasta que lo haya, o que el volumen del PIB crezca considerablemente, y no parece muy probable que lo haga a tasas muy elevadas".
Otra diferencia respecto a la díécada de los 90 es que entonces la construcción tiró con fuerza de la economía y ahora parece que ese cartucho está agotado.
En esta coyuntura confluyó otro factor importante: el díéficit público era casi cinco puntos inferior al actual, con lo que el esfuerzo para volver a niveles aceptables era menor y, además, la exigencia de cumplir con el Pacto de Estabilidad (que marcaba como máximo un 3% de díéficit) como requisito indispensable para entrar en el euro añadía una gran presión para que la economía española hiciera sus deberes.
A esto se suma que entonces la deuda aumentó 21 puntos y hoy se espera que lo haga en más de 28 puntos, con lo que el camino de vuelta es más largo.
En este escenario, la rápida corrección del díéficit y la mejora del PIB contribuyeron tambiíén a que el diferencial de la deuda española respecto del bono alemán (referencia en la UE) menguara a cero y la carga de intereses disminuyó rápidamente. Sin embargo, a juicio de íngel Laborda, director de Coyuntura de Funcas, "en estos momentos la prima de riesgo va a perdurar más tiempo y los intereses por el pago de la deuda podrían pasar de suponer el 1,6% del PIB en 2007 al 3,7% en 2013".
A estos factores, Laborda añade uno más: "las previsiones del Gobierno no se van a cumplir, yo barajo un escenario peor". "Aunque va a haber consolidación fiscal es muy difícil que se llegue al 3% del PIB de díéficit en 2013, mi previsión es que en ese ejercicio todavía estíé en el 5%", explica.
"Tampoco creo que la deuda se pare donde prevíé el Gobierno. El máximo lo sitúo en el 85% del PIB en 2014 (frente al dato oficial del 74,3% en 2013). En 2018 empezará a haber superávit y la deuda se reducirá significativamente, pero todavía estará en torno al 78%. Para recortar esa deuda igual hay que esperar más allá de 2030", asegura Laborda.
Crespo, de Thomson Reuters, coincide con estas previsiones: "hemos salido de la recesión, pero se vivirán altibajos hasta 2018, así que se seguirá esa íépoca con díéficit. Con esta perspectiva, como pronto se llegará a un nivel de deuda similar al anterior a la crisis dentro de doce años".
Josíé Luis Martínez Campuzano, estratega de Citi, va más allá. "Volver a niveles de deuda del 36% del PIB parece improbable e innecesario planteárselo. En la íépoca de los 90 se produjeron unos ingresos fruto de la vivienda que no volverán. Es un contexto macroeconómico difícil de que se repita", explica.
Laborda tambiíén apunta en esta dirección: "Igual tampoco hay que volver al 36%, con estar en torno al 60% del PIB (nivel que marca el Pacto de Estabilidad europeo) ya podremos estar más tranquilos".
Guillermo de la Dehesa, presidente del Centre for Economic Policy Research(CEPR), tambiíén mantiene que "habrá que olvidarse durante un largo periodo de tiempo de las cifras de 2007" y calcula que "para llegar a una deuda del 60% tendrán que pasar, aun así, entre seis y ocho años".
Además, "aunque tardemos años en recortar el endeudamiento tampoco hay que verlo como un lastre o una herencia negativa para las generaciones futuras. Si el gasto público se utiliza bien sostiene empleos y suaviza la recesión y eso tambiíén es una buena herencia para las generaciones futuras", concluye Laborda.
Ante este panorama, al menos nos queda un consuelo, que tengamos un nivel elevado no significa que no podamos financiarnos. A juicio de Crespo, "no habrá problemas para colocar la deuda. Ahora, hay liquidez suficiente, que no va a los mercados bursátiles, para invertir en deuda. Así que no se producirá el tan citado crowding out".
Otro punto a favor: "la economía española tiene un nivel de impuestos y de gasto público sobre el PIB menor que otros socios europeos como los nórdicos. Esta menor presión fiscal nos da cierto margen y, si fuera necesario, se puede utilizar esta vía para hacer frente al pago de la deuda", explica De la Dehesa.